Monseñor Juan Antonio Reig Pla 03 de marzo de 2018
Con la
ideología de género y sus derivados nos encontramos ante una imponente
«estructura de pecado» que introduce un nuevo paradigma, un nuevo sistema
cultural de carácter totalitario.
Lo que
acontece hoy aquí, a lo que estamos convocados en esta noche es mucho más que la
mera presentación de un libro. España en estos momentos es, como expresa el
salmista, «una tierra reseca, agostada, sin agua» (Salmo 62). Los españoles,
desde hace mucho tiempo, estamos cansados de oír palabras vacías y de soportar
leyes cargadas de ideología. A la vez, estamos sedientos y a la espera de
palabras que anuncien la verdad, que hablen al corazón, que despierten y aviven
la esperanza.
El
testimonio de Gabriele Kuby y su llamada a la verdadera libertad son el aliento
de un espíritu converso, como la lluvia que viene a fecundar nuestra tierra
recordándonos quienes somos y mostrándonos, de nuevo, el sentido pleno de la
sexualidad humana, la belleza del matrimonio y de la familia como expresiones
de la vocación al amor y el don de sí. El libro que hoy presentamos, en el que
se analizan los pasos de la revolución sexual global, no se puede separar de su
persona. Lo que se cuenta en las páginas de este libro está atravesado por la
propia experiencia de la autora. Ella, en efecto, a lo largo de su azarosa vida
ha llegado a ser, a la vez, testigo y víctima de una verdadera revolución que
está promoviendo el colapso de la cultura cristiana.
En
España la llamada «revolución sexual» no ha sido objeto de un gran debate
social, ni ha sido, hasta muy recientes fechas, objeto de un estudio y análisis
abierto. Más bien ha sido una revolución silenciosa que ha ido poco a poco
cambiando las costumbres y las mentes de los españoles. Su introducción, como
ocurre con tantas ideologías, ha sido propiciada por ciertas
corrientes filosóficas, de cuyas directrices se han hecho eco las
universidades, y por el trabajo de las ONG de carácter internacional que han
ido difundiendo estas mismas directrices de la ONU y del Parlamento Europeo en
los distintos partidos políticos, sindicatos, organizaciones sociales y medios
de comunicación social.
El
caldo de cultivo para el éxito de esta revolución en España fue en un primer
momento el cambio de régimen con el comienzo de la democracia y el
«agiornamento» eclesial que siguió a la celebración del Concilio Vaticano II.
El llamado «post-concilio» y el nuevo régimen de libertades crearon un clima
favorable para aceptar toda novedad por el simple hecho de ser «nueva», sin
discernir su bondad o maldad, ni prever sus consecuencias devastadoras. Siempre
en nombre de la “libertad” se fueron introduciendo nuevas leyes que negarían el
carácter sagrado de la vida e irían poco a poco deconstruyendo la antropología
cristiana y los pilares del matrimonio y la familia: la Ley 30/1981, de 7 de julio,
por la que se modifica la regulación del matrimonio en el Código Civil y se
introduce el divorcio; Ley Orgánica 9/1985, de 5 de julio (llamada de
despenalización del aborto); Ley 35/1988, de 22 de noviembre, sobre Técnicas de
Reproducción Asistida que permite la manipulación de los embriones humanos; Ley
13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de
derecho a contraer matrimonio y que introduce el así llamado “matrimonio civil”
entre personas del mismo sexo; Ley 15/2005, de 8 de julio, llamada del
“divorcio exprés” y del repudio; la introducción de la asignatura «Educación
para la ciudadanía» que hacía presente la ideología de género en la escuela
(2006); la nueva Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción
humana asistida; Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y
reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo (llamada “Ley Aido”);
Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación que
modifica la ya existente Ley 14/2007, de 3 julio, de Investigación biomédica
que permite la utilización de embriones humanos para la investigación; hasta
llegar a las leyes autonómicas como la «Ley 2/2016, de 29 de marzo, de
Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la
Comunidad de Madrid»; Ley 8/2017, de 7 de abril, integral del reconocimiento
del derecho a la identidad y a la expresión de género en la Comunitat
Valenciana (ley sobre transexualidad). En estos momentos en el Congreso de los
Diputados de España está presentada una
«Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características
sexuales», por parte del Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos
(2017).
Es
verdad que en todo este proceso, que ha cambiado el sistema jurídico español,
no ha faltado la voz del episcopado español que advertía sobre los distintos
pasos de la «revolución sexual», que en realidad es una «revolución
antropológica», y denunciaba la introducción de las nuevas leyes previniendo
sus consecuencias funestas. En este sentido el primer documento de la
Conferencia Episcopal Española (CEE) que introduce una reflexión explícita
sobre la «revolución sexual» es la Instrucción «La familia, santuario de la
vida y esperanza de la sociedad» (2001). Esta instrucción pastoral fue en
su momento muy bien recibida por el cuerpo eclesial que se veía enriquecido con
toda la reflexión sobre la teología del cuerpo y la antropología adecuada
promovida por el Papa San Juan Pablo II. En este mismo documento los obispos
españoles llamábamos también la atención sobre el fuerte impacto de la
secularización que estaba promoviendo en la sociedad española el eclipse de
Dios y, como consecuencia, el eclipse del hombre. Los bienes morales de la
persona, custodiados por los diez mandamientos y la enseñanza de la Iglesia, al
no ser respaldados por la autoridad divina, dejaban de ser imperativos de la
vida para ser considerados como “opiniones” sometidas como toda opinión al
control de las técnicas de manipulación de masas.
El
segundo documento de la CEE fue, después de largos debates, el Directorio
de la Pastoral familiar en España(2003) que cumplía las indicaciones de la
Exhortación postsinodal Familiaris consortio (1981). Este Directorio
fue presentado en plena campaña electoral y sufrió las críticas de la izquierda
política, centrándose fundamentalmente en el epígrafe «los frutos amargos de la
revolución sexual» (Directorio, 11-12). Verdaderamente, tanto en este documento
como en el anteriormente citado, los obispos denunciábamos las consecuencias de
la revolución sexual que paulatinamente fue desvinculando la sexualidad humana
primero de la procreación, después del matrimonio y, finalmente, del amor. De
esta manera, menospreciando los significados del cuerpo humano, la facultad
sexual quedaba reducida a simple juego consentido o a mera satisfacción y
placer.
Además
de las distintas notas publicadas por la Comisión permanente y el Ejecutivo de
la CEE, en el año 2012 la Asamblea Plenaria del episcopado español aprobó el
documento titulado La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el
amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar,
respondiendo a la imposición de la asignatura Educación para la
ciudadanía por medio de la cual, el gobierno socialista introducía la
ideología de género en el curriculum escolar de la enseñanza en
España. Con ello, los obispos españoles ofrecíamos por primera vez una
reflexión pormenorizada sobre la ideología de género y sus derivaciones en la
teoría «queer» y «cyborg», etc. Más allá de la primera entrada de la revolución
sexual descrita en los documentos anteriores, en esta ocasión la Conferencia
Episcopal Española, analizando las consecuencias del relativismo cultural y de
las filosofías constructivistas, desenmascaraba el proceso de deconstrucción de
la antropología cristiana. La ideología de género, fuertemente promovida por
varios lobbiesde presión, tiene como primer postulado negar la
diferencia sexual (varón-mujer) afirmando que la sexualidad humana es un
producto de la cultura. Deconstruida la persona humana en su diferencia, lo que
queda es reconducir la identidad y la orientación sexual a una opción de la
libertad individual al margen de criterios objetivos y desconociendo el carácter
sacramental del cuerpo. Todo lo demás queda justificado por los principios de
no discriminación y tolerancia.
La
verdad es que el carácter obligatorio de la asignatura Educación para
la ciudadanía motivó una gran movilización de los padres y colegios
que presentaban su objeción de conciencia ante tal imposición. Más allá de las
grandes movilizaciones sociales a favor de la vida, la Educación para
la ciudadanía y la equiparación de las uniones de personas del mismo
sexo al matrimonio supusieron un salto cualitativo en la movilización social y
en el conocimiento de los verdaderos propósitos de la «revolución
sexual». Con la ideología de género y sus derivados nos encontramos
ante una imponente «estructura de pecado» que introduce un nuevo paradigma, un nuevo
sistema cultural de carácter totalitario. También hay que reconocer
que la respuesta de los padres objetores y la respuesta social ante el
«tsunami» de leyes que se aprobaban en contra de la vida humana, del matrimonio
natural y de la familia, por distintas razones, se fue diluyendo poco a poco y
la «revolución sexual« ha ido avanzando con la normalización de la ideología de
género y las leyes autonómicas sobre la no discriminación por la orientación
sexual y la transexualidad como hemos referido anteriormente.
Siendo
consciente de los avances de la «revolución sexual», también podemos afirmar
que en el campo eclesial y en una buena parte de la población se ha tomado una
mayor conciencia de quienes son los aliados de esta revolución, cuales los
métodos seguidos para hacerla avanzar y cual es el último propósito que se
persigue. A pesar de las diferencias iniciales hoy queda patente que todos los
partidos políticos mayoritarios presentes en el Parlamento nacional y la casi
totalidad de los medios de comunicación social participan de los mismos
presupuestos referentes a la antropología, la vida humana, el matrimonio y la
familia. Es más, cada vez se ha tomado mayor conciencia de que no se trata de
una cuestión española sino que también son aliados de la «revolución sexual» el
Parlamento Europeo, la ONU y las grandes multinacionales con sus fundaciones
respectivas que promueven la agenesia, con el título de salud reproductiva, la
deconstrucción de la antropología cristiana, la cultura que deriva del cristianismo
y la disolución del matrimonio y de la familia.
Los
métodos utilizados han sido desde la manipulación del lenguaje, pasando por la
introducción de los nuevos Estándares para la educación sexual, hasta la
formulación de nuevos derechos que se han visto reflejados en las nuevas leyes
aprobadas con un corto límite de tiempo. Creo que con todo esto queda claro que
el último propósito es acabar con la civilización cristiana y, en definitiva,
doblegar a la Iglesia católica como ha sucedido con otras confesiones
cristianas.
Para
esclarecer todo este proceso va a servir de una gran ayuda el libro de la
socióloga alemana Gabriele Kuby, quien habiendo participado en la revuelta
estudiantil de 1968, formando parte del feminismo radical, habiendo sufrido el
abandono de su marido dejándola con tres hijos, pudo alcanzar la gracia de la
conversión a la fe católica de manos de la Virgen María como ella refiere con
su testimonio personal ofrecido en distintas ocasiones.
El
libro de Gabriele Kuby lleva por título «La revolución sexual global», al
que acompaña el subtítulo «La destrucción de la libertad en nombre de la
libertad». Este libro que, después de diez años, se presenta para el
público de lengua española, ha sido completado por la autora con la indicación
de los diversos acontecimientos de estos últimos años y con las referencias
específicas para España. Se trata, sin duda, de un libro que se caracteriza por
la clarividencia y conocimiento minucioso de los datos y procesos seguidos por
la «revolución sexual».
La
clarividencia se muestra ya en el título que añade la palabra «global» a la
revolución sexual. La autora es consciente de que no se trata de un movimiento
espontáneo provocado por unas circunstancias históricas que se localizan en
Alemania o en Francia con la revuelta estudiantil de mayo de 1968. Es algo que
viene de mucho antes y que se ha ido concretando en una agenda global a la que
sirven tanto las estructuras internacionales (ONU y sus agencias) como las
organizaciones europeas y los parlamentos nacionales y regionales. Como la
misma autora ha indicado en varias ocasiones, no pretende especular sobre el
último responsable que algunos nombran como mundialismo, Nuevo Orden Mundial,
Gran Dinero, etc. En definitiva se trata de los poderes que gobiernan el mundo
contra el designio de Dios creador y redentor sobre la persona, el matrimonio y
la familia. La gracia de la conversión le concede la luz necesaria a Gabriele
Kuby para comprender que se trata de destruir la civilización cristiana
asentada sobre la antropología que confiesa que el hombre, diversificado
sexualmente como varón y como mujer, ha sido creado a imagen de Dios y que en
su sexualidad lleva la huella de su vocación originaria al amor y a la lógica
del don.
Se
comprende así el asalto a la tradición judeo-cristiana y la voluntad de acabar
con el valladar que supone la Iglesia Católica, para diluirla entre las
distintas confesiones cristianas que no han soportado la presión de esta
planificada revolución sexual. Como nos han recordado los últimos Pontífices
sucesores de Pedro, la llamada «cuestión social» ya no está referida a la
cuestión obrera o a la división pobres-ricos, la paz o el trabajo, etc. Siendo
todas estas cuestiones muy importantes, lo decisivo de la cuestión social
descansa hoy sobre la imagen del hombre, sobre la antropología adecuada. Tanto
San Juan Pablo II, como Benedicto XVI y el Papa Francisco han denunciado
sucesivamente una conjura contra la vida humana programada de manera científica
y sistemática (Evangelium vitae 12 y 17), la dictadura del
relativismo con la disolución de la antropología cristiana (Caritas in
veritate, 75) y la colonización del pensamiento cristiano por parte de la
ideología «gender» (Amoris laetitia, 56; Filipinas, 2016;
Polonia, 2016; Laudato Si’, 118). En definitiva se trata de la
deconstrucción de la persona humana y de la cultura que deriva del
cristianismo.
Esta
deconstrucción de la persona humana, como bien explica Gabriele Kuby, viene
desde arriba y no sigue simplemente las estrategias que en un principio
derivaban del marxismo o del liberalismo. Ambos han sido fagocitados y puestos
al servicio del capitalismo tecno-nihilista que culmina su
objetivo superando los límites de la naturaleza de la persona - haciendo de
ella mercancía - y ofrece la tecno-redención con sus
propuestas posthumanistas y transhumanistas. Lo que está en
juego, por tanto, es el futuro del hombre y la familia que lo sostiene. Como
nos recordaba Benedicto XVI «allí donde la libertad de hacer se convierte en
libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador
mismo y, con ello, también el hombre como criatura de Dios, como imagen de
Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser. En la lucha por la
familia está en juego el hombre mismo. Y se hace evidente que, cuando se niega
a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios,
defiende al hombre» (Benedicto XVI, Discurso a la Curia romana,
2012).
Siguiendo
esta misma lógica, Gabriele Kuby nos advierte además que, cuando en el enfoque
de la sexualidad se prescinde de toda norma moral y se sigue el proceso de
deconstrucción de la persona que propone la ideología de género y sus
derivaciones, estamos abocados a la anarquía, al caos, a la imposición del
pensamiento único que puede dar lugar a un nuevo régimen totalitario liderado
por el Estado y la gobernanza global.
El
instrumento utilizado para llegar a este término ha sido la desregularización
de las normas morales y la hipersexualización de la sociedad a través de los
medios de comunicación y de la pseudoeducación sexual escolar auspiciada por
los distintos lobbies procedentes del feminismo radical y de
cuantos pretenden afirmar cualquier orientación sexual decidida desde la
infancia por una libertad que prescinde por completo de la verdad. La
sexualidad ha dejado de ser contemplada como una dimensión esencial de la
persona, se niega la diferencia sexual y se reduce a un simple impulso
gobernado por una libertad al margen de los significados del cuerpo y de toda
identidad humana. En definitiva todo es reconducido a una libertad enloquecida
sin el orden de la naturaleza de la persona y sin los bienes y valores que le
son inalienables. Se llega así a la destrucción de la libertad en nombre de la
libertad, o lo que es lo mismo, a la deconstrucción de la persona en nombre de
una ideología más destructiva que las ideologías del siglo pasado.
Ha
sido la luz de la fe católica la que ha proporcionado a Gabriele Kuby esta
clarividencia manifiesta en su libro. A esta clarividencia se añade el
conocimiento de los datos y procesos de la «revolución sexual» que ella conoce
por haber sido militante del feminismo radical y que después ha profundizado y
ampliado hasta ofrecernos en su obra los detalles más precisos sobre los
orígenes, desarrollo y la agenda global de esta revolución. De todo ello nos
propone un riguroso análisis y, a la vez, un testimonio confesante de las
consecuencias devastadoras de esta revolución sexual.
No hay
más que observar lo ocurrido en España en las últimas décadas para verificar lo
propuesto por la autora: hipersexualización ya desde la infancia, adicción a la
pornografía también entre adolescentes y niños; profusión de la anticoncepción,
del aborto, de las ideologías de género, «queer», ciborg, propaganda y
normativas jurídicas para aceptar cualquier orientación sexual; destrucción de
los matrimonios y desestructuración de las familias, equiparación de la unión
de las personas del mismo sexo al matrimonio natural; baja de la tasa de
nupcialidad; destrucción de embriones y algunos condenados al nuevo gulag de
los laboratorios; aumento de la violencia intrafamiliar y de las tasas de
adicción al alcohol y a las drogas; mayores problemas psíquicos, también en los
niños, fracaso escolar, etc.
Como
bien dice la autora se trata de una locura que transformó la sociedad en una
masa de individuos consumidores sexualizados que se pueden manipular para hacer
cualquier cosa. Como no puede ser de otra manera, siendo coherente con el
evangelio, su análisis y estudio no va nunca contra las personas, ni menos
contra las mujeres de las que, como nos recuerda el papa Francisco, queremos
ser claros defensores de su dignidad y de su auténtica naturaleza femenina. Su
denuncia como mujer, que ha sido esposa y madre, va dirigida contra todo un
sistema ideológico global que arranca al ser humano de sus verdaderas raíces
con una clara intención de destruir la base que sustenta la sociedad, la
familia.
Gabriele
Kuby ha pagado su claro testimonio en su propia carne, soportando todo tipo de
denuncias, vejaciones, burlas, manipulación y tergiversación de sus palabras,
siempre calificada con los términos de homofobia, transfobia, etc., términos
creados por el propio sistema ideológico de la revolución sexual. Conozco bien
esta misma experiencia. Sin embargo, su respuesta, inspirada por la fe
católica, además de amar a todas las personas, es la de afirmar las razones de
la esperanza. Ella confía en la respuesta de los padres y en las iniciativas de
tantas personas de buena voluntad que ante la voz de alarma despiertan del
sueño ideológico y aprenden a discernir los signos de los tiempos. Los
creyentes sabemos que, como nos advertía San Pablo, «nuestra lucha no es contra
la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades,
contra los que dominan este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal»
(Ef. 6, 12). Por eso continuamente afirmamos que toda nuestra esperanza está
puesta en Cristo, vencedor del pecado y de la muerte, quien nos ha dicho: «En
el mundo encontraréis dificultades y tendréis que sufrir, pero, tened ánimo, yo
he vencido al mundo» (Jn 16, 33).
Antes
de concluir estas reflexiones, además de agradecer a la autora su interés por
completar su obra para la edición española, quiero también manifestar mi
gratitud a los traductores, editores y a cuantos han contribuido para hacer
posible esta publicación. Sé que a todos les impulsa una única motivación: la
humilde propagación de la verdad que hemos recibido por la fe y la clara
defensa de la dignidad de la vida humana, el carácter sagrado del matrimonio y
del bien social de la familia. Por mi parte me considero honrado al permitirme escribir
estas líneas, convencido también de que no hay verdadero progreso para el
hombre sin el anuncio de la verdad de la sexualidad humana que hemos conocido
con la luz de la razón, la fe en Cristo y la enseñanza de la Iglesia.
Verdaderamente, como dice el Concilio Vaticano II, es el Verbo encarnado quien
revela al hombre el misterio del hombre y le descubre la sublimidad de su
vocación al amor y al don de sí mismo a los demás (Cf. Gaudium et spes,
22-23).
Vielen Dank, Frau Kuby. Gott segne Sie. Gott möge uns
helfen, damit wir lange den guten Kampf des Glaubens kämpfen können.
Muchas
gracias, Señora Kuby. Dios la bendiga. Que Dios nos ayude para que podamos
combatir el buen combate de la fe por muchos años.
+ Juan
Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares
Obispo de Alcalá de Henares
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