Trino
Márquez 03 de mayo de 2018
@trinomarquezc
Descalificar a
Henri Falcón -llamarlo Caballo de Troya, traidor, agente de Maduro,
colaboracionista, legitimador de la dictadura y una cadena interminable de
epítetos parecidos-, se ha convertido en uno de las prácticas favoritas de un
sector opositor extremista, obnubilado por el rencor, la frustración ante la
incertidumbre y la inopia.
Creo que fue un
error de Falcón haberse desprendido de la MUD en un momento en el cual, dentro
de esa plataforma, se debatía qué hacer frente al naufragio de las
conversaciones en República Dominica. Su primera batalla tenía que librarse en
el frente interno. Tratar de convencer a los demás líderes opositores de la
necesidad de acudir a la cita electoral convocada con apremio por la dictadura
con el único fin de desconcertar a la oposición, agudizar sus diferencias y
propagar la confusión. Falcón, considero, estaba obligado a proponerse
persuadir al resto de las fuerzas de la alianza de las bondades de encarar al
régimen autocrático en el plano electoral, a pesar de que el gobierno había
rechazado la proposición de los cancilleres que acompañaron al grupo
negociador, tanto opositores como oficialistas, de que habían sido
inhabilitados los partidos cuyas figuras más importantes fueron inhabilitados,
estaban presos o exiliados. Falcón, si aspira a gobernar un país tan
encolerizado y dividido como Venezuela, tenía que afrontar el enorme desafío
intentar liderizar su base natural de apoyo: la oposición. No lo hizo, al menos
con la intensidad requerida.
Por supuesto, no
había ninguna garantía de que su punto de vista triunfara. Las heridas dejadas
por el ensayo de Quisquella eran demasiado hondas. El gobierno jugó duro de
forma premeditada con el único fin de proponer unas elecciones en las que
tuviera un alto chance de alzarse con la victoria. Lo logró. No otorgó ninguna
concesión importante y comprometedora. Sacó de la manga una fecha intempestiva
y caprichosa, que no daba tiempo para convocar primarias, ni ningún tipo de
consulta popular amplia. Sólo dejó espacio para realizar unas encuestas o para
el consenso. De las primeras, todo el mundo desconfía por la cantidad de veces
que se han equivocado, empezando por las últimas elecciones de gobernadores. El
consenso era difícil alcanzarlo porque Capriles estaba inhabilitado, López
preso y Falcón venía de una derrota humillante en Lara. El gobierno apostó por
la fractura de la oposición y ganó, con la complicidad de los dirigentes que
habrían podido impedir que la escisión se consumara. Hasta aquí llega la
responsabilidad de Falcón en ese descalabro.
No tenía por qué
plegarse a la decisión de la mayoría, si esa mayoría no estaba dispuesta a ir a
unos comicios que consideraba viciados, ventajistas y no competitivos. En
política, como dice Fernando Mires, muchas veces los dirigentes se ven
obligados, por sus propias convicciones, a actuar en un camino distinto al
propuesto por la mayor parte de sus compañeros de facción. Rómulo Betancourt en
varias oportunidades contravino las posturas de Acción Democrático, partido que
había fundado. Nadie llamó a esos dirigentes traidores o colaboracionistas.
Resulta un grave
error, por lo tanto, descalificar a Falcón por haber optado por la
participación electoral. Puede haber cometido un error de evaluación del
momento y el contexto político, una sobreestimación de su capacidad de
convocatoria y la de los grupos que lo respaldan, y una subestimación de la
inmensa capacidad de chantaje y extorsión que puede desatar el gobierno con la
maquinaria montada con el fin de utilizar las elecciones para barnizar la
neodictadura madurista. De lo que estoy seguro es de que su decisión no entraña
una traición alevosa a la democracia y a los venezolanos. Nada que ver.
Evaluar la
postura de Falcón a partir de ese parámetro solo puede conducir a agrietar aún
más la ya fracturada oposición. Independientemente de lo que ocurra el 20 de
mayo, Henri Falcón jugará un papel importante en el destino de la oposición a
partir de esa fecha. La relación de la MUD, el Frente Nacional, Vente Venezuela
y el chavismo disidente con Falcón, tendrá que estrecharse. La alianza para
evitar que Maduro continúe indefinidamente destruyendo al país, tendrá que
contar con todos los factores que consideran al régimen el principal enemigo de
los venezolanos. Ninguna fuerza, ninguna personalidad, ningún sector, debe ser
excluido, menos si representa a un segmento de los venezolanos. En este caso,
los venezolanos que en ejercicio soberano de su libertad decidieron, como lo
haré yo, ir a depositar su voto en las urnas electorales.
La democracia,
la diversidad y la tolerancia no deben usarse solo en conversaciones de salón y
para mostrar las virtudes de un alma piadosa, sino en ambientes intrincados,
complejos y escindidos como el que vive Venezuela, donde nadie puede arrogarse
la propiedad de la verdad.
Moderar el
lenguaje y pensar con el cerebro, no con el hígado, debe ser uno de los retos
de la oposición en lo que queda antes del 20-M. Insultar a Falcón representa
una señal de cuál será el comportamiento con esos compatriotas que por alguna
insondable razón decidieron apoyar el proyecto bolivariano. En sentido
contrario, el razonamiento también vale: algunos colaboradores del candidato
deberían hacer un voto de humildad y cordura.
Trino Márquez
@trinomarquezc
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