Por Marino Alvarado
La semana pasada tuve la
oportunidad de visitar el estado Amazonas. Pasé por varios lugares de
Puerto Ayacucho bajo la mirada cercana de la Dirección General de Contrainteligencia
Militar que me hicieron saber tenía órdenes de “protegerme”. Una manera
elegante de decirte actúa pero te tenemos bien controlado. Observé en mi
recorrido por la ciudad que ha mejorado notablemente el servicio de aseo
público y las calles se ven más limpias y ojalá continúe mejorando. Igualmente
la vialidad hacia San Fernando de Apure mejoró, taparon la gran mayoría de los
miles de huecos que tenía dicha vía.
Visité junto al activista de
derechos humanos Humberto Prado el Centro de Detención
Amazonas donde el 16 de agosto de 2017 se perpetró una de
las masacres realizadas con mayor alevosía y premeditación. Un total
de 39 presos fueron ejecutados. El Ministerio de Asuntos Penitenciarios
abandonó ese lugar convertido casi en basurero, mientras los presos se
encuentran en calabozos policiales.
En ese recorrido por Puerto
Ayacucho me causó indignación ver en ruinas lo que fue un gran proyecto;
La Universidad Indígena de Amazonas, fundada en 2010 en el marco de la
Misión Alma Mater. Creada en tiempos de Chávez, se inició la construcción de la
obra en la entrada de la ciudad en la vía hacia Puerto Páez, estado Apure. La
obra no se concluyó, a pesar de que se prometió que ya para 2011 debería estar
funcionando. Al llegar Maduro al poder, en dos oportunidades ha
prometido que se culminará la obra, Ocho años después de creada en el papel la
universidad, y tras siete de haberse iniciado la construcción, tan solo se ha
logrado levantar un 60% y se encuentra totalmente abandonada. Recursos perdidos
y necesidades de educación no satisfechas.
Esa construcción es un
monumento a la desidia en el estado Amazonas y se suma a la cantidad de obras
inconclusas que existen en el territorio nacional. Hospitales,
escuelas, edificios de la Misión Vivienda, puentes, plazas, solo para
nombrar algunas.
La indolencia del gobierno se
expresa de múltiples formas y una de ellas es su poco interés frente a
proyectos iniciados que si se culminaran pudieran aliviar necesidades de la
población.
Nada más en la ciudad de
Caracas hay dos ejemplos muy elocuentes. El cardiológico para adultos en
Montalbán que cada ministro de salud promete concluirá, se va y no se produce
ningún avance y el edificio de la Misión Vivienda frente al Parque
Arístides Rojas y a 200 metros del ministerio de alimentación. Esa edificación
tiene más de seis años paralizada y las familias a quienes se prometió se les
adjudicaría vivienda en ese lugar continúan esperando. Se culminaron tres
edificios y se dejó uno abandonado.
El responsable de tanta
desidia e ineficacia, ahora pretende engañar de nuevo prometiendo prosperidad y
superación de la crisis. Afortunadamente cada vez hay menos personas que caen
por inocentes.
03-05-18
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