Por Antonio José Monagas
Sin despreciar la razón que
encarna el concepto de política, por momentos las realidades obligan
a considerar problemas que, por sus implicaciones, parecieran trascender su
esencia. Sobre todo, aquella vinculada o asociada a lo que concibe la política
cuando del hombre, en todas sus manifestaciones, se trata.
Mucho se ha escrito de
política. Desde conceptos que rayan con la filosofía, hasta otros que
rozan acepciones de ontología o deontología relacionadas con la etimología de
todo lo que envuelve la palabra que es centro de esta disertación: la
ciudadanía. De ahí la intención que asiste la idea de reevaluar
la ciudadanía considerando la política no sólo como su fuente
epistemológica y sociológica. Sino además, desde lo que la noción de política
le aporta para que desde ese vértice conceptual, pueda inducirse una
explicación que trascienda más allá de la política. Al menos, en lo que
concierne a este análisis o ejercicio de dialéctica política. ¿Y por qué no
decirlo, de narrativa política?
Resulta imposible esconder
todo cuanto se ha dicho y especulado de “ciudadanía”. El discurso político
utilizado por cualquier ideología política y acuciado por innumerables
programas de gobierno, se ha valido de la palabra “ciudadanía” para argumentar
buena parte de alevosas propuestas. Así como para enmendar, buen número de sus
errores. Asimismo, para urdir objetivos tramados en complicidad con factores
políticos empeñados en usufructuar la candidez de potenciales prosélitos para
sumarlos a las filas de adeptos manipulados. Todo ello, con perniciosos
intereses.
Si bien “la política reposa
sobre un hecho: la pluralidad humana”, tal como explicaba Hannah
Arendt, entonces la ciudadanía descansa sobre la dinámica social que evidencia
el hecho conversacional que se da entre personas que, sin comulgar un mismo
ideario político, son capaces de encontrarse en medios públicos para acordar
todo acuerdo o conciliación en procura de ganar una mayor y mejor calidad de
vida. No sólo a modo individual. También a nivel del grupo o sector poblacional
donde suscribe su vida personal o profesional. O donde radica su vida social,
cultural o política.
Tanto como la política busca
afianzar sus razones en el ejercicio de un modelo de convivencia
social que arraigue sus proyectos de vida en las libertades democráticas,
la ciudadanía se plantea opciones de vida que acercan al individuo a las
libertades, a la igualdad de oportunidades y a la reciprocidad como condición
de coexistencia y compromiso entre personas que conviven bajo el mismo cielo.
La ciudadanía, aunque muchas
veces definida con la dificultad de una narrativa psico-socio-política que le
otorga un sentido disperso, lo cual es posible de pensarse si acaso pueda estar
de por medio la premeditación de un proyectos político traicionero, es un
concepto que envuelve la vida misma. Más, si se comprende desde la política.
Particularmente, porque no sólo la ciudadanía es en esencia un concepto
político. Sino porque al ser de naturaleza política, el ejercicio de ciudadanía
responde a intereses y necesidades que sólo la vida puede insuflar y
determinar.
Así se tiene que construir
ciudadanía, no es asunto de leyes. O de deberes y derechos. Aun cuando la
Constitución de Venezuela (1999) señala que sólo la ciudadanía pueden ejercerla
venezolanos exentos de acusaciones ante tribunales de la República, o de
inhabilitación política. Sin embargo, y aunque tan reducida declaratoria luzca
incipiente, la ciudadanía es mucho más que eso.
El ejercicio de ciudadanía
toca la conciencia de la persona. Afecta susceptibilidades.
Condiciona sentimientos. Y motiva conductas en aras de integrar la población
como país, nación, Estado, gobierno, sociedad y familia. Por eso, cabe
reconocer que construir ciudadanía, pasa por innumerables fases que trascienden
el espacio público en donde ésta se manifiesta. Por esta razón, igual vale
admitir y asentir que la ciudadanía engloba la vida en tanto que significado,
verdad, oportunidad y realidad. Por esto mismo, y de cara a un paradigma que
incite la vida humana desde una perspectiva profundamente horizontal, debe
considerarse la ciudadanía… más allá de la política.
30-04-18
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