Por Oscar Bastidas Delgado
Cuando en aquel frío sábado de
noviembre de 1992 visité a Marx en su tumba del Cementerio de Highgate, le
llevé una rosa roja como recuerdo de un pasado que con ese color acompañó una
militancia encuadrada en un supuesto socialismo que mientras más real, más
mostraba sus pilares represivos como medios de sustento.
Saludé a quien sin dudas deseó
un mundo mejor, un mundo sin fronteras discriminatorias por nacionalidades,
reflexioné acerca de sus aportes a quienes en su época deseaban transformar
radicalmente el mundo y a las utopías como sueños solo realizables y aplicables
a sociedades. Recordé a ese Marx que abría compuertas hacia un socialismo con
el valor trabajo como eje de acción en una sociedad en la que, por ser los
trabajadores propietarios de los medio de producción, abolirían la explotación
de unas personas apuntalando así una sociedad autogestionaria. Lamentablemente
su trascendente obra ha sido descontextualizada y tergiversada infinitas veces.
Marx fue netamente
influenciado por las secuelas de una Revolución Industrial que generaba
explotación y pobreza, también por un Feuerbach a quien luego criticó por
considerarlo mecanicista, y por la filosofía hegeliana. Enfrentó a
economistas defensores del naciente capitalismo como Ricardo y Smith y dio su propia
versión acerca del origen de la propiedad privada a partir de su
comprensión teórica del valor y la importancia de de las luchas de clases a lo
largo del desarrollo de la humanidad.
Su Manifiesto Comunista abriría
puertas concretas a la actividad revolucionaria de incipientes partidos obreros
y comunistas deseosos de combatir un capitalismo que mostraba sus tentáculos;
su El Capital, escrito complejo en el que propondría su visión de la
evolución de las sociedades a partir de ubicar el trabajo humano como única
fuente creativa de valor y los enfrentamientos entre quienes producían valor,
llámense esclavos, siervos u obreros, y quienes entendiendo las ventajas de
apropiarse de los medios de producción se apropiaban de ese valor. Sus
desarrollos afinaron la comprensión acerca de la naturaleza del Estado
capitalista y el cómo, en la ruta hacia el poder, ese estado podía servir
a la dictadura del proletariado.
Su influencia en la Europa
Central y en la Inglaterra del Siglo XIX fue enorme. Con sus escritos y
orientaciones influyó en los movimientos obreros y políticos de esos países y
en la necesidad de sindicatos y de partidos revolucionarios con visión
planetaria como contexto de internacionalización, bajo el entendido de que el
mercantilismo inglés abría canales para un capitalismo allende los mares lo que
obligaba a esas organizaciones a pensar y actuar en esas dimensiones para
contrarrestarlo.
En el Siglo XX influyó en la
Revolución de Octubre de la Rusia de Lenin y en la creación de la Internacional
Comunista o III Internacional por iniciativa de Lenin y del Partido Comunista
de Rusia en marzo de 1919, que agrupó partidos comunistas de variados países.
Sus ideas estuvieron presentes en la concepción del socialismo de los países
europeos de la postguerra del 45, y en las iniciativas chinas y otras asiáticas
hasta la Cuba actual y el mal denominado “socialismo” del Siglo XXI.
Su influencia continúa pero
con poca fuerza en movimientos emancipadores que buscan salidas ante la
globalización neo-liberal que hoy, al igual que aquel fantasma que
recorría el mundo en la época de Marx, llena los intersticios de las sociedades
en el planeta. Gracias a Marx se resalta hoy, por ejemplo, la importancia de
las Cooperativas de Trabajadores Asociados (CTAs) al éstas amalgamar en un solo
grupo humano a los dueños de los medios de producción y a quienes con ellos
trabajan.
¿Descontextualizada y
tergiversada su obra?: si, la lectura acrítica y sin previo esfuerzo por ubicar
sus reflexiones en los movimientos socio-políticos de Inglaterra, Francia y
Alemania de mediados del S. XIX y el empeño mecanicista en aplicar sus
propuestas en todo espacio y momento acusando de revisionistas a quienes tienen
otra óptica así lo demuestran y han alejado un sinnúmero de sinceros estudiosos
y actores sociales de sus propuestas.
Marx cumpliría 200 años el 5
de mayo. En el marco de ese aniversario el Goethe-Institut Venezuela abrió un
concurso de ensayos que nos motivó a interrogarnos acerca de relevancia de su
pensamiento. Con la alegría de llevarle la rosa y con un dejo de tristeza por
la incomprensión de su obra, me alejé del cementerio reconociendo que en lo
personal me abrió horizontes para una mejor comprensión del funcionamiento de
las sociedades
04-05-18
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