Por Javier Antonio Vivas
Santana
No está fácil vencer la
maquinaria del madurismo. Más aun cuando se espera que utilizando los
recursos del Estado intente a través del mal llamado “carnet de la patria”
comprar las conciencias sobre un máximo de 6 millones de votantes (que es su
techo electoral) otorgando un “bono patriota” con recursos del Estado que
oscilaría entre 4 y 8 millones de bolívares para quienes demuestren su “lealtad
revolucionaria” en favor, según ellos, del “mejor gobierno de la historia en
Venezuela”, es decir, votando por Maduro.
El madurismo sabe que en 2017
apenas logró superar la barrera de los 5,6 millones de votos en las elecciones
regionales, y que los resultados de las elecciones municipales fueron inflados
cuando dijeron que fueron más de 6 millones de personas a votar, al igual que
los “8 millones de votos” que obtuvo la ilegal e ilegítima “constituyente”,
cuyos resultados por cierto, nunca fueron publicados por el Consejo
Nacional Electoral (CNE).
El gran problema que tiene
la oposición es que intenta ser un solo bloque pero resulta que
los abstencionistas terminan siendo los grandes aliados del
madurismo, porque gracias a ese reducido espacio que se sitúa entre un 10% y
15% en diversas regiones, resulta una actitud electoral ampliamente motorizada
por los propios panegíricos y zascandiles afectos al gobierno, quienes son los
primeros en decir que el voto como instrumento de lucha política no
funciona para derrotar a las huestes que controlan Miraflores.
Ese grupo de abstencionistas
radicales, en el que existen ciudadanos que merecen todo nuestro respeto,
lamentablemente está encabezado por María Corina Machado, mejor conocida
como “La mantuana”, quien ha sido un factor divisionista contra quienes
adversamos a Maduro. Ella, no tengo dudas de ningún tipo es una infiltrada en
las filas de la oposición a favor del gobierno.
¿Y por qué decimos lo
anterior? Es sencillo. No sólo hay que recordar dónde está Ricardo Sánchez,
quien fuera su “suplente” en los tiempos en que María Corina Machado fuera
parlamentaria, sino que son públicas y notorias, con sendas sonrisas, sus
imágenes con los malandros del lenguaje que desvían la ortografía y la conducta
desde Venezolana de Televisión (VTV). Además, si María Corina Machado
estuvo comandando las protestas de calle en 2014 y 2017 en las cuales hubo
cientos de muertos, cómo se justifica que Leopoldo López esté preso y
condenado, mientras otro grupo de ciudadanos, incluyendo adolescentes, por
mucho menos de lo que ha hecho “La mantuana”, estén detenidos en las mazmorras
de “El Helicoide”, en algunos casos sin juicio, mientras otros, que tienen
hasta órdenes de excarcelación judicial, aún se encuentren privados de
libertad.
El país se encuentra al borde
de una guerra civil. El hecho de ir a votar ese 20 de mayo, hablando
con mucha responsabilidad y sindéresis, no legitima a Maduro, en el peor de los
resultados. Por el contrario, lo potencia en términos de abstención
porque sabe que es minoría en todo el universo electoral, incluso entre esos 6
millones que están identificados con el “carnet de la patria” porque, según
nuestros propios análisis, existe cuando menos un 30% de esa población
integrada por funcionarios públicos o personas que fueron obligadas a
registrarse con la susodicha identificación madurista, o bien para seguir
estando en la nómina del Estado, a pesar de un malogrado salario, o para
mantener alguna prebenda o “beneficio” derivado de lo que han llamado
“misiones”, pero que en la praxis, apenas si les permite comer por uno o dos
días si es un “bono”, o poder dormir bajo un “techo” aunque la nevera y el
estómago estén vacíos.
Si en el marco de un universo
electoral de 20 millones de votantes, restamos un 20% que históricamente no
vota, nos quedaría un aproximado de 16 millones de electores, de los cuales, si
aplicamos el principio del conservatismo, podemos restar otros 4 millones
(entre los cuales, obviamente existen abstencionistas históricos) que son parte
del éxodo de venezolanos que ahora están en otras latitudes, tendríamos unos 12
millones de posibles votantes, los cuales si salieran a votar por
una candidatura única opositora (que sería indispensable), tampoco
tengo dudas de que Maduro apenas llegaría a unos cinco millones de votos,
perdiendo con su rival entre 1,5 y 2 millones de votos de diferencia.
No votar en las elecciones del
20 de mayo convierte en maduristas a quienes se abstengan. Puede ser que no me
guste la candidatura que tenga más opción en el campo opositor, pero entre ésta
y Maduro, considero que tenemos la oportunidad de extirpar el tumor que tanto
daño le está haciendo a Venezuela, y no hacerlo en esta oportunidad,
simplemente terminará por asesinar lo que nos queda como país.
Mi conciencia y pensamiento
sobre lo mejor que puede ocurrirle a Venezuela es salir de Maduro. No
podemos perder el derecho del voto, independientemente de las trabas,
obstáculos y zancadillas que nos ha colocado el madurismo, incluyendo el
abusivo ventajismo electoral, pero en el fondo no puede ser racional
que un individuo gane una elección presidencial, cuando ha sido el responsable
del hambre, la pobreza, la miseria, la hiperinflación, el colapso de los
servicios públicos, la multiplicación de la delincuencia, la corrupción, la
quiebra de la industria petrolera, el desmadre de la administración pública, y
por si fuera poco, la muerte de venezolanos, sin importar que sean niños,
en las puertas de los hospitales.
Tenemos en nuestras manos el
poder del voto. Soy un convencido de que podemos cambiar esta realidad. No
votar este 20 de mayo me haría madurista y no voy a sumarme a la comparsa de
destrucción de Venezuela. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
Foto: Pinterest
02-05-18
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