Por Emma Sánchez Álvarez
Para el exfuncionario Emilio
Figueredo, "Venezuela debe preparar en un equipo de juristas de primer
nivel, y argumentar por qué el Laudo de 1899 era nulo e írrito". Opina que
"los venezolanos hemos actuado muy mal en las relaciones
internacionales"
Luego de un largo tiempo de
inactividad informativa y "secretismo" diplomático, el caso de la
reclamación de Venezuela por el Esequibo volvió a la palestra de la opinión
pública. Lo catapultó la decisión del secretario general de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) António Guterres, de dejar en manos de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) la solución a la disputa limítrofe
entre Venezuela y Guayana.
El pasado 18 de junio, el
Gobierno de Venezuela indicó que no participaría en el procedimiento solicitado
por Guyana porque para nuestro país la Corte "carece manifiestamente de
jurisdicción".
El histórico debate
limítrofe-territorial sobre los 159 mil kilómetros en disputa entre Venezuela y
Guyana es el tema principal sobre el cual Contrapunto abordó a Emilio
Figueredo, ex embajador ante las Naciones Unidas para la aplicación del Acuerdo
de Ginebra, profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales
durante 12 años en la Universidad Central de Venezuela (UCV), y por 10 años
miembro principal de la Comisión Asesora de Relaciones Internacionales (CARE).
Actualmente es el presidente editor de analítica.com.
—El caso del Esequibo y la
disputa entre Guyana y Venezuela resurge y ha vuelto a tener relevancia, pese a
que en enero de este año ya el secretario general de la ONU apostó por la Corte
Internacional de Justicia...
—Es importante aclarar que lo
que hoy es relevante ha sido lamentablemente la irrelevancia que por muchos
años ha tenido este caso, y lo que dio lugar a que el secretario general de la
ONU, António Guterres, abdicará en la solución de la controversia. Esto
fue consecuencia de lo que sucedió en 2016, cuando Ban Ki-moon citó a la
entonces canciller, Delcy Rodríguez, y al canciller de Guyana, y les preguntó
que si las partes tenían algún método de solución de controversia común; como
no lo tenían, les preguntó a cada una de las partes cuál era el método que
ellos querían que se aplicara. Venezuela, a través de su canciller, insistió en
la aplicación de los buenos oficios a pesar de que se había explicado que eso
era inconveniente, porque ya hacía 26 o 27 años que se había acordado ese
método y no produjo nada positivo porque no se llegó a ningún acuerdo.
—¿Qué alcance tiene para
Venezuela que sea la Corte Internacional de Justicia la que medie ahora en la controversia
con Guyana?
—Es importante decir que no es
un capricho del Secretario General de las Naciones Unidas referir el caso
a la CIJ, porque cuando se firmó el Acuerdo de Ginebra en 1966 -entre
Venezuela, Inglaterra y la observación de la aún no independiente Guyana- se
estableció que si las partes no llegaban a un acuerdo, la facultad la tendría
el Secretario General de determinar el mecanismo de solución pacífica de
controversia que se podía aplicar y, para no dejarlo arbitrario, se fijó y se
insertó en el propio Acuerdo el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas
que establece cuáles son los mecanismos de solución pacífica de controversia
aceptados por las Naciones Unidas: negociación, conciliación, arbitraje y la
Corte Internacional de Justicia. Entonces, si usted firmó un acuerdo en el que
aceptaba eso como mecanismo para que se resolviera la situación, en el caso de
no llegar a un arreglo entre las partes, el Secretario General debía determinar
cuál era el mecanismo que debía utilizarse para resolver la controversia, que
era la siguiente: Venezuela decía que el Laudo de 1899 era nulo e írrito, y
Guyana decía que estaba vigente y que si no debían demostrar por qué es nulo e
írrito. Ese es el meollo del asunto.
Figueredo sostiene que
"en estos 19 años el gobierno venezolano debilitó totalmente la
reclamación por el Esequibo, porque cuando el presidente Chávez dijo en una
declaración que podía hacer concesiones siempre que fueran en beneficio de su
pueblo, nos quitó el único argumento que teníamos en la mano los negociadores:
rechazar cualquier inversión".
Y, recuerda el analista,
"no solo dijo eso, sino que también dijo que esa reclamación era producto
del colonialismo; es decir, que en cierto sentido desvirtuó la reclamación.
Después, ya en manos de Maduro, cuando se reunieron hace más de dos años con
las autoridades de Guyana, Venezuela insistía en los buenos oficios y Guyana
pedía la Corte".
A su juicio "Venezuela no
debió haber dicho 'vamos a pasar a otra etapa, por ejemplo, la mediación' si Guyana
hubiera insistido en la Corte, porque el Secretario General no podía decidir
sino por una tercera vía que no fuera ni la de uno, ni la del otro. Esa fue una
torpeza diplomática del gobierno venezolano". Además, "una vez que
decidieron eso y nos dieron el año, nombraron, pagado por Naciones Unidas, a un
noruego para que fuera oficiante. Venezuela no protestó en ese momento y
pasaron dos años, y ahora que ya está en la Corte, el gobierno venezolano dice
que no va a asistir, y esto tiene precedente".
—¿Cuál fue el precedente?
—El más importante precedente
fue en 1986 cuando hubo una demanda ante la Corte internacional de Justicia de
Nicaragua en contra de los Estados Unidos. En esa demanda Estados Unidos
desistió de participar y la Corte siguió su procedimiento y dio un fallo, vale
la pena referirlo, a favor de Nicaragua. Entonces, la decisión de no ir no
garantiza nada particularmente beneficioso para Venezuela, porque Guyana está
en posición del territorio. Si nosotros estuviéramos en posición del territorio
podríamos decir que sí, podríamos decir: "Ven para que me lo quites".
Además, tenemos que ver el hecho, no jurídico, sino político internacional, que
es que la inmensa mayoría de los países del Tercer Mundo, de los que fueron
potencias coloniales, son simpatizantes de Guyana en esta materia porque la
frontera de esos países fue establecida por actos tan inicuos y tan arbitrarios
como el que nos ocurrió a nosotros en el siglo XIX, y lo que quieren y
mantienen los países del Medio Oriente, Asia y África es el principio de la
"intangibilidad de las fronteras".
—¿Qué significa la
"intangibilidad de las fronteras"?
—Significa que no se modifican
las fronteras. Las fronteras que fueron hechas en la época colonial no queremos
que se modifiquen. Guyana argumenta que sus fronteras se formaron por un laudo,
y son sus fronteras. Si usted ve por ejemplo a Siria, Irak y esos países de
África, las divisiones son en línea recta. Ninguno de esos países, llámese
Congo o Nigeria, quieren que se abra la Caja de Pandora y que haya una decisión
que permita la rectificación de fronteras. Eso no es jurídico, pero sí tiene
peso político. Son 15 magistrados en la Corte Internacional de Justicia (CIJ):
busque los nombres de cuáles son originarios de países que fueron colonia. Entonces
ya uno puede saber cómo piensan, porque ellos no son seres extraterrestres; se
formaron en sus países.
Por otro lado, añadió,
"vemos el caso de las concesiones que se han dado a Exxon, que ya no es el
socio mayoritario. Exxon es socio nada menos que de la Corporación Nacional de
Petróleo de China (CNOOC), una de las compañías importantes de ese país",
estima.
"La situación
internacional no nos es favorable. Nosotros tendríamos que ver cómo nos
defendemos, cómo argumentamos nuestro caso. Lo que hemos debido hacer hace
muchísimo tiempo era preparar e invertir un equipo de juristas de primer nivel,
como financiamos lo de Nicaragua contra Colombia recientemente, y tener listo
un caso para argumentar y sostener por qué ese Laudo de 1899 era nulo e írrito.
No es porque me da la gana, porque si usted dice que algo es nulo e írrito,
alguien tiene que decidir si es así, y no simplemente porque yo lo digo",
subraya.
—Carlos Ayala Corao advierte
en una de sus declaraciones que la vía de la CIJ estaría contra el acuerdo de
Ginebra de 1966, y argumenta que una solución jurídica sería unilateral.
—No, porque no fue que Guyana
fue unilateralmente. Inclusive, hay un comunicado del Secretario de las
Naciones Unidas cuando se acordó eso y se decidió, una vez aceptado un
procedimiento y convocados los cancilleres. A Venezuela le dio los buenos
oficios, no pasó nada en ese año y después, como no pasó nada, se pasa a la
otra parte del compromiso establecido. Yo creo que, independientemente de que
me encantaría que fuera como dice Carlos Ayala, definitivamente como venezolano
sé que tenemos razones históricas, morales y éticas para nuestro reclamo. Pero
no nos estamos moviendo en el nivel moral o histórico, sino en el del derecho y
la política, y ambas situaciones no son las más favorables para nosotros,
lamentablemente.
—¿Cree usted que el hecho de
que el gobierno venezolano sea rechazado por algunos países contribuye a que
este tema del Esequibo nos sea adverso en el contexto internacional?
—Eso también contribuye, pero
lo que pasa es que este gobierno ha manejado mal este tema, y tiene la
responsabilidad de que estemos en la Corte. Yo creo que si no encontramos
soluciones diplomáticas interesantes, inevitablemente íbamos a terminar en un
procedimiento judicial, que hubiera podido ser un arbitraje o la Corte. Yo
hubiera preferido un arbitraje, porque generalmente lo forman tres: ellos
nombran uno, nosotros nombramos otro y de común acuerdo se nombra el tercero.
En cambio, sobre la Corte no tenemos ningún control, porque son 15 magistrados
designados por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Lo que me llama la
atención es venirse a rasgar las vestiduras en este momento: es casi como si
quisiéramos repetir lo del general Leopoldo Galtieri (1981-1982) con Las
Malvinas, pero con un contexto internacional ampliamente desfavorable para
Venezuela. En cambio, el de Las Malvinas era favorable para Argentina.
Emilio Figueredo enfatiza que
"ningún país quiere que se revisen las fronteras establecidas en el siglo
XIX y principios del XX que fueron arbitrarias e impuestas por las potencias
coloniales. Esos países viven con esas realidades. Imagínese el caos o las
situaciones de tensión que pudieran llegar hasta ser bélicas, si se ponen en
cuestión todas las fronteras del siglo XIX y XX".
No duda en afirmar que
Venezuela ha sido maltratada, pero ha recogido lo que ha sembrado. "Yo soy
unos de los convencidos que fue una situación injuriosa la situación de
Venezuela en el caso del Esequibo. Pero desgraciadamente los venezolanos hemos sido
muy culpables de todo eso, por no tener un consenso. Por ejemplo, entre los
negociadores venezolanos en 1830 estuvo Alejo Fortique quien negoció con
Inglaterra y logró un acuerdo que, sin llegar al Esequibo sino al río Moruco,
hubiéramos tenido casi 90 o 95% del territorio. ¿Y esto quién lo rechazó? La
clase política venezolana. Lo mismo pasó con la Guajira, con el Tratado
Pombo-Michelena. Se logró un acuerdo de una gran parte del territorio para
nosotros. Y, ¿quién lo echó a perder?, los venezolanos. Y ¿quién vuelve a echar
a perder? Los venezolano, que somos incapaces de tener un acuerdo nacional
único en materia de política exterior, y mucho más en este régimen
excluyente".
Figueredo sigue lanzando
interrogantes incómodas. "Pregunto yo: ¿Ha consultado este gobierno a
Carlos Ayala Corao, a Sadio Garavini, a Milagros Betancourt, al embajador Luis
Herrera Marcano –que estuvo en la primera negociación–, o al embajador
Jean-François Pulvenis? Es decir, ¿consultarlse a expertos, aunque no sean
parte del gobierno?".
Pero "a diferencia de esa
actitud excluyente, cerrada, controlada en Venezuela, de gente que no conoce
bien el tema; en Guyana todos los partidos políticos, todo el país como un solo
hombre respaldan como política de gobierno la posición de Guyana".
—¿Por qué Venezuela en todas
las negociaciones ha rechazado la vía de la Corte Internacional y Guyana la
apoya? ¿Qué hay detrás de todo eso?
—Nada. Guyana la apoya porque
durante 52 años de discusiones no se ha llegado a ningún acuerdo. En el Acuerdo
de Ginebra se aceptó la aplicación sin reserva del artículo 33. Si no
hubiéramos querido ir a la Corte, hubiéramos dicho que estábamos de acuerdo con
el artículo 33, salvo con la parte jurisdiccional. Si no hay reservas ni
oposición a un mecanismo, se aplica, como está escrito en la Carta de las
Naciones Unidas. Lo demás es buscar cualquier excusa. Está bien que busquemos
cualquier excusa, pero eso no quiere decir que la Corte, al final, no termine
decidiendo, y si decide, nosotros estaremos en desacuerdo, pero la inmensa
mayoría de la comunidad internacional estará de acuerdo.
—En ese sentido, ¿es
responsable la cancillería de Venezuela en estos últimos años por lo de la CIJ?
—Es responsable porque el tema
de Guyana lo manejaron con el mayor de los secretos tratando de no irritar al
Caricom, porque necesitaban sus votos para bloquear cualquier instancia en la
OEA. La política de tener al Caricom como aliado pasaba por no irritar y hacer
ruido con la reclamación. Pero aparte de eso, antes de que estuvieran ellos en
el gobierno, Venezuela patrullaba la línea que había fijado el Laudo y la
Marina no dejaba pasar a nadie más allá de esa línea. Eso se suspendió. Y
cuando un capitán de navío apresó en aguas venezolanas al Teknik Perdana, al
tipo, en vez de ser considerado un héroe, lo destituyeron.
—¿Qué hay detrás de esta
actitud del gobierno?
—Detrás de todo esto hay una
cosa muy grave, y es que Cuba siempre ha apoyado en todos los foros
internacionales, en todas las instancias internacionales a Guyana, y ha sostenido
que esa decisión y el Acuerdo de Ginebra era un producto del imperialismo.
Usted sabe la influencia que tenía Fidel Castro sobre Chávez. Ahí hay una
mezcla de ideologías y ahora, porque no les queda más recurso, van a hacer una
acción, que a mi juicio, tiene muy poco efecto y pocas consecuencias positivas
para el país, aunque espero -y le pudiera poner una vela a San Judas Tadeo-
para que la Corte dijera que no a este último procedimiento. ¡Ojalá! Como
venezolano lo deseo.
—¿Usted cree que no acudir a la
Corte Internacional de Justicia sería un gran error del Estado venezolano?
—La Corte es juez de su
competencia y puede determinar. Corremos el riesgo de que pase como el caso que
le dije, de 1986, entre Nicaragua y Estados Unidos. Yo espero, aspiro y me
encantaría que fuera una actitud distinta, pero el riesgo existe porque las
condiciones parece que van hacia esa dirección. Yo no quiero ser profeta del
desastre, pero, estoy muy preocupado. Estoy preocupado por el contexto
internacional del que hablamos antes, porque hay precedentes en esa materia. El
planteamiento es que Venezuela dice, y yo también lo sostuve en el tiempo, que
el Laudo de 1899 es nulo e írrito. Si yo hago una contención y digo que es nulo
e írrito, hay que estar claro que eso lo debe decidir alguien.
—Internacionalistas y expertos
en la materia limítrofe dicen que el Acuerdo de Ginebra le da la razón a
Venezuela en cuanto al Laudo de París.
—Si, pero no se logró. Hubo
intentos de negociación pero nunca las aceptamos. Era el todo o nada, y con esa
actitud no hay negociación. En el Pombo-Michelena, con Colombia, perdimos
también muchísimo más en territorio, y esto pasó porque queríamos que el
territorio de San Faustino, donde está Cúcuta, perteneciera a Venezuela. Y cómo
iba a suceder eso en el siglo pasado si en Cúcuta había nacido Santander, y era
decirles a los colombianos que todos los héroes eran venezolanos. Esa siempre
fue la élite gobernante. Los venezolanos hemos actuado muy mal en las
relaciones internacionales. Solamente un arbitraje internacional ganamos: Isla
de Aves. Pero resulta que quien está apoyando a nuestro país en este momento es
la isla de Dominica, que no reconoce nuestra jurisdicción sobre Isla de Aves.
Este es un país bizarro.
—Es un país bizarro y además
se toman decisiones bizarras, porque escuché a Maduro decir que el Esequibo es
de Venezuela y que iban a ir hasta el final.
—¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos
a invadirlo? Porque ellos desde 1989 están en posición del territorio. Es
más, en la época de Pérez Jiménez inclusive abrimos un consulado en la frontera
allí, en Morajuana.
—Em el 2015 un grupo de
diputados propuso la creación del estado número 25: sería el estado del
Esequibo. ¿Usted cree que este tipo de acciones podrían haber ayudado en algún
modo a establecer soberanía?
—Para nada. Este es un
problema que se dirime internacionalmente. ¿Cuál es el mecanismo para
solucionar los conflictos? Si no hay una solución de los conflictos, hay un
mecanismo que te lleva inexorablemente a una solución judicial, a falta de
acuerdos. Nosotros podemos decir lo que queramos, pero Guyana está en posesión
de ese territorio. Hubo un chance cuando la rebelión del grupo de Rupununi
(movimiento separatista en el sur de la Guayana Esequiba), y Venezuela no
actuó adecuadamente.
"Yo creo que ahora con el
Esequibo, el Gobierno quiere armar un caso político como el de las Malvinas
pero en un momento de baja popularidad internacional de Venezuela en el
exterior. Yo como venezolano sí considero que esa sentencia fue una componenda
y que nos quitaron lo que nos correspondía, según el uti possidetis iuris.
Eso es desde el punto de vista jurídico, pero en la realidad de los hechos
actuales no veo simpatía de parte de la comunidad internacional, de los países
del Tercer Mundo, e inclusive de los que no son del Tercer Mundo, para que
Venezuela consiga algo por una vía que no sea el acuerdo de los guyaneses de
devolverle el territorio, y recuerde que representa las dos terceras partes del
territorio de Guyana", reflexiona.
—¿Cuáles, según su criterio,
serían los pasos que debería dar el Estado venezolano para tener una política
eficiente con respecto a la reclamación del Esequibo?
—Primero, informar la verdad
al pueblo venezolano; segundo, buscarse los mejores asesores jurídicos
internacionales y tratar de defender la posición, porque si no, estamos como el
avestruz: metiendo la cabeza bajo la tierra y esperando que se resuelva por
magia, y así no se va a resolver.
—Entonces, ¿cree usted que la
falta de información ha contribuido a todo este desbarajuste?
—Claro que sí, como ha
contribuido, en otras instancias, la desprofesionalización de la Cancillería
que tiene consecuencias. Es que ni siquiera se sabe quién es la persona
encargada del tema del Esequibo. En principio era Roy Chaderton, pero me pregunto:
¿dónde está ese equipo? Cuando yo tuve la responsabilidad, tenía que informar
cada paso que hacía a todos los partidos políticos de oposición y del gobierno.
El país entero estaba informado de lo que estábamos haciendo. No había una
diplomacia secreta.
04-07-18
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