Víctor Amaya 06 de julio de 2018
@victoramaya
Durante la 74° Asamblea Anual de
Fedecámaras, el analista de Políticas Públicas Michael Penfold se refirió a
cómo una transición política en Venezuela es posible pero no ocurrirá por sí
sola ni por la mera presión económica o internacional
Mientras
Julio Borges dice que Venezuela está “condenada” a ser un país libre y que el
cambio político es “inevitable” e incluso “inminente”, el analista Michael
Penfold no se anda con rodeos y hasta se atreve a pinchar algunos globos a
quien crea la retórica de que el cambio es inevitable, que el sistema “ya no
aguanta”, que falta un empujoncito o que Maduro está caído pero él no se ha
enterado.
Es la
manera que tiene profesor del Centro de Políticas Públicas del Instituto de
Estudios Superiores de Administración (IESA) de alertar sobre los peligros de
quedarse esperando a que tales escenarios simplemente lleguen, ocurran. Así lo
planteó un día después de que Borges afirmara que el gobierno va a colapsar y
la oposición estará lista para entonces encabezar una transición.
Penfold,
doctor en Políticas Públicas expuso, durante su participación en la asamblea
anual 2018 de Fedecámaras, que pensar que la catástrofe económica barrerá con
el gobierno es ingenuo, especialmente porque “los sistemas autoritarios no son
tan vulnerables a los factores económicos y sociales como los sistemas
democráticos”.
Insistió
en que “la transición no es solo un problema de legitimidad sino de
alternativas”. Por tanto, hay que construirlas. Por eso enfatizó que para
lograr el cambio político hace falta el quiebre de la coalición dominante,
ofrecer una alternativa creíble e incluyente, motorizar el apoyo internacional
y reducir los costos de salidas.
Pero
nada de eso será posible si no se producen escenarios de encuentro entre todos
quienes desean la llegada de esa transición. “No hay forma de salir de esta
crisis sin altísima cooperación política. Hay muchos factores compitiendo
creyendo que van a dominar una transición. No podrán. Hay que cooperar para
reinstitucionalizar al país. Solo así se podrá enfrentar la estabilización”,
apuntó el académico.
A
partir de allí, puntualizó los factores que complican el quiebre del oficialismo:
se trata de un régimen autoritario de carácter hegemónico, que tiene control
político sobre la renta petrolera en un petroestado y ejerce control social de
la acción ciudadana “mediante la salud, la vivienda y la comida”. Además, entra
en juego la corrupción “que es tan grande que cualquier cambio pasa por
abordarla inteligentemente”. Se refiere, claro, a los incentivos para quienes
han hecho de la acción del Estado y los enriquecimientos a través de la
economía negra un modus vivendi.
La
construcción del cambio político pasa por tragar grueso. Entender que sin
incentivos para el quiebre, o con costos de salida muy alto las oportunidades
de que ocurra serán menores. A juicio de Penfold, al ser el actual un sistema
hegemónico y no solo uno autoritario militar, lograr el quiebre de la coalición
es más difícil.
Insistió
el director de Strata Apoyo Empresarial que la presión internacional es
necesaria, pero pasa por la existencia de presión interna. “Las sanciones
pueden obligar a buscar una salida pero también incrementan los costos de
salidas y suelen no ser muy eficaces en procesos de democratización”, añadió.
En eso
coincidió con el diputado Miguel Pizarro, quien aprovechó su intervención en
Fedecámaras para afirmar que “afuera pueden presionar, ayudar, pero sí aquí
adentro no hay fuerza, movilización, activación, reclamo, aquí no va a haber
cambio”. El parlamentario insistió además en que la clase política debe ser
autocrítica: “Los políticos no estamos para ser analistas de la realidad sino
para marcar caminos”.
De
igual forma, Pizarro condenó que los partidos políticos “mantengan la discusión
estúpida de cuál es mas grande en un país donde no pueden competir. Merecemos
mejor politica y mejores políticos. Hemos sido sumamente ineficaces en la
construcción de expectativas y hemos terminado construyendo frustraciones”,
admitió.
Por
eso insistió en que sin protesta social es imposible el cambio, pero solo con
protestas tampoco; que la negociación por sí misma no genera el cambio, pero
que es ilusorio pensar que sin negociación se puede llegar a ella; que es
ingenuo pensar que el gobierno va a entregar solo por la vía electoral, pero
sin la vía electoral también es imposible transitar el cambio.
Mientras
tanto, la conflictividad social aumenta, sin guía, desperdigada, sin la tan
mentada conducción política que se ha afirmado hace falta desde hace un lustro;
dicho incluso por los propios dirigentes opositores que describen más que
lideran.
Penfold
añadió que “el país no está en paz. Hay tantos saqueos como el julio del año
pasado. Las protestas han caído, pero en estos dos meses van subiendo. Hay días
con más de 30 protestas sociales, fundamentalmente de temas reivindicativos y
de servicios públicos”. Todo ello en un país donde la salida ya no
necesariamente es por Maiquetía, como se decía hasta que la emigración la
protagonizan los buses.
“Hace
un año atrás la opción de irse era más atractiva porque con 12 salarios
integrales ahorrados se podía viajar a Perú. Ahora hacen falta 240 salarios
mínimos integrales. Entonces protestar es más atractivo”, puntualizó el
experto.
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