Thays Peñalver 26 de agosto de 2018
Le
haré la pregunta contenida en una encuesta relevante y muy conocida. Le ruego
que responda de acuerdo a la pregunta, suplicándole también que se esfuerce, en
la medida de lo posible, evitar contestar a todas “el Socialismo”: ¿Marque en
orden de importancia, cuáles son los principales problemas económicos en el
país?:
1.
El alto costo de la vida,
2.
La inflación,
3.
El desabastecimiento de alimentos,
4.
El de medicinas
5.
La inseguridad,
6.
El desempleo,
7.
La falta de dólares,
8.
Las colas para comprar,
9.
Los bajos salarios y
10.
La crisis económica.
¿ya
hizo su ejercicio mental?
Vamos
a hacer ahora el mismo ejercicio pero frente a un caso de dengue hemorrágico:
Marque los principales problemas de dengue en el país.
1.
La fiebre y el dolor muscular,
2.
La congestión nasal
3.
La tos. 4 la diarrea y vómitos
5.
El sangramiento en las encías y nariz,
6.
La crisis hospitalaria producto de la epidemia.
¿Ahora
si vio lo que ocurre?, En los dos primeros casos la mayoría de los venezolanos
(97%) se apresuró a marcar los números en orden de importancia, hasta que llegó
al dengue y dijo: “¡Pero que idiotez es esta!, ¿quién cara.. hizo esta
encuesta? el problema es la enfermedad, la plaga, la epidemia y no sus
consecuencias”. Y eso fue lo que ocurrió con los anteriores ejercicios, lo
primero que la gigantesca mayoría hizo, fue pensar que eran “el país”, y
marcaron mental y lógicamente los problemas que más los afectan en lo
particular. No contestó jamás desde lo público, pues esos no son los
“principales problemas en el país” en materia económica ya que esos no se los
pusieron en la encuesta. Y a diferencia del caso del dengue, marcaron las
consecuencias, síntomas y las secuelas de los verdaderos problemas del país.
Es
pues idiota, en el significado griego, tanto plantear que esos son los
problemas como responder las preguntas, pero más idiota es que el administrador
público tampoco lo entienda y viva ejecutando propuestas para detener los
síntomas y no la enfermedad. En otras palabras, el alto costo de la vida, el
desabastecimiento, desempleo o la inflación son síntomas de una sola y única
enfermedad. Pero muy probablemente como usted me ha leído y sabe que he dicho
hasta el cansancio que esto es un problema “político” ahora si apelará al grito
“¡Maduro es el mosquito” y “el socialismo, es la plaga”. Pero no es así, por
eso le pedí que los excluyera del ejercicio inicial. La plaga es mucho, pero
mucho más grande.
Verá,
el ejercicio se debe a que la mayoría de los postulados de la primera pregunta
los venimos arrastrando de una encuesta realizada en diciembre de 1938, por eso
también se encuentran en otra de septiembre de 1953, fue importante en una
encuesta que esbozó Rómulo
Betancourt en su primer año, o que “la situación de desabastecimiento
y precios (..) fue esencial” para que ganara Carlos Andrés en su primer
gobierno. Mismos postulados por los que la gente estaba muy mal antes del Caracazo,
lo mismo que señalaba Mercanálisis en 1995 o Datanálisis hoy.
No me
malinterprete, le concedo completamente la razón. La revolución hizo el
mayor daño porque convirtió lo que había en híper, es decir híper
desabastecimiento, en hiperinflación, híper inseguridad, híper regulaciones,
hiper crisis del agua y de todos los servicios públicos hasta convertirnos en
un Estado fallido. Pero por lo mal que estemos, no debemos nunca olvidar a las
crisis anteriores, porque la pregunta es lo único simple y no las respuestas.
¿Por qué nunca hemos sido capaces de resolver absolutamente ninguno de nuestros
problemas?. Por eso cuando digo que el problema es “político” lo digo por otra
cosa.
Volvamos
a las encuestas ¿Por qué hay desabastecimiento de alimentos y medicinas? Porque
no los producimos. ¿Por qué cuestan tan caro o hay inflación? Porque lo poco
que producimos escasea. ¿Por qué hay colas para comprar? Porque no producimos.
¿Por qué hay bajos salarios? Porque no producimos. ¿Por qué no hay dólares? Carrizo,
porque no los producimos. Por eso le pregunto de nuevo ¿Cuál es el principal
problema económico en Venezuela?, Exacto, no es solamente que no producimos, es
el “mosquito” y mientras no enfrentemos al insecto, nunca saldremos adelante.
Así
que muy bien. ¿y dónde está la “epidemia” aquí?
Seguramente
Usted tiene un amigo, conocido o un vecino de esos que hace mucho heredó una
plata de sus padres. Comenzó yendo a sus fiestas llenas y disfrutó de su
despilfarro y después supo de él de vez en cuando. El tiempo pasó, su amigo
tuvo tres hijos, estos hijos tuvieron sus nietos y todos viven en la vieja casa
arrimados y lógicamente arruinados. Años más tarde se enteró en una fiesta que
murió, con la luz robada del poste, amargado por que la vida fue mala con él, fanatizado
con una revolución destructiva y con toda la familia peleada por los despojos
que quedaron.
Si
usted conociera a alguien así, muy probablemente todos sus amigos y conocidos
coincidirían en varios aspectos: “fulanito tuvo la suerte de heredar una
fortuna, pero era un vago que se puso a vivir de la renta, despilfarró a manos
llenas, no produjo nunca nada y fracasó en todas las locuras que emprendió,
porque además nunca se preparó”. Y no me diga que no conoce a alguien
exactamente así, porque los conoce, de hecho conoce a demasiados y muy bien.
Si se
trata de un vecino o un conocido, nosotros culparíamos al vago. Pero si
hablamos de toda una nación, lo llamamos “País Petrolero” y el problema no es
que lo seamos, sino que no nos avergüence admitir que lo somos, que tuvimos
suerte, que vivimos de la renta, del trabajo de unos pocos, que despilfarramos
y que terminamos arrimados y culpando a todos de no estarás
desgracias, como el amigo o el conocido. Los culpables son los
políticos que escogimos entre los miembros de la familia, son los pocos
empresarios, son los escasos productores, son los comerciantes y, los pocos
pendejos que trabajan pero nunca, nunca mencionamos a los rentistas. En fin
amigos, que el mosquito es ese pensamiento mayoritario del venezolano y
mientras no lo erradiquemos para siempre, Venezuela permanecerá siendo un
Estado fallido.
Pero no es algo nuevo, viajemos hasta el año 1858 e imaginemos que escuchamos el mejor debate sobre lo que nunca hemos dejado de ser, por parte del presidente de la Constituyente, el Dr. Fermin Toro quien ya desde aquella época nos cantaba nuestra única verdad, arrastrada a lo largo de 160 años:
“¿Cuáles
son -decía Toro- las clases de individuos que obedecen al gobierno y por qué
motivo le obedecen? En el más alto lugar está (la clase ilustrada) los que
obedecen al gobierno (..) reconociéndolo como una necesidad pública (..) y
sacrifican en su sostenimiento parte de su libertad y sus propios intereses.
Desgraciadamente, en Venezuela ésta es la clase que ofrece menos garantías a la
sociedad (..) es también la más viciada. De ella salen los conspiradores, los
que aspiran constantemente a los destinos públicos, los que ansían por grados
militares, los que minan la Constitución con teorías absurdas, con ideas
corruptoras, para extraviar el pueblo. Esta es una verdad triste, pero es una
verdad”. (aplausos)
“La
segunda clase de los que sostienen el gobierno, son aquellos que lo hacen por
conveniencia. Los que derivan del gobierno un salario pagado de las rentas
públicas. Esta clase constituye una plaga (..) la población aspira a vivir del
público; es una lucha por tener empleos; y el hombre de honor y de conciencia
que ocupa una vez el poder, lo arroja de sí para siempre porque o tiene que
prevaricar o hacerse enemigo de la mitad de la sociedad” (aplausos).
“¿Cuál
es la otra clase de los que sostienen al gobierno? Los que llaman gobierno al
Jefe del Estado, los que simbolizan la nación en un hombre, y no conocen más
derechos, ni más voluntad nacional, que la voluntad de este hombre. Es una desgracia,
pero es una verdad. Todas estas fuerzas unidas caen sobre el gobierno central;
unos para conspirar, otros para medrar en la lucha de los destinos públicos, y
otros para dejarse arrastrar” (aplausos)
“¿Qué
se deduce de todo esto? Que falta civilización. Los hombres no tienen la
inteligencia suficiente para guiarse por sí mismos, para ilustrarse, progresar,
conocer sus derechos y sus intereses; y es imposible que tengan una idea cabal
de la Constitución política. Así vemos en la práctica llevar en las elecciones por
delante como borregadas y éstos son los que van a decidir de la suerte de la
república”
(..)Así
es que, si nuestros abuelos resucitaran, encontrarían que no progresan siquiera
en la parte material.” (grandes aplausos)
Eran
tiempos en los que el Congreso comenzaba a debatir seriamente sobre los problemas
de Venezuela, donde nuestros políticos comenzaron a apuntar al mosquito y a
la plaga. Pero fueron barridos nuevamente por el barbarismo. Solo Betancourt en
1940 volvió a poner el dedo en la llaga y decidió retomar la idea de
implementar lo que bautizó como “La Gran Cruzada”, un último
intento, muy ambicioso por cierto, para cambiar nuestro destino que tuvo como
finalidad “combatir tercamente el derrotismo, la falta de entusiasmo, la
abulia, el pata-palismo del venezolano”, algo así como lo que Valmore Rodríguez
definió bastante bien en 1941: “la ignorancia y la ausencia de espíritu
publico”.
Es muy
lamentable, pero el mosquito aquí siguió causando generación tras
generación, la misma epidemia de “falta de civilización” hasta llegar al
presente. Así que si usted quiere superar la epidemia debe comenzar por la
primera fase para poder convertir a Venezuela en una nación próspera y ésta
consiste en admitir que no es el socialismo, ni el capitalismo, la democracia o
la dictadura, sino que nosotros los venezolanos, somos el mosquito.
Thays
Peñalver
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