Por Marianella
Herrera-Cuenca
Xenofobia, desnutrición,
embarazo precoz, malaria, difteria, incrementos de las mortalidades materna e infantil,
crisis hospitalaria, hiperinflación, entre otros. No sé ya por donde comenzar.
La crisis que vive
Venezuela, es una crisis sin precedentes, eso lo sabemos y desde hace tiempo.
Recuerdo precisamente que por allá por los años 2009-2010, cuando nos dedicábamos
a estudiar la obesidad, veíamos que la gente comía los alimentos más baratos,
menos saludables porque era lo que podía pagar, una clásica del mundo moderno:
disponibilidad de alimentos ricos en calorías pobres en nutrientes… que sacian
el apetito y hacen creer que no hay hambre.
Al mismo tiempo, era la
época de oro de los dólares preferenciales, se viajaba, se pedía un cupo anual,
se asignaban los dólares. También las líneas aéreas vendían los boletos con
esos dólares, era significativamente más barato comprar un boleto aéreo en
Venezuela que en otras partes del mundo. Recuerdo haber estado en vuelos donde
la mayoría de los pasajeros eran de otros países de Latinoamérica, venían a
Caracas se quedaban una noche (¡si a pesar de la inseguridad, lo barato del
boleto bien valía el riesgo!) cenaban en uno de nuestros fabulosos
restaurantes, todavía conservamos unos pocos, y al día siguiente el destino era
París, Roma, Frankfurt, Madrid, Nueva York. Claro, a un precio menor gracias a
los dólares preferenciales.
De eso sacó provecho
Latinoamérica entera. Recuerdo haber tenido compañeros de asiento
colombianos, peruanos, argentinos, brasileños, ecuatorianos, chilenos. Ni
hablar de los que eran residentes en Venezuela, ¿cuántos residentes había en
Venezuela de otros países de Latinoamérica? Millones, a quienes también se les
dio su respectivo cupo de dólares preferenciales. ¿Cuántos de ellos “rasparon
su cupo”? Aquí todo tenía el “tinte” de dólar preferencial.
Los alimentos, los
medicamentos, los viajes, y quien sabe cuántas cosas más. Como todo control
desmedido e irracional, se prestó para la más terrible de las corrupciones,
venezolanos y extranjeros nos volcamos a esa burbuja irreal e insostenible que
colapsó en el tiempo. Unos por necesidad (¿la única manera de viajar es comprar
un boleto si?) otros porque realmente le sacaron el provecho que pudieron. Pero
el mundo entero y esa comunidad internacional que ahora finalmente preocupada
(¡ya no queda otra que preocuparse!) se hacía de la vista “gorda”.
Cuántas veces no escuche de
extranjeros ajenos a la realidad venezolana decir que en Venezuela ahora se
vivía mejor. Y ahora ¿qué? Ahora nos llaman los caminantes. Caminante no hay
camino, se hace camino al andar dijo el poeta Joan Manuel Serrat y es así en este
momento, los venezolanos estamos haciendo nuestro camino, así los demás
países opten por el camino de la xenofobia.
Para quienes todavía no se
dan cuenta, la crisis venezolana es la crisis de Latinoamérica entera y la
batalla que se libra en Venezuela entre la luz y la oscuridad es la batalla de
todos
Lamentable es que haya
tenido que ocurrir todo lo que ha ocurrido en los últimos años para que el
mundo entero reflexione, abra sus ojos, y actúe. Por cierto y aclaro, no me
refiero a ninguna invasión, no, eso no lo deseo. Me refiero a la revisión sobre
los mecanismos de cooperación y defensa de los derechos humanos internacionales
que deben velar por la población civil, indefensa e inocente. A la defensa de
los derechos del ciudadano de a pie en la cual todos debemos involucrarnos,
venezolanos y ciudadanos del mundo, así como debemos apoyar la búsqueda del
respeto a los derechos de los ciudadanos sirios o nicaragüenses, conjuntamente
a los de los venezolanos.
En esta larga lucha por
entender, por aprender y por no darse por vencidos, hemos sido testigos en
primera fila del horror de la desnutrición, de las muertes inmorales por
desnutrición en el país más rico en petróleo del mundo, del incremento de la
malaria, del regreso del sarampión, difteria y otros, de la escasez de
anticonceptivos, del incremento del embarazo precoz, y ahora de la puesta
en marcha de políticas públicas tan equivocadas como un sistema único de salud,
la eliminación de los exámenes de admisión para las especialidades médicas y
quirúrgicas, entre otros y para colmo de los arranques xenofóbicos de
otras poblaciones en contra de los venezolanos.
¿Se me olvida algo?
En esta larga lista, por
supuesto que hay elementos que no menciono, no quiero hacer un artículo
interminable. Pareciera que el término: políticas públicas basadas en evidencia
es desconocido para quienes tienen el deber de conceptualizarlas y diseñarlas
con base en la evidencia empírica o científica, de acuerdo al problema público
a considerar. Es inconcebible que la evidencia científica no llegue a las
políticas públicas de salud en pleno siglo XXI.
Es inconcebible además que
el embarazo precoz en lugar de disminuir, aumente a pasos agigantados, que la
mortalidad materna e infantil no haga sino crecer y que medidas hoy en día
tan básicas como promover el control de embarazo, sea una utopía para una mujer
embarazada venezolana en el 2018. Los problemas públicos se resuelven
analizando con base, con estadística, ¿dónde están los datos de la dirección
nacional de epidemiologia? Cuando el problema de salud de una nación comienza
“in utero” y tienes ya desnutrición crónica a los dos años de edad el
cerebro de ese niño estará comprometido a futuro.
La evidencia muestra que la
prevención comienza desde el periodo pre-concepcional, siendo el estado
nutricional un factor importantísimo, pues luego que comienza el embarazo es
muy difícil modificarlo. En Venezuela todavía tenemos médicos que trabajamos
por y para los más necesitados, siempre lo hemos hecho, no hay manera de no
hacerlo y más ahora. Se han ido muchos, pero quedamos unos cuantos, solo hay
que ver el trabajo de las organizaciones de salud, guiadas por médicos y
profesionales de áreas aliadas de impecable trayectoria.
Es evidente que necesitamos
políticas públicas basadas en evidencia, esto sería una mejora sustancial para
la lista de “todas las anteriores”, incluyendo para la xenofobia desatada en
otros países.
La manera de parar el éxodo,
es que Venezuela comience a funcionar nuevamente, y para ello se necesita
trabajo mancomunado y una comunidad internacional clara, que también haya
aprendido la lección
29-08-18
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