Tulio Ramírez 20 de agosto de 2018
La
verdad es que el socialismo ha sido un sistema político y económico con muchas
incoherencias internas. La distancia entre lo que se pregona y lo que se lleva
a cabo, es infinita. Es como cuando se te quiere vender una lavadora de “última
generación” que, según el vendedor, ahorrara el trabajo de seleccionar la ropa
según su color. El asunto es que después de comprada, terminas con la ropa
blanca teñida de rosado porque la fulana lavadora no fue diseñada para que
cumpliera esa función. Igual sucede con el socialismo. Te lo venden como la
panacea para acabar con las injusticias y la explotación. Al final, cuando lo
compras, se convierte en una oferta engañosa. Descubres que no está diseñado
para cumplir con esa función, sino que por el contrario, genera más injusticias
y mayor explotación.
Ahora
bien, hay una diferencia sustancial entre ambos engaños. Cuando te sientes
burlado porque la lavadora no tiene las milagrosas funciones con la cuales el
vendedor te cautivó, siempre tienes la opción de devolverla o denunciar ante la
justicia al vivían que te estafó. Pero, cuando descubres el engaño que supone
el socialismo, siempre será muy tarde.
No
tienes donde denunciar, porque los que reciben la denuncia son los mismos que
te engañaron, o también están engañados.
El
resultado, tu denuncia nunca será procesada porque “es imposible que el
socialismo no funcione”. Inclusive, es muy probable que el que vayas preso seas
tú por difamar al sistema “que protege a los humildes”.
Recuerdo
que en mis años de comecandela ucevista, tenía todas las respuestas para
contrarrestar los cuestionamientos sobre el socialismo como sistema. Era un
poco como el vendedor de lavadoras “inteligentes” que vende atributos
inexistentes de un producto que no ha utilizado nunca. ¿Qué el Comandante Fidel
comía muy bien y era un multimillonario?, pues eso era propaganda de la CIA
para desprestigiar al líder. ¿Qué los cubanos invadían militarmente a otros
países?; eso lo que revelaba es el grado de sacrificio de un pueblo que cree en
el internacionalismo proletario y en liberar los pueblos del mundo. ¿Qué en
Cuba la gente está pasando hambre y huyendo en balsa a Miami?; una cosa, decía
con vehemencia a mis interlocutores, es pasar hambre y otra vivir de manera
austera y con mucha dignidad, y en Cuba pasa lo segundo; ¿y sobre los
balseros?, bueno nadie puede obligar a nadie a ser feliz, el que se quiera ir
que se vaya. Como pueden ver era el perfecto idiota, defendiendo las bondades
de una “milagrosa lavadora” sin haber nunca lavado en ella.
El
socialismo chavista también tiene sus enormes incongruencias. Como todos, fue
una oferta engañosa. La mayoría de quienes compraron ese modelo político para
el país, hoy se sienten estafados. Tuvieron la ilusión momentánea de enmendar
su error a través de los dispositivos previstos en la constitución, pero
sucedió lo mismo que en todos los socialismos autoritarios. Quien recibió la
denuncia (CNE, TSJ, Fiscalía, Defensoría del Pueblo), o la torpedeó, o la
desechó, o simplemente hizo caso omiso del denunciante. Así entonces, no hubo
la tan cacareada “democracia participativa”, ni se le dio “a cada quien según
su necesidad”, ni hubo “el mayor cúmulo de felicidad posible”, ni hubo
“inclusión”, ni “protagonismo del pueblo”, ni “transparencia en el manejo de
los recursos públicos”, ni “contraloría social”, es decir, la lavadora nunca
escogió la ropa según el color, como lo aseguraba el vendedor, porque no estaba
diseñada para hacerlo.
Después
de haber dado tantas explicaciones para justificar las incongruencias de un
socialismo que no conocía de cerca, ahora me toca pedirlas a mí. Quisiera que
algún chavista me explicara cómo es que en una sociedad socialista, igualitaria
y con sentido antiimperialista, puede haber una de las hijas del líder máximo
de la revolución, viviendo en el imperio y declarando que “no tiene la culpa de
ser una heredera millonaria”, siendo que su padre, cuando llegó al poder, era
una persona proveniente de una familia humilde, sin bienes de fortuna ni
empresa conocida, que alardeaba de ello ante sus simpatizantes y que llegó a
decir que “ser rico, era malo”. Esa vaina no la puedo entender. Por favor que
alguien me lo explique.
Tulio
Ramírez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico