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martes, 21 de agosto de 2018

Que alguien me lo explique, @tulioramirezc




Tulio Ramírez 20 de agosto de 2018

La verdad es que el socialismo ha sido un sistema político y económico con muchas incoherencias internas. La distancia entre lo que se pregona y lo que se lleva a cabo, es infinita. Es como cuando se te quiere vender una lavadora de “última generación” que, según el vendedor, ahorrara el trabajo de seleccionar la ropa según su color. El asunto es que después de comprada, terminas con la ropa blanca teñida de rosado porque la fulana lavadora no fue diseñada para que cumpliera esa función. Igual sucede con el socialismo. Te lo venden como la panacea para acabar con las injusticias y la explotación. Al final, cuando lo compras, se convierte en una oferta engañosa. Descubres que no está diseñado para cumplir con esa función, sino que por el contrario, genera más injusticias y mayor explotación.

Ahora bien, hay una diferencia sustancial entre ambos engaños. Cuando te sientes burlado porque la lavadora no tiene las milagrosas funciones con la cuales el vendedor te cautivó, siempre tienes la opción de devolverla o denunciar ante la justicia al vivían que te estafó. Pero, cuando descubres el engaño que supone el socialismo, siempre será muy tarde.

No tienes donde denunciar, porque los que reciben la denuncia son los mismos que te engañaron, o también están engañados.

El resultado, tu denuncia nunca será procesada porque “es imposible que el socialismo no funcione”. Inclusive, es muy probable que el que vayas preso seas tú por difamar al sistema “que protege a los humildes”.

Recuerdo que en mis años de comecandela ucevista, tenía todas las respuestas para contrarrestar los cuestionamientos sobre el socialismo como sistema. Era un poco como el vendedor de lavadoras “inteligentes” que vende atributos inexistentes de un producto que no ha utilizado nunca. ¿Qué el Comandante Fidel comía muy bien y era un multimillonario?, pues eso era propaganda de la CIA para desprestigiar al líder. ¿Qué los cubanos invadían militarmente a otros países?; eso lo que revelaba es el grado de sacrificio de un pueblo que cree en el internacionalismo proletario y en liberar los pueblos del mundo. ¿Qué en Cuba la gente está pasando hambre y huyendo en balsa a Miami?; una cosa, decía con vehemencia a mis interlocutores, es pasar hambre y otra vivir de manera austera y con mucha dignidad, y en Cuba pasa lo segundo; ¿y sobre los balseros?, bueno nadie puede obligar a nadie a ser feliz, el que se quiera ir que se vaya. Como pueden ver era el perfecto idiota, defendiendo las bondades de una “milagrosa lavadora” sin haber nunca lavado en ella.

El socialismo chavista también tiene sus enormes incongruencias. Como todos, fue una oferta engañosa. La mayoría de quienes compraron ese modelo político para el país, hoy se sienten estafados. Tuvieron la ilusión momentánea de enmendar su error a través de los dispositivos previstos en la constitución, pero sucedió lo mismo que en todos los socialismos autoritarios. Quien recibió la denuncia (CNE, TSJ, Fiscalía, Defensoría del Pueblo), o la torpedeó, o la desechó, o simplemente hizo caso omiso del denunciante. Así entonces, no hubo la tan cacareada “democracia participativa”, ni se le dio “a cada quien según su necesidad”, ni hubo “el mayor cúmulo de felicidad posible”, ni hubo “inclusión”, ni “protagonismo del pueblo”, ni “transparencia en el manejo de los recursos públicos”, ni “contraloría social”, es decir, la lavadora nunca escogió la ropa según el color, como lo aseguraba el vendedor, porque no estaba diseñada para hacerlo.

Después de haber dado tantas explicaciones para justificar las incongruencias de un socialismo que no conocía de cerca, ahora me toca pedirlas a mí. Quisiera que algún chavista me explicara cómo es que en una sociedad socialista, igualitaria y con sentido antiimperialista, puede haber una de las hijas del líder máximo de la revolución, viviendo en el imperio y declarando que “no tiene la culpa de ser una heredera millonaria”, siendo que su padre, cuando llegó al poder, era una persona proveniente de una familia humilde, sin bienes de fortuna ni empresa conocida, que alardeaba de ello ante sus simpatizantes y que llegó a decir que “ser rico, era malo”. Esa vaina no la puedo entender. Por favor que alguien me lo explique.

Tulio Ramírez


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