Julio César Arreaza B. 19 de agosto de 2018
Una de
las cosas que agradezco a la vida es que desde jovencito- por la determinante
formación familiar-, alineé mi ser en torno a unos ideales que hoy mantengo.
Pieza importante de mi formación deviene del formidable educador, sacerdote
Luis María Olaso y de las ideas políticas republicanas sostenidas y practicadas
por los fundadores de Acción Democrática. La dirección política que ordenó a
los cuatro pobrecitos gobernadores arrodillarse ante la cubana y esperpéntica
ANC, marca un abismo de distancia en cuanto a integridad, convicciones y
conducta frente a ellos. Contra esa ignominia nos rebelamos quienes fincamos el
orgullo en la derrota democrática y militar que le dimos al invasor cubano,
tirano Fidel Castro, en las playas de Machurucuto.
Imbuido
de estos ideales humanistas y políticos siempre he acostumbrado a tomar nota de
pensamientos y escritos que alimenten e inspiren mi pensamiento y acción. Tal
es el caso de la frase que da título a este artículo. Yo comparto la idea que
el Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado. Lo más sagrado es la
persona humana creada a imagen y semejanza de Dios. Y descubrí que el hombre no
se puede dejar vejar, porque si lo permite es la muerte de su dignidad
esencial.
Viene
todo este cuento a colación con la más cobarde conducta de este gobierno que
dejó de ser gobierno y se convirtió desde hace rato en una organización
criminal, contra el corajudo diputado Juan Requesens.
La
barbarie sale a borbotones de ese atajo de cobardes que sale corriendo si le
tiran cerca un traki trake, el régimen forajido vejó a toda Venezuela en la
persona del héroe diputado, pero fueron ellos los que se vejaron a sí mismos,
descendieron más hacia el infierno y en nada nos toca la fibra de un pueblo digno
que se niega a dejarse vejar por esos criminales.
La
lucha ni comienza ni termina, estamos en pleno combate los defensores de la
República, soberanía popular, integridad territorial, altenabilidad y
separación de poderes, frente a un régimen bochornoso, pero estamos seguros que
al final el bien se impondrá al mal.
Venezuela
es una sola protesta, hay desobediencia civil y mucha oración a Dios para
librarnos del mal que nos oprime.
El
descontento es enorme, cada día decrece en número, entusiasmo y fervor el
respaldo a la dictadura, que resulta hostil a la sociedad a la que se ha
impuesto, y chapotea sobre un inmenso océano de problemas que no resuelve.
Observamos
una resistencia social robusta pero es un desastre la articulación política,
María Corina es la más clara en interpretar el fenómeno y darle expresión al
masivo descontento. Mi reconocimiento al TSL legítimo, está impartiendo
justicia y condenó al corrupto usurpador a 18 años. La AN y la FA tienen la
palabra.
¡Libertad
para los presos políticos y regreso de los exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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