Por Ángel Oropeza
Con cada vez mayor
frecuencia se oye hablar en Venezuela de la inevitabilidad de una “implosión”
del gobierno, dada la naturaleza salvaje e intolerable de la crisis que azota a
casi todos los venezolanos. Para muchos ciudadanos, y también para no pocos
dirigentes políticos y sociales, el régimen de Maduro tiene sus días contados,
producto de la insostenible situación. Sin embargo, no hay evidencia que
permita establecer esta relación determinista entre cambio político y crisis
económica. Y, al asumirla como cierta, podemos estar en presencia de un
equívoco estratégico de dimensiones severamente lamentables.
El término “implosión”, propio
de la física, hace referencia al colapso de un cuerpo hacia adentro. Cuando se
habla en sentido metafórico de la implosión de un régimen político, se hace
referencia a que este se derrumba, no debido a un estallido o explosión
externa, sino por su corrosión y debilidad internas. Así, el régimen implota
desplomándose sobre sí mismo.
En el caso venezolano, los
enfrentamientos y fracturas intestinas del régimen de Maduro son más que
evidentes. Esta situación de fragilidad estructural del madurismo, aunado con
la severidad de la crisis económica y social, es lo que lleva a muchos a pensar
en la seguridad de un escenario de derrumbe interno del gobierno. Se habla con
insistencia de que la hiperinflación es el seguro catalizador tanto de la
implosión de la dictadura como de la transición hacia la democracia. No
obstante, esto es solo una hipótesis, y ciertamente de no muy alta
probabilidad.
En un excelente trabajo
sobre la relación entre hiperinflación y cambio político, Miguel Ángel Santos y
Douglas Barrios (Universidad de Harvard, enero 2018) han acopiado datos que
permiten ilustrar cómo, a pesar de sus catastróficos efectos, no existe
evidencia de que las hiperinflaciones, por sí solas, puedan ser el elemento
causal determinante de las transiciones hacia la democracia. Y que, en todo
caso, la posibilidad de que las hiperinflaciones generen transiciones
democráticas depende de la naturaleza del sistema político en el momento en que
estas ocurren.
En los últimos 70 años han
ocurrido 37 hiperinflaciones en 29 países (porque en 8 de ellos ocurrió más de
una vez). Según los autores, las hiperinflaciones en países con regímenes
autoritarios suelen durar más que las que ocurrieron en sistemas democráticos.
Pero, lo que es todavía más grave, 3 años después del fin de la hiperinflación,
24 de los 37 casos no habían experimentado cambios significativos en sus
niveles de democratización. En otras palabras, se logró superar incluso la
inflación, pero no el régimen.
Así las cosas, la evidencia
histórica sugiere que es improbable que la hiperinflación, por sí sola y de
manera automática, se convierta en el elemento causal determinante y suficiente
del cambio político que la mayoría del país aspira, y mucho menos garantice
“inevitablemente” un escenario de implosión del régimen. Este “esperar que las
cosas pasen” nos puede conducir a una peligrosa parálisis social y política que
solo servirá para fortalecer a quienes nos oprimen.
Lo hemos dicho en otras
oportunidades, y hay que insistir en ello. Si no hay una presión social contundente,
sostenida y sistemática, y una unidad efectiva de todos los sectores sociales y
políticos opuestos a la dictadura, no habrá ninguno de los “finales
inevitables” del régimen que hoy se pronostican con arrogante seguridad.
Paralizarnos esperando cosechar lo que no hemos sembrado antes no solo es una
ingenuidad inexcusable, sino un costoso error de dolorosas consecuencias.
Frente a la dictadura, la
tarea de todos es fomentar la organización popular, la movilización social
cívica y la protesta pacífica permanente y creciente, articulándolas y dándoles
contenido político para, en conjunto con el resto de las formas de presión y
lucha democrática, generar las condiciones que precipiten una salida negociada
y constitucional del gobierno. Sin estas condiciones derivadas de la presión
social cívica, la transición hacia la democracia seguirá siendo solo una
hermosa hipótesis.
20-08-18
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