Por Carolina Gómez-Ávila
A todos nos sorprendió que
fueran cinco -no tres, no seis- los ceros eliminados al cono monetario; pero
este nuevo ¿capricho? gubernamental me recordó que son cinco, también, los
poderes públicos que establece la vigente Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. Igual que los de la moneda, a la derecha multiplican
su valor a la décima potencia; pero, como a los de la moneda, les ha apetecido
quitárnoslos con idéntico desparpajo.
Me pregunto si el Poder
Ciudadano nació republicano porque no estoy segura de que haya habido -durante
todo el proyecto chavista- un titular de la Defensoría del Pueblo que realmente
defendiera al pueblo sin discriminación; me refiero a uno que enarbolara
durante el ejercicio de sus funciones el principio fundamental de igualdad ante
la ley, en vez del de los cerdos orwellianos en el poder: “Todos los
animales son iguales, pero algunos animales son más
iguales que otros”. Si acaso no nació muerto, creo que tras él cayó el
Poder Electoral y, en 2017, nos confiscaron el Legislativo luego de lograr
perfecto control del Judicial. ¿Y el Ejecutivo es realmente de quien da la cara
por él?
En cualquier caso, como con
la moneda, más que el valor facial importa su poder adquisitivo. Los
economistas recomiendan fortalecerlo con medidas fiscales, lo que tiene su
paralelismo en el Ejercicio Ciudadano: las medidas fiscales con que contamos
los ciudadanos para recuperar el poder sobre lo público son la contraloría
social y el voto.
El panorama es sombrío ante
la proscripción de los partidos políticos -instituciones de la democracia- y de
su abandono de la ruta electoral, por más legítima que sea su protesta. Estamos
ante un peligroso vacío de representatividad y pienso que nos corresponde
activar la arista “participativa y protagónica” a pesar de toda la propaganda
que ha tenido en contra, razón por la cual es mirada con recelo por la mayoría
opositora.
Echo de menos el rol de
articulación de la sociedad que deben liderar los partidos políticos pero,
castrados como están, es menester que los líderes vecinales empiecen a entrar
en contacto unos con otros para motorizar cabildos abiertos, asambleas de
ciudadanos, consultas públicas, iniciativas legislativas, mucha presión para el
cumplimiento de presupuestos participativos, referendos, nuevos medios
alternativos y propuestas de autogestión y cogestión.
No concibo que dejemos
navegar en paz a la tiranía si contamos con mecanismos legales para estorbar
sus planes; no sólo de marchas y plantones vive la agitación política,
disminuidos -además- en su efectividad hasta tristísimos niveles
Restituir la República es
algo que quisiéramos hacer con un Poder Ejecutivo conformado por republicanos
pero es nuestro deber intentarlo con estos antirrepublicanos y,
definitivamente, no hay que esperar a un cambio de Gobierno para iniciar
acciones en esa dirección como acto de auténtica resistencia.
La República no pone pausas
y nos necesita a todos. Pocos se animan a tomar la iniciativa sin responder a
intereses ocultos y es necesario que el resto despierte del letargo: entre el
montón de ceros a la derecha que nos han quitado también nos quitaron el de la
representatividad, por eso es hora de ejercer el protagonismo ciudadano.
18-08-18
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