Héctor Silva Michelena 30 de agosto de 2018
Hagamos
una breve reflexión sobre la crisis societaria actual que padece Venezuela;
extraigo algunas ideas del libro titulado How Democracies
Die (Cómo mueren las democracias) que describe los caminos
institucionales a través de los cuales las democracias pueden colapsar.
Sostiene uno de sus autores, Steven Levitsky,
profesor en Harvard, que las democracias no solo colapsan al ruido de golpes
militares. De hecho, lo común hoy en día es que el colapso de las democracias
sea resultado de un proceso gradual, a veces silencioso en el cual las propias
instituciones de la democracia son empleadas para desmantelarlas y así imponer
un régimen dictatorial. Las democracia mueren, entonces, en manos de las
propias instituciones llamadas a protegerlas, sobre todo cuando permiten la
elección de un líder populista que, una vez en el poder subvierte los controles
de la democracia liberal e incluso la participativa y protagónica para imponer
un régimen autocrático.
Destaco tres lecciones que se desprenden de la crisis
venezolana. La primera, y más importante de todas, es que la
consolidación democrática no es una situación inmodificable. En realidad,
ninguna democracia puede darse por sentada. Venezuela tenía una democracia real
que colapsó; la segunda lección es que las crisis económicas
sostenidas pueden derivar en grave crisis de la democracia. La
Venezuela de hoy es un ejemplo paradigmático de esta lección, por eso Levitsky
deja caer esta sentencia lapidaria: la democracia en Venezuela está
muerta. La tercera y última lección es que es importante tomar
en cuenta cómo los mecanismos instrumentados para consolidar la democracia
pueden ser un arma de doble filo. Así, el pacto de Punto Fijo, duramente
cuestionado por el chavismo, fue un instrumento indispensable para consolidar
la democracia, y así produjo importantes beneficios. Pero a la vez, este pacto
actuó como un arma de doble filo pues en el largo plazo el pacto derivó en
severas limitaciones del ejercicio realmente democrático, la participación
popular, la equidad y la justicia. La partidocracia se había impuesto sobre la
democracia de partidos. El Pacto de Punto Fijo se había agotado.
Tras la muerte de Chávez subió al poder Nicolás
Maduro, quien desde sus inicios mostró incapacidad para ejercer un buen
gobierno como lo muestra bien la carta de renuncia del entonces poderoso
ministro Jorge Giordani, titulada “Testimonio y responsabilidad ante la
historia”, de fecha 18/06/2014.
(https://www.aporrea.org/ideologia/a190011.html). Los puntos centrales que
esgrime Giordani son: que Maduro no continúa los procesos de desarrollo
político y social diseñados por Chávez, que no tiene capacidad administrativa
ni es un hombre de Estado, que carece de liderazgo político y que ha permitido
una gran corrupción a través de Cadivi.
Yo me quedo perplejo al ver cómo una crisis económica
tan profunda, que ha reducido en casi 40% el ingreso per cápita de los
venezolanos en 5 años, no haya significado un cambio político. Ciertamente la
oposición que había acertado en las elecciones parlamentarias del 2015, no
percibió que tanto Diosdado Cabello, entonces presidente de la Asamblea
Nacional, como Nicolás Maduro podían actuar descaradamente. En efecto Cabello,
en una sesión de la AN celebrada el 23 de diciembre de 2015 nombró
ilegítimamente un Tribunal Supremo de Justicia completamente oficialista; ese
tribunal, mediante sentencia cautelar, del 30 de diciembre de 2015, suspendió
la investidura de los Diputados del Estado Amazonas, 4 en total, de los cuales
3 de la oposición, con lo cual le quitó la mayoría calificada de 112 votos.
Desde entonces la conducta abiertamente autoritaria de
Maduro, destruyó la Asamblea Nacional, al quitarle sus atribuciones y
transferirlas al TSJ rompiendo el Orden Constitucional, denunciado tardíamente
por la Fiscal Luisa Ortega Díaz, cerró las vías democráticas lo que ha debido
llevar su régimen al colapso. Más aún, convocó, contra lo pautado en la
Constitución, en mayo de 2017, a una Asamblea Nacional Constituyente, con bases
comiciales fascistas; la Carta Magna es bien explícita: el
presidente está facultado para iniciar el proceso, mas no para convocarlo, pues
eso es atributo inalienable del pueblo, donde reside la soberanía. Debía
hacerse un referéndum consultivo vinculante, como en 1999.
Pero eso no sucedió, por eso es para mí una sorpresa
que Maduro subsista tanto tiempo en medio de una severa crisis humanitaria y
sin apoyo político. Creo que la sobrevivencia de Maduro y su régimen se deben
al apoyo inconstitucional e incondicional del Alto Mando Militar,
quienes son los verdaderos dueños del poder, tanto político como económico. En
efecto, más del 70% de los cargos públicos importantes están en manos de militares,
incluida ahora PDVSA donde el Mayor General de la GN Manuel Quevedo, ajeno por
completo a la industria, ejerce una verdadera dictadura interior. Bajo su corto
mandato la producción de PDVSA cayó de 2 millones de b/d a 1 millón 250 mil de
b/d, una verdadera catástrofe pues la divisas indispensables para el
funcionamiento de la economía, han caído a pesar de que los precios del
petróleo se incrementaron en 11% en 2017.
¿Qué hacer? No tengo respuesta. Veo a una oposición,
no sólo carente de liderazgo y de propuestas, sino con conflictos en su propio
interior y alejada de la real crisis humanitaria que padece la inmensa mayoría
de los venezolanos. Doy un solo dato: de acuerdo con la pirámide de edad y
sexo, de UNICEF, en Venezuela hay 6 millones de niños y niñas, entre cero y
nueve años entre los cuales el 16,4 % es calificado de desnutrición severa por
organizaciones tan creíbles como la Fundación Bengoa y Cáritas; hablamos de
poco más de 1 millón de niños y niñas, que sufrirán daños irreversibles en su desarrollo
corporal y mental.
Unas palabras finales. Venezuela es, políticamente,
una insólita paradoja. Tiene un presidente reelecto con el expediente del
fraude electoral estructural masivo, un delito muy grave que conlleva penas
severas. Es autoritario y dictatorial, pero ejerce un populismo exacerbado,
aumentando repetidamente el salario repartiendo, bolsas CLAP, bonos de todo
tipo, desde Navidad hasta el 24 de julio contamos siete, asignados a quienes
poseen el orwelliano “Carnet de la Patria”. Según las encuestas más conocidas y
creíbles, más del 70% de la población votante lo rechaza y lo
considera el responsable de la profunda y larga crisis que nos azota. El Mundo
Occidental, al cual pertenecemos, lo rechaza por dictador y no lo reconoce como
presidente legítimo. Lo apoyan los enormes aunque muy lejanos países
orientales, como China Rusia e Irán. Maduro no cae - reitero – sólo
porque lo sostienen las armas uniformadas de la Nación
En su editorial del 1º de junio de 2018,
del diario argentino La Nación se lee: “El concepto más elemental de legalidad
y legitimidad, como son la democracia y el Estado de Derecho, han desaparecido
de Venezuela. Ni qué decir de la situación de la economía (…). Según el FMI,
este año la inflación llegará al 13.864%[1] y el
desempleo al 33%”.
“Un panel de expertos de la OEA presentó un informe
que concluye que existen fundamentos suficientes para considerar que en
Venezuela se han cometido crímenes de lesa humanidad, lo que abre la
posibilidad de que altos funcionarios, incluido Maduro, pueden ser juzgados por
la Corte Penal Internacional. El reporte identificó a 131 víctimas de asesinatos
durante las protestas de 2014 y 2017”.
“Según el Índice de Percepción de la Corrupción,
publicado por Transparencia Internacional, Nicaragua y Venezuela
son los países peor clasificados. Un informe de la Unidad de Investigación de
la Fundación InSight Crime y el observatorio de Crimen Organizado de la
Universidad del Rosario, de Bogotá, concluye que Venezuela se convirtió en un
eje del crimen de la región.”
“El estudio, titulado Venezuela: ¿un Estado
mafioso?, es el resultado de tres años de investigaciones. Entre el
fuerte aislamiento y el negacionismo de la realidad por sus ilegítimas
autoridades puede concluirse que nada queda ya de la democracia venezolana”.
Yo he leído, en inglés, el estudio, que consta de 84
páginas bien documentadas estadísticamente, e ilustradas con mapas en colores
sobe el flujo de drogas, dinero y hombres en este gran tráfico criminal. Puede
leer el estudio en www.insightcrime.org, o escribir, como lo hice yo, a info@insightrime.org.
Yo estoy persuadido, junto con numerosos analistas
políticos occidentales, que en las actuales condiciones, cuando la oposición
está impedida de participar políticamente, y cuando no hay ninguna vía
electoral institucional disponible, de que debe
pensarse en mecanismos no-electorales para lograr el cambio. Así, la
combinación de protestas – que generarán represiones – con la
presión del Mundo Occidental, puede llevar a un quiebre dentro del gobierno,
siempre y cuando sus funcionarios, para salvar su pellejo y su dinero, decidan
no seguir las ordenes arbitrarias de Maduro. Amén.
[1] El FMI revisó esta cifra el 23/07/2018
02:23 pm, así: "Proyectamos un estallido de la inflación hasta 1.000.000%
para el fin de 2018, para indicar que la situación en Venezuela es similar a la
de Alemania en 1923 o Zimbabue a fines de la década de 2000", señaló el
economista jefe del FMI para América Latina, Alejandro Werner. Estima en 18% la
caída del PIB en 2018.
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