Por Rafael Viloria
En muchas ocasiones me he
planteado hacia donde podría navegar con un barco que su tripulación este
compuesta por cuatro capitanes, cuatro timones, 4 brújulas; que además
contemple un capitán mayor desde el centro del barco que representa una
capitanía general que tiene como misión dictar según sea su visión el plan de
navegación y el rumbo del destino de navegación. La respuesta ha sido
inmediata el naufragio.
Similar resultado está
ocurriendo con el barco que en su seno contempla una vasta tripulación cuya
visión y misión no es otra que dar muestras equivocadas de una acción política
contraria a la eficiencia de la gestión pública y la doctrina democrática que ha
sido practica por más de 60 años en Venezuela.
En el barco en que se mueve
operativamente el gobierno nacional, todos mandan solo que nadie obedece, todos
son responsables, nadie es responsable; todos deberían trabajar, nadie trabaja;
en consecuencia, los resultados son evidentes: la quiebra de las
principales fuentes generadores de recursos económicos con que se mantiene el
presupuesto nacional. Ello ha traído como consecuencia el desarrollo incresendo
de una profunda crisis social en todo el país. El estado da evidentes
muestras de no contar con capacidad absoluta para rescatar el barco del
naufragio.
Mientras que el barco va
rumbo al infinito profundo; los venezolanos somos testigos a diario de las más
increíbles improvisaciones, que, sin necesidad de ser analistas en ciencias
sociales, económicas y políticas, sabemos que no tendrán éxito alguno, la
situación se agudiza al grado de flagelo incontenible, en ese orden
el estado plantea remedios que pueden ser peores que la enfermedad.
Por el contrario, los
venezolanos tenemos que despertar, reaccionar y actuar. Lo que frente a
nosotros no es única y exclusivamente un problema de una economía inflacionaria
que va rumbo a una deflación
El asunto es cuatro veces
más serio que eso. En consecuencia, el país no está en condiciones para seguir
inventos utópicos carentes de racionalidad consciente.
El problema real de la
Venezuela de hoy, no se resuelve con leyes, ni con decretos ni discursos, no es
asunto de quitar o poner ceros al cono monetario, más allá de ello, es la
vida de más de treinta millones de venezolanos que arbitrariamente se nos
conmina a una obediencia totalitaria por las buenas o por las malas; para
quienes tripulan el barco del destino del propósito de imponer al precio de lo
que sea, incluyendo al límite la vida de los venezolanos; no importa lo que
tengan que hacer, con tal de lograrlo al precio que haya que pagar.
Los venezolanos tenemos que
rescatar el barco donde viaja una tripulación que destruyó el legado épico que
nos dejaron a costa de sangre y de vida derramada en Carabobo el 21-06-1821. Ahora
se trata de volver a Carabobo a rescatar la dignidad de ser venezolanos.
Erradicar el totalitarismo indeseable y restaurar como derecho legítimo la
democracia social.
No será fácil lograrlo, pero
imposible tampoco lo será si los venezolanos unimos voluntades y
disposiciones hacia una causa común que no es otra que producir los cambios, innovaciones
y transformaciones necesarias de la patria que todos queremos y necesitamos.
La que nos han quitado,
navega hacia rumbos indeseados a los cuales hemos sido hipotecados a fines
distintos a los nuestros. Lo que está ocurriendo va a seguir ocurriendo y
terminará ocurriendo si no tomamos conciencia plena de su existencia, es en
serio, tendremos que despertar, reaccionar y actuar lo contrario será permitir
la destrucción plena del país. Lo que pasará antes y después del 20 de agosto.
Es algo que los venezolanos
realmente no sabemos. Nos hablan de un plan que no sabemos su contenido social,
económico y político; es una improvisación más de las que nos tienen acostumbrados.
Aquí aquello de que
amanecerá y veremos no puede ser, hay que actuar y no es mañana, es hoy. Mañana
es tarde, tenemos que vencer nuestra propia mansedumbre
Ex Presidente de Ceconave
24-08-18
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