Carlos Tablante 22 de abril de 2019
@TablanteOficial
Cuando
asumí la gobernación el 23 de enero de 1990 como el primer gobernador electo
del estado Aragua, la demanda social, en especial la habitacional, estaba
totalmente desbordada y se requería una respuesta urgente y solidaria. Para
enfrentar el reto constituimos el Consejo Estadal de la Vivienda y designamos
como presidente a Guillermo Bello Vicentini, reconocido empresario con una
amplia trayectoria en el movimiento gremial, en la Cámara Inmobiliaria y en
Fedecámaras.
Conjuntamente
con la arquitecta Margarita Rivero, a la cabeza de un gran equipo de
profesionales y con distintas organizaciones gremiales y vecinales, creamos el
Instituto de la Vivienda de Aragua, Invivar, donde desarrollamos el programa de
vivienda progresiva que construyó mas de 40.000 soluciones habitacionales con
los servicios públicos básicos.
El
programa de Invivar, en el que participaban los beneficiarios, integraba
macro-parcelas y urbanismos y tenía como objetivo sustituir el concepto de
invasor, que generaba la ocupación ilegal y desordenada de tierras, por el de
propietario, con derecho a una vivienda digna construida con sus propias manos
con el apoyo del Estado, del tamaño de sus necesidades familiares y con títulos
de propiedad, al haber adquirido el terreno.
A
través de Guillermo conocí a su padre, el Ingeniero Guillermo Bello Betancourt,
uno de los principales promotores del concepto de vivienda popular en Venezuela,
quien como presidente del Banco Obrero fue el impulsor de los grandes
desarrollos de Caricuao (Caracas), El Saladillo (Maracaibo) y La Isabelica
(Valencia).
En
1973, bajo el liderazgo de Don Guillermo, el Banco Obrero logró cumplir la meta
de cien mil viviendas por año, ofrecida por el Presidente Rafael Caldera,
llegando a construir 106.000 casas a nivel nacional. Sin duda, a través de su
trabajo y profesionalismo, contribuyó de manera decisiva a convertir lo que
nació como un mero ente financista en un organismo que planificó, diseñó y
construyó miles de viviendas para la clase media y obrera del país. Creía con
firmeza que Venezuela no era viable si no se atendía el tema de la marginalidad
y se le otorgaban a los ciudadanos las condiciones que les permitieran un
desarrollo integral.
Entendió
bien Don Guillermo, y así se lo transmitió a su hijo, que la vivienda es mucho
mas que un techo con unas paredes, que una casa es parte de una comunidad donde
debe haber los servicios necesarios para una mejor convivencia, con igualdad de
oportunidades para todos en la búsqueda de la felicidad propia y la de los
seres queridos.
Con
Guillermo Bello Vicentini, heredero de la pasión de su padre por la vivienda, y
todo el equipo de gobierno, logramos satisfacer los justos anhelos de techo de
miles de aragueños.
Hoy,
ante la partida de Don Guillermo, quiero hacerle llegar a mi amigo y a su
entrañable familia, en especial a Mercedes Vicentini de Bello, un fuerte abrazo
desde el respeto, la amistad y el afecto.
Siempre
he creído, como bien predicaba con sus acciones Don Guillermo Bello Betancourt,
que la vivienda no es sólo un bien inmobiliario, es también una forma de
consolidación espiritual, familiar y social.
Carlos
Tablante
@TablanteOficial
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