Nicolás Marín Navas 21 de abril de 2019
Solo
uno de los tres grandes transformadores que surten de energía a los 23 estados
de ese país está en funcionamiento y amenaza con colapsar. Rusia y China
quieren ayudar, pero quienes tienen la tecnología para ese tipo de instrumentos
son EE. UU. y Alemania.
El
último apagón que vivió Venezuela, la semana pasada, no sorprendió a nadie.
Desde el 7 de marzo de este año, cuando el país quedó a oscuras durante más de
72 horas, 31 millones de venezolanos han tenido que soportar cuatro cortes de
energía masivos. Y aunque los ciudadanos han terminado por adaptarse a las
graves circunstancias de su país, lo cierto es que lo que hay detrás de estos
apagones es gravísimo y puede dejar en los próximos días al país sin luz por un
buen tiempo. Sin exagerar, Venezuela puede perder la poca luz que le queda en
cuestión de horas.
Dos de
los tres transformadores de energía que funcionaban en la central
hidroeléctrica Guri, que es la única que surte a los 23 estados del país,
colapsaron en marzo y, desde entonces, solo uno asume la carga de todo el país.
Maduro se empeña en asegurar que se trata de un saboteo orquestado por Estados
Unidos. Sin embargo, una fuente cercana al Ministerio de Energía Eléctrica le
explicó a este diario por qué hay tantos apagones, y tan seguidos. Sus
revelaciones son preocupantes y corren la cortina de misterio que el gobierno
chavista se ha empeñado en mantener sobre el servicio eléctrico venezolano.
Según
la fuente, que oculta su identidad por motivos de seguridad, el 7 de marzo se
disparó una alarma de sobrecalentamiento en los tres transformadores. Dos
dejaron de funcionar, pero uno resistió la falla. Para evitar su explosión se
tuvo que cortar la transmisión de energía. “Ese transformador está disminuyendo
su generación de energía y puede dejar de funcionar en cualquier momento. Si no
se resuelve la situación estado por estado, el país entero se puede apagar por
más de 39 días o hasta que se tengan los transformadores de recambio”, aseguró
el funcionario.
Esta
información refuerza la teoría del desgaste de la central hidroeléctrica, en
parte, por falta de mantenimiento y porque un solo generador tuvo que asumir la
carga que tenían tres aparatos. Sin embargo, también es consecuencia de un
proceso histórico lleno de errores gerenciales y entramados de corrupción que
hoy tienen al país en jaque. De hecho, desde hace años se advirtió que la
infraestructura energética venezolana colapsaría, pero el gobierno hizo caso
omiso.
Su
declaración no cayó bien dentro de las organizaciones venezolanas de
trabajadores. Alexis Rodríguez, directivo de la Federación de Trabajadores de
la Industria Eléctrica (Fetraelec), aseguró que un anuncio “tan impreciso y con
un plazo tan amplio revela que el gobierno no tiene un diagnóstico real de la
situación y desconoce cómo resolverlo”. Agregó que el Sistema Eléctrico
Nacional (SEN) no cuenta ni con los equipos ni con los proveedores
internacionales necesarios para paliar la crisis.
El exceso
de información que rodea el tema vuelve todo confuso. Desde adentro surge la
pregunta de por qué el gobierno de Nicolás Maduro, contando con el apoyo y la
avanzada tecnología de los chinos y los rusos, no ha podido arreglar el
problema.
El
testimonio de otra fuente cercana al ministro Gavidia, al cual tuvo acceso El
Espectador, confirmó que actualmente no existen piezas de recambio para los
transformadores y que solo hay tres empresas capaces de conseguirlas: Alstom
Power (Estados Unidos), Andritz (Austria) y el Grupo ABB (Alemania). El
problema es que, según la fuente, ninguno de estos países está dispuesto a
ayudar al gobierno de Maduro.
Eso
explicaría por qué los rusos y los chinos no pueden hacer nada al respecto. De
hecho, Rodríguez, de Fetraelec, aseguró que buscar su ayuda es difícil, pues
nuestros equipos poseen otros niveles de tensión y otras características”.
Según la fuente cercana al Ministerio, uno de los planes que se baraja dentro
del círculo de Maduro es hacer una reconversión de los sistemas para poder
utilizar su tecnología, pero esto tomaría más de 30 días. Y no se sabe si el
transformador que todavía funciona, resista.
En
declaraciones a El Espectador, Marco Hernández, exdirector de Comunicación e
Información del Ministerio de Justicia venezolano (2013-2014) y exjefe de
prensa de la central termoeléctrica Plantacentro (2003) señaló: “Dos
transformadores se dañaron y en vez de implementar una administración de carga
quisieron prenderlos de un solo golpe. Pero el Guri, que le da luz a todo el
país, no podría resistir, es que son 10.000 megavatios”.
Además,
agregó: “La termoeléctrica más grande, que es Plantacentro, puede producir
2.000 megavatios, y por lo tanto puede darle luz a todo el centro del país. Si
estuvieran produciendo Plantacentro y Tacoa, no tendrían que meterle al Guri
esa cantidad de megavatios. Le estarías metiendo los 6.000 necesarios y ya. Los
transformadores y la líneas estarían bien”.
¿Una
causa histórica?
El
gobierno de Nicolás Maduro aseguró que los problemas de Venezuela se debían a
un ataque cibernético en el que participaron Colombia y Chile, movidos tras
bambalinas por Donald Trump. El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo,
rechazó tal acusación y aseguró que con esto Miraflores solo busca “confundir a
la opinión pública”. Por otra parte, diferentes fuentes locales coinciden en lo
mismo: el problema viene desde hace años arrastrado por la corrupción interna
del país.
Según
relata Marco Hernández, en 2003, cuando la Corporación Eléctrica Nacional
(Corpoelec) todavía se llamaba Compañía Anónima de Administración y Fomento
Eléctrico (Cadafe), la agrupación de trabajadores de las plantas, que se llamó
la congestión obrera, tuvo una relevancia vital para el buen funcionamiento del
sistema eléctrico del país, pues todas las decisiones gerenciales se tomaban
con ellos.
Sin
embargo, “Rafael Ramírez, entonces ministro de Energía y Petróleo, se encargó
de destruir el proceso de Cogestión, y logró que Hugo Chávez sacara a los
obreros de la junta directiva de Cadafe, dejándole la vía libre a la corrupción
de Ramírez y su viceministro Nervis Villalobos. No hubo inversión, Chávez
inauguraba termogeneradoras y era puro engaño. La generación se vino al suelo y
solo el Guri sostenía la electricidad en el país”.
Según
el exfuncionario de Plantacentro, desde entonces, los sindicatos y la
Federación Eléctrica se dedicaron a denunciar la corrupción. “De pronto se
convirtieron en los enemigos, en los traidores. Ellos lo venían advirtiendo”,
lo que coincide con Alexis Rodríguez, quien señaló que no se escuchó a los
trabajadores, a los especialistas ni a los medios de comunicación”.
Caos
en el país
En
gran parte del país actualmente se vive caos. Por los fallos del servicio
eléctrico se vieron afectadas las comunicaciones, el transporte, los comercios
y el suministro de agua, que poco a poco se ha ido regularizando, pero que aún
presenta problemas en varias regiones.
Millones
continúan sin una gota, debiendo abastecerse en manantiales, alcantarillas e
incluso en redes de aguas servidas de Caracas, desafiando el riesgo sanitario.
“Aquí hay muchos sectores que tienen meses y años sin agua potable”, denuncia
Carmen Veliz en la empinada barriada de Petare, en Caracas, donde sus vecinos
se aprovisionan en un pozo en una calle fangosa.
Y es
que el 60 % de la población -de 31 millones- depende del bombeo al estar sus
ciudades a mayor altura que los embalses. Este proceso requiere “enormes
cantidades de electricidad para el arranque y luego para mantenerlos en
funcionamiento”, señaló José Aguilar, consultor de energía y riesgo.
Por su
parte, María Valero, ama de casa de 79 años que vive en Caracas, aseguró a este
diario que los problemas se ven en todas sus tareas diarias, desde lavar ropa
hasta cocinar: “Aquí, si no hay luz no hay nada. Desde hace tres o cuatro días
no tenemos agua, que depende de la luz para llegar”.
Carmen
Díaz, abogada de 50 años que también se encuentra en Caracas, remató: “La
situación se vive terrible, porque los constantes apagones hacen que las
personas vivan en una constante zozobra y, encima de todo, la situación más
grave es que se están dañado los electrodomésticos por las altas y bajas de la
energía y, con la economía así de mal, pocos pueden reponerlos”.
Pero
el diagnóstico empeora. El ministro de Energía Eléctrica y presidente de
Corpoelec, Igor Gavidia, aseguró que el plan de racionamiento, que se aplica desde
el pasado 1° de abril, podría prolongarse hasta por un año.
La
otra opción que estaría sobre la mesa es poner a funcionar todas las plantas
que dejaron de hacerlo hace unos años, un proceso que tardaría un mes y medio.
A esto se debería el largo plazo del racionamiento anunciado por el Gobierno.
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