Por Fernando Pereira
Viacrucis. El camino de la
cruz constituye uno de los momentos paradigmáticos de las celebraciones de la
Semana Santa. El recorrido de Jesús por esas catorce estaciones hasta
llegar a la sepultura siempre resulta conmovedor.
Es mucho más complicado
explicar a los niños el sentido que puede tener una saña tan dolorosa y
sangrienta. Me preguntaba si tiene alguna relación con los tiempos que vivimos
y encarnar ese Jesús en lo que viven los niños y adolescentes de Venezuela.
I. La muerte los acecha al
nacer.
El último boletín
epidemiológico publicado por el Estado correspondiente al año 2016 admitió
la muerte de 1.466 niños menores de un año. 30,12% más que en 2015. Desde
esa fecha, no se ofrecen estadísticas oficiales en la materia. Madres gestantes
sin los controles médicos indispensables, sin alimentarse adecuadamente ni
tomar multivitamínicos, ácidos fólico, miles de ellas adolescentes constituyen
factores de riesgo que se convierten en mortales cuando las Unidades Neonatales
no cuentan con el personal médico requerido, insumos, medicinas y libres de
contaminación.
II. Víctimas del hambre
De acuerdo a Cáritas, en su
programa de monitoreo Saman, se registra un retardo en el crecimiento
acumulado en el 32% de niños evaluados, que para alcanzar esta magnitud de
daño son precisos al menos 4 años en condiciones de desnutrición. La escena de
niños y adolescentes comiendo de la basura constituye una de las estampas de los
efectos del hambre en este viacrucis. La cobertura del programa de alimentación
escolar se ha debilitado cualitativa y cuantitativamente en momentos donde más
es requerida su efectividad.
III. Educación en emergencia
Más de un millón de niños y
adolescentes entre 3 y 17 años están fuera del sistema escolar. La red de
escuelas de Fe y Alegría para el mes de agosto de 2018 reportó 40% de
inasistencia en escuelas, y menos del 50% de los alumnos inscritos en 2017 lo
hicieron en el 2018. Existen problemas estructurales de dotación,
infraestructura, personal, acceso a las escuelas y transporte, que dificulta el
goce del derecho a la educación de los niños en toda Venezuela.
IV. Mueren por falta de
atención médica
Catorce niños pacientes del
Servicio de Nefrología del Hospital JM de los Ríos fallecieron desde
2018 por causas asociadas a la contaminación en sus tratamientos de diálisis,
falta de suministro regular de medicamentos, mantenimiento de plantas de
ósmosis, entre otras desde que la Comisión Interamericana de los Derechos
Humanos dictó medidas cautelares para su protección; medidas que no se han
cumplido. Siete niños pacientes del Servicio de Hematología del mismo hospital,
fallecieron desde septiembre de 2018 condenados por la paralización del
programa nacional de trasplantes, el irregular suministro de las quimios,
plaquetas, reactivos para transfusiones requeridos para tratar la leucemia.
Esto por solo nombrar dos servicios del hospital pediátrico más importante del
país.
V. Abandonados al nacer
La situación social y
económica ha incrementado los costos de ser niño. La manutención y poder
cubrir las necesidades básicas atenta contra el derecho a poder vivir con
su familia. Nada más en 2017 Cecodap tuvo conocimiento de 21 casos de
madres que llevaron a sus hijos a una entidad manifestando los querían
entregar pues no los podían mantener. Sabemos que en la realidad son muchos más
los casos sin que las familias cuenten con programas de apoyo por parte de las
autoridades.
VI. Mueren violentamente
484 niños y adolescentes
fueron víctimas por homicidios durante 2018 según datos del
Observatorio Venezolano de Violencia, esto supone que cada día murieron 4
menores de edad de forma violenta, es uno cada 6 horas. La tasa de mortalidad
violenta para adolescentes entre 15 y 17 años es de 99,7 por cada 100mil
habitantes ubicándonos entre los primeros países a nivel mundial.
En 2018, murieron bajo
registro de “resistencia a la autoridad” 287, siendo 20 niños y 267
adolescentes.
VII. Presos por protestar
Durante las protestas
registradas en el mes de enero de este año, 77 adolescentes fueron privados
de libertad, acusados de delitos de terrorismo por ejercer su derecho a la
manifestación. Los casos estuvieron caracterizados por la incomunicación,
torturas, violación del debido proceso y privación de libertad en adolescentes
que por ley son inimputables. Todo lo anterior enmarcado en una política de
miedo como una forma de desmovilizar los reclamos de las familias. Desde el 29
de marzo al 4 de abril de 2019 se reportaron 13 adolescentes arrestados durante
manifestaciones para exigir la restitución de los servicios básicos como agua y
luz.
VIII. Víctimas de la crisis
migratoria
1,1 millones de niños
esparcidos por toda la región necesitarán asistencia en 2019, en
comparación con casi medio millón en la actualidad”, según advirtió la oficina
regional de Unicef. Los reportes de las autoridades migratorias de los países
receptores de estos caminantes indican niveles de desnutrición y malnutrición
que afectan su salud, no han recibido todas las vacunas del plan de
inmunizaciones e incluso la presencia de niños y adolescentes solos sin
representante legal o adolescentes que viajan con otros adolescentes o su
pareja adolescente.
IX. Niños dejados atrás
De acuerdo a las
estimaciones que hemos realizado desde Cecodap, 28% de los migrantes han dejado
al menos un niño atrás en Venezuela, lo cual supone una población estimada de
al menos 800 mil niños que han perdido el contacto directo de sus padres o
ambos productos de la migración quedando la mayoría bajo el cuidado
de abuelos. Esta dinámica supone una profunda afectación emocional no sólo a
los padres que se van, sino a los niños que se quedan en Venezuela. Estos y las
familias de acogida hoy en más del 87% no reciben atención psicológica ni
acompañamiento.
X. Condenados a vivir en la
calle
Los llamados niños de la
calle constituyen el síntoma más visible de la falta de atención y cuidado
hacia los niños. Son un indicador de la falta de prioridad y la falta de
prevención y atención. Crece su número al ritmo que crece la crisis y la
hiperinflación viendo como de manera inversamente proporcional decrecen y
se debilitan los programas e iniciativas para su atención que queda en manos de
asociaciones civiles, iglesias y particulares.
XI. Sobreviviendo sin
servicios
Los apagones, racionamiento
eléctrico, escasez del agua, falta de transporte público ha impactado en la
vida de la población infantil. Ha incidido en la pérdida de días de clases al
punto que en el mes de marzo de este año solo hubo 8 días de clases. Las
rutinas de socialización y recreación se han visto afectadas. Miles deben
destinar parte de su tiempo para cargar agua donde la haya; a veces
exponiéndoles a situaciones de insalubridad. Hay regiones del país donde esta
situación tiene efectos dramáticos.
XII. Sin un nombre y
nacionalidad
La documentación se ha
constituido en un camino de padecimiento. Desde la maternidad
comienzan los inconvenientes para contar con el certificado de nacimiento de
manera oportuna para no demorar la tramitación de la partida de nacimiento. La
expedición de la primera cédula de identidad y del pasaporte se erigen como
otros escalones de dificultades. Los niños sin documentos están doblemente
expuestos a los riesgos de distintas formas de violencia. Un alerta de estos lo
constituyen los reportes de autoridades migratorias de países vecinos dando
cuenta de la presencia de niños venezolanos sin la respectiva documentación.
XIII. Creciendo con
violencia
Ser niño o niña aumenta el
riesgo de ser víctima de agresiones, castigos físicos, humillaciones,
maltrato o abusos incluyendo el sexual. La mayoría de esta violencia ocurre en
los espacios donde los niños deberían estar más protegidos por parte de
familiares o allegados a la familia. Todavía está presente una mentalidad que
considera a los niños como objetos que pueden ser tratados o utilizados de la
mejor forma que le parece a los adultos.
XIV. Sin cirineos
Esa figura resulta
fundamental en el Viacrucis, ese hombre que debe ayudar a Jesús ya sin fuerzas
a cargar la cruz. El sistema de protección de niños, niñas y adolescentes se
ha debilitadopaulatina y sistemáticamente desde 2007 cuando se reformó la
LOPNNA y se le quitó competencias a los entes descentralizados y por los
efectos devastadores de la crisis hiperinflacionaria sobre el presupuesto lo
que ha contribuido a la desistitucionalización y desprofesionalización del
sistema que deja a los niños sin la protección debida.
Recorriendo la Semana Santa
sabemos que el Viacrucis precede a la Pascua de Resurrección. Reflexionemos en
estos días qué podemos hacer para que nuestros muchachos también sean liberados
de la violencia y muerte.
18-04-19
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