Por Gregorio Salazar
Apoyándose en la emblemática
fecha del Primero de Mayo, día internacional de los trabajadores, Juan Guaidó
lanza un nuevo llamado a la población para tomar las calles proponiéndole como
reto “realizar la marcha más grande jamás vista en el mundo”. Ha puesto el
listón bien alto el presidente interino, incluso para la referencia interna,
pues Venezuela durante estos años de opresión chavista ha sido escenario de
multitudinarias manifestaciones que asombraron el planeta.
El recurso de plantear la
salida a las calles hasta alcanzar una marca que supere lo visto luce
como la búsqueda de acicates a una población que, si bien desde hace tres meses
viene respondiendo consecuentemente a los llamados de Guaidó, sigue sumida en
la incertidumbre sobre cómo, cuándo y a qué costos será la salida de este
largo, oscuro y estrecho túnel. Salir es imprescindible y necesario, pero todo
sabemos que se necesita más.
Es un hecho que mientras esa
zozobra se prolongue los riesgos de desgaste, cansancio y vuelta a la anomia
estarán presentes. Mucho peor cuando un vasto sector de la población, descreído
por las experiencias recientes de toda fórmula de negociación política,
ha puesto todos los huevos en una sola canasta, la eyección del régimen
con apoyo militar internacional, y no quiere saber de las laboriosas y siempre
necesarias fórmulas que requieren del diálogo, la negociación y acuerdos
consensuados.
De una reunión reciente con
Guaidó con la representación del movimiento sindical de todo el país, esos
inquebrantables reductos que sacrificadamente han enfrentado y sobrevivido al
chavismo, surgió la propuesta de un gran paro nacional. Es decir, de los
sectores productivos que a duras penas se mantienen activos. La iniciativa vino
de los sindicatos, convencidos de que lo imperioso es sumarse a la gesta
nacional para salir de Maduro y su cúpula corrupta. No es difícil que en
cualquier momento Guaidó se vea obligado a poner en práctica como remate de la
escalada de protestas esa forma de presión, pero para ello deberá mantener vivo
el espíritu de lucha y la esperanza de la población.
Para los trabajadores, no
solamente los organizados sindicalmente que son ya prácticamente un reducto, la
urgencia de impulsar la salida de este régimen coloca en segundo plano todo el
infinito rosario de demandas que le caben a un gobierno que miserable y estúpidamente
destruyó el salario, el empleo y las condiciones de vida de ellos y sus
familias.
La devastación que ha
causado el llamado “presidente obrero” a la clase trabajadora y a sus
organizaciones mediante la destrucción de las empresas del sector público y
privado, la quiebra económica y la consecuencial desaparición del poder
adquisitivo del salario llegó a un nivel en que ya no puede ser revertida
mediante las tradicionales fórmulas reivindicativas, ya sean conciliatorias o
conflictivas.
No hay convención colectiva
ni salario que resista un inflación anual de un millón por ciento ni está el
régimen en capacidad de dar el viraje que pueda reiniciar el camino hacia la
recuperación económica del país y sus trabajadores.
Es un milagro que un
movimiento sindical independiente sobreviva en Venezuela. Chávez se valió de
todas las formas para demolerlo. Y logró desmantelar primero sus
organizaciones con la intervención en su democracia interna y luego
arrasando una serie de conquistas reivindicativas que costaron décadas de lucha
y sacrificio. La central que hoy rodea servilmente a Maduro ha asumido el
indigno papel de convalidar la destrucción de la clase obrera fanfarroneando a
la vez, qué paradoja, de su conciencia clasista, de izquierda y revolucionaria.
La presencia del pueblo en
calle es irrenunciable para mantener el calor popular de la lucha y la
visibilidad ante la comunidad internacional de las dimensiones del reclamo
nacional por la vuelta a la democracia. La lucha es para que Venezuela
recupere su condición de país viable en todos los órdenes, incluida la vigencia
de la libertad sindical como un derecho fundamental de todos sus ciudadanos.
21-04-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico