Por Simón García
El sentido común, el más
frecuente por ser el más humano de todos los sentidos, surge cuando impera lo
evidente. Es distinto al de las élites, que condensa agudos sentidos
especiales, vinculados a intereses particulares, muchas veces en vía contraria
al común, cuyas señales se prenden en las calles.
No todos los que van dando
vítores son defensores del presidente ( e ). Unos adelantan, pero otros traen
rémoras. Entre éstos, hay los que se exceden en vigilar la pureza opositora y
prohíben dudas, interrogantes y propuestas a la ruta. En vez de replicar con
argumentos, se desdoblan en furibundos inspectores de que la estrategia no se
perfeccione y se mantenga como cartilla inmodificable. Estos continuadores de
viejas formas de vaciar la política, se infringen a si mismos un irrespeto que
nos hace parafrasear una expresión de sentido común, hecha verso por Vallejo,
aludiendo a España: Guaidó cuídate de los guaidocistas.
Uno quiere suponer que la
sobriedad del presidente de la Asamblea Nacional, le dará energías para que el
demonio de su ego no eche a correr tras las tentaciones que marean a quienes se
sienten empoderados por un pueblo.
Si sus convicciones
democráticas son firmes, tendrá protección. Si no, sucumbirá a la aclamación
mesiánica. Hoy la mejor defensa de Guaidó es ayudar a que sea más líder
del país y menos dirigente de la oposición.
Es fácil describir el
desafío a futuro de Guaidó. Tengo a mano la clasificación que elaboré
artesanalmente para diferenciar respuestas de la oposición al cambio. Me
esclarece el liderazgo, deliberadamente ambiguo y necesariamente zigzagueante
de Guaidó: 1) Es un líder radical. Motor dinámico de un cambio, con capacidad
para agrupar a inmovilistas, conservadores y moderados. 2) Es un radical con
freno de mano. Es decir, no es extremista. Más bien cede temporalmente para
contenerlos. 3) Su audacia tranquila produjo la súbita reanimación de la voluntad
de lucha y de la movilización, 4) El alcance de su bofetada al poder, consagró
que todo posible entendimiento parte de poner fin al gobierno de facto. 5. La
clave de su fuerza es aliar a radicales y moderados. 6. Y por último, porque
está fuera de nuestra decisión aun siendo decisivo, activar un respaldo
internacional que lesione los soportes del régimen y reduzca sufrimientos al
país.
Al evaluar en letra pequeña
la hoja de ruta, debemos leer con atención las dificultades y los hechos que
indican que la salida no es inexorablemente rápida, ni alcanzará lo máximo
deseable y que no puede pensarse en caída y mesa limpia. Levantarle la mano a
un noqueador no parece posible, ni deseable que la presentación de soluciones
al país sea una competencia limitada a la oposición. En la pugna por la
conducción de los cambios es necesaria una franja de entendimientos compatibles
con el cese a la usurpación. Por primera vez es posible una salida para
reunificar al país con el concurso de los dos polos antagónicos. Esto es lo
nuevo.
Por ahora, apartando las
estatutarias pequeñeces internas, hay que meter el hombro a la movilización
pacífica del 1 de mayo. Y reforzar las señales de entendimiento y
aceleración de elecciones bajo estándares internacionales. Reclamar un discurso
que vuelva a colocar arriba la esperanza y despliegue una acción que cambie los
términos del enfrentamiento crónico que destruye país. La gente ya tiene
suficiente cargas de sufrimiento a cuesta.
28-04-19
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