Julio Cesar Arreaza 28 de abril de 2019
El
poder de la calle es lo más importante, esa es nuestra fortaleza, liderado por
un presidente interino constitucional reconocido dentro y fuera del país. El
apoyo de 65 países a la causa democrática es una fortaleza inexpugnable. En
contraste, robar y reprimir es lo que le queda al usurpador, un miserable
régimen de 200 personas. El retrato en que se reflejan y arrastran al país es
la oscuridad de Cuba. No podrán vivir eternamente de la mentira.
Pretende
exterminar a la generación de relevo que le enfrenta. La cúpula militar que
domina la FA vende cara su derrota. Tienen a Venezuela como santuario. Sus
familiares viven una vida de lujos fuera del país con dinero robado. Cuánta
impunidad habría que otorgar para que permitan la institucionalidad, ese camino
está descartado. Tratan de evitar el quiebre porque ninguna democracia le daría
tantos negocios ilícitos como tienen ahora.
Resulta
grotesco su desacato a defender el territorio, cuando permiten el
funcionamiento de 5 emisoras del ELN en Cutufí, estado Apure, súmese que la
guerrilla se asienta en 12 estados. Frente a un cuadro social de 30% de
nuestros niños con problemas de crecimiento. 25000 cubanos están en Venezuela.
8 de cada 10 venezolanos vive con dificultades.
Frente
a ese estado de cosas, la única estrategia es más presión, presión dura contra
el régimen. La ruta es la del coraje, la de aumentar la presión cada día, sin
desfallecer, con claridad, consistencia y aglutinar una masa crítica alrededor.
El unanimismo es impracticable. El camino que seguimos es construir razones
solidas, apoyados en la ética, el reto es restituir capacidades, no solo basta
con conformarnos en distribuir la ayuda necesaria y salvadora de vidas durante
la emergencia humanitaria. Promover el culto a la capacidad y no a la
personalidad.
Repudiamos
a la “oposición” mimetizada con el régimen, la ayuda del gatopardismo hace
enorme daño. Es la ruta contraria a la del coraje.
Reconoces
al usurpador si participas en la trama institucional del totalitarismo. No al
diálogo para comprar legitimidad. Primero el cese de la usurpación. Farsas
electorales significan tiempo para Maduro y muerte para los venezolanos. No
pudiera aquel ser candidato, porque fue sentenciado por el caso de Odebrecht,
por el TSJ legítimo.
En el
caso venezolano aplica la doctrina Roldós del Ecuador, que preconiza que
defender los derechos humanos no es intervención, al contraste de la doctrina
Estrada de México, que estipula que las fronteras se respetan para los
dictadores.
La
doctrina Betancourt se ubica por encima de conceptos absolutistas de soberanía
cerrada. Acudiremos a unas elecciones libres, una vez liberados de los
maleantes y con los presos políticos en libertad.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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