Américo Martín 29 de abril de 2019
@AmericoMartin
- El
socialismo del siglo XXI… no es el resultado de un asentamiento
doctrinario, sino de un efecto de ideologización acelerada que sirve a una
opción política (Colette Capriles Revista Venezolana de la Ciencia
Política, Mérida, 2006)
¿Por
qué el socialismo bolivariano se ha mantenido en el poder durante casi 20 años
y cree tener derecho a 6 más? La más larga de nuestras dictaduras, la del
general Juan Vicente Gómez, duró 27 años. Varios factores incidieron en
la consolidación de tan prolongada, abominable y primitiva desgracia. El
más resaltante fue, sin duda, la consistente victoria de Cipriano Castro y JV
Gómez en 1902 sobre aquella nutrida y desordenada alianza de caudillos que
resultó ser la frustrada “Revolución Libertadora”.
Los
revolucionarios contarían con casi el doble de soldados, pero los bravos
andinos disponían de armas más modernas y de invalorable unidad política y
militar. Su victoria no fue circunstancial. Restableció la paz aunque tuviera
que disolver varios conatos posteriores, que no llegaron, ninguno de ellos, a
tanto como para calificarlos con el cognomento de “guerra civil”. En reaidad
aquellos dos sórdidos compadres limpiaron de caudillos el horizonte venezolano
sembrando una paz permanente de más de cien años. Cinco años después de La
libertadora, Gómez, solitario mandamás, impuso un régimen de terror sin
precedentes, hasta su muerte el 17 de diciembre de 1935. La mano brutal fue el
otro componente de la “pax gomecista”.
El
concepto mismo de ideología siempre ha sido confuso. Para Marx era una mala
palabra. Una superestructura destinada a disfrazar la dominación social en los
sistemas clasistas. Y los postmodernos la desestiman porque cuestionan el
alcance de la racionalidad crítica. Chávez accedió al poder por unas
elecciones, vía en la que no creía. Hubiera preferido entrar a Miraflores
al frente de una fuerza armada victoriosa. Decía que los cuarteles son la
verdadera escuela de democracia. Pero en fin, reaccionó como entendió que debía
hacerlo y fue así que procedió a alinearse con la revolución cubana,
seguramente ilusionado por el poder de su energía mesiánica.
Puesto
que el voto le obligaba a aceptar el pluralismo y la alternabilidad, en un
esfuerzo dirigido a sostener su impostada revolución con algo más que votos,
apeló a “la ideología” revolucionaria. Su autoridad y carisma personal pondrían
lo que faltara. No obstante el concepto mismo de ideología siempre ha sido
ambiguo. ¿Por cuánto tiempo mantener lealtades ideológicas en una gestión
masivamente impopular?
El
gobierno madurista agotó sus posibilidades. La gestión iniciada en 1999 detonó
una bomba nuclear. Mueve al asombro la acumulación de adversidades. La crisis
de Pdvsa y defunción de la economía productiva, la hiperinflación,
recesión, presos, asesinatos, torturas, escándalo de los servicios
públicos, salud, educación, deuda impagable, aislamiento internacional,
sanciones y peligro de conflicto bélico.
Nunca
creí que fuera especialmente enaltecedor pedir a quienes han sido
extraordinariamente solidarios con la Venezuela democrática, que “completaran
la asignatura” asumiendo lo que corresponde a los venezolanos. Menos con el
alegato de que ya aquí no se puede hacer más. Falso y desolador.
Guaidó,
la Asamblea, muchos líderes y nuestro desventurado pueblo, luchan diariamente
asediados por las calamidades. Aunque la exaltación es tal que los conflictos
armados pudieran desmadrarse. Serían desenlaces muy cruentos. Salvo una
negociación para un cambio pacífico, sin maquillajes, no se ve que Miraflores
tenga salida más plausible y menos peligrosa
Se
desvaneció la ideología. El socialismo siglo XXI, ornado con la poderosa imagen
del Libertador, terminó, no va más, se acabó.
Américo
Martín
@AmericoMartin
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico