Por Simón García
En Venezuela existen
realidades objetivas y subjetivas para cambiar de régimen económico y político.
El Gobierno destruye condiciones de vida en vez de resolver problemas y la
población no quiere a Maduro. Hay un repudio, irreversible y casi unánime, a la
macolla gobernante.
¿Por qué el rechazo social
no se transfiere al interior del poder? Porque privilegios e impunidades son
una diseminada materia oscura que lo cohesiona. Y porque el Estado,
como la sociedad, está bajo los controles de inteligencia. A la anti fragilidad
del poder también contribuyen vacíos y abordajes erróneos de la política
transicional de la oposición.
Entre las realidades favorables
podemos anotar: 1. La consolidación de un líder, Juan Guaidó. 2. La percepción
de la Asamblea Nacional como dirección colectiva y legítima, aunque sin
presencia del oficialismo. 3. Una población movilizada pacíficamente y con
altísima voluntad de lucha. 4. Unidad de la oposición. 5. Fuerte apoyo
internacional.
Pero también tenemos nuestra
cuesta de enero, empedrada de carencias, limitaciones y ajustes a encarar. Es
urgente la remodelación de la ruta Guaidó, manteniendo sus objetivos, pero
flexibilizando el momento del cese de la usurpación. Aumentar la atención a la
conquista de una solución electoral. Admitir el uso de la negociación para
formar un gobierno de transición. Y construir un esquema de entendimiento a
mediano plazo para una redistribución democrática del poder con
participación de la coalición actualmente dominante.
La remoción de obstáculos no
debe ignorar que definir la ruta es uno de los aspectos de la estrategia y que
ella debe articular la batalla de la coalición alternativa en todos los
tableros. Sólo la aplicación de una estrategia integral evitará que las
concesiones al extremismo reduzcan un movimiento democrático nacional a un
enfrentamiento violento entre vanguardias. Sin ver más allá de su nariz, la
oposición puede languidecer en otro fatal intento de transición fallida.
El país necesita una
política transicional útil a todos. Ella debe procurar avances parciales,
mientras no cese la usurpación, si están destinados a soluciones de graves
problemas de sobrevivencia para la gente. Casos como el de la ayuda
humanitaria.
Una política transicional
para cambiar en paz y con sostenibilidad, debe calzar unos atributos. Entre
ellos: 1. Tener una imagen de país deseable y compartida por todos los actores.
2. Preservar el liderazgo de Guaidó y convertir a la Asamblea Nacional en
efectivo centro de dirección. 3. Ampliar y consolidar la Unidad y los
entendimientos entre todas las fuerzas de cambio, al margen de sus divergencias
secundarias. 4. Tener como fuente de impulso la convergencia entre pensamiento
radical y pensamiento moderado, que contenga los sesgos extremistas y evite
posiciones conservadoras o inmovilistas. 5. Debilitar, neutralizar o
atraer a instituciones y sectores significativos de la Coalición actualmente
dominante, definiendo claramente su misión en la reconstrucción del país. 6.
Acordar un esquema de redistribución compartida del poder político a mediano
plazo para asegurar convivencia y gobernabilidad. 7. Desarrollar la transición
como lucha por el restablecimiento de derechos confiscados.
La política transicional es
el arte de disolver el autoritarismo y crear condiciones para restablecer en
paz valores y prácticas democráticas. El medio para unificar al país en la
superación de las crisis.
14-04-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico