José Luis Farías 24 de abril de 2019
@fariasjoseluis
Fastos
y nefastos:
A
propósito de las dificultades que entraña siempre la construcción de la unidad
y los grandes consensos en política, vale la pena referir una consideración
sobre el tema y la naturaleza de la 2da Guerra Mundial acuñada por Eric
Hobsbawm con su habitual agudeza analítica en su reconocida “Historia del siglo
XX”.
“Fue
una guerra internacional -escribe el historiador británico- porque suscitó el
mismo tipo de respuestas en la mayor parte de los países occidentales, y fue
una guerra civil porque en todas las sociedades se registró el enfrentamiento
entre las fuerzas pro y antifascistas. No ha habido nunca un período en el que
contara menos el patriotismo, en el sentido de lealtad automática al gobierno
nacional.”
A
guisa de ejemplo, cabe recordar que cuando Charles De Gaulle afirmó que con él
la “Francia libre” continuaría luchando contra la Alemania nazi también lo
hacía en franca rebeldía contra el gobierno legítimo de Francia que había
decidido “constitucionalmente poner fin a la guerra y que, muy probablemente,
contaba con el apoyo de la gran mayoría de los franceses cuando tomó esa
decisión”. Asegura Hobsbawm que “Churchill habría reaccionado de la misma
forma” en caso de que los “apaciguadores” se hubieran impuesto en Inglaterra
igual que los “colaboracionistas” en Francia.
Aquellos
días “se inventó el término quisling -del nombre de un nazi de nacionalidad
Noruega- para describir a las fuerzas políticas de los países atacados por
Hitler que, por convicción más que por interés, decidieron unirse al enemigo de
su patria
De
haber perdido la guerra tanto De Gaulle como Churchill y muchos otros que
contrariaron a sus gobiernos en Europa habrían sido tratados como traidores.
Pero al final, asumieron su liderazgo, tomaron las decisiones más acertadas y
trascendentales, y las circunstancias obraron en su favor. El resultado
favorable los convirtió en héroes.
Pero
no fue tarea fácil la construcción de la gran alianza y producir la intensa
movilización que dio al traste con el proyecto hegemónico de Hitler, tardó al
menos ocho años “o diez si se sitúa en 1931 el comienzo del proceso que
desembocaría en la guerra mundial. Ello se debió a que la respuesta (…) fue
indecisa, tibia o esquivoca”
II.
Salvando
las distancias, desde el mismo momento del 5 de enero en que asumió la
presidencia de la Asamblea Nacional Juan Gerardo Guaidó Márquez ha asumido el
liderazgo que le ofreció la historia y ha venido acertando en sus decisiones.
En su andar ha crecido una enormidad como líder y estratega y ha llevado el
juego político a pulso, seguro y firme, como alguien que sabe que tiene el
juego ganado si se mueve conforme a un plan coherente.
El 19
de abril pasado, fecha muy emblemática de la historia de Venezuela, Guaidó tomó
una nueva decisión que puede ser trascendental al convocar a una muy
justificada marcha el 1 de mayo que, como era de esperarse, ha generado
polémica con otros sectores opositores expresadas en las redes sociales,
algunos de ellos empecinados, consciente o inconscientemente, en hacerle más
sencillo el trabajo a Maduro.
Hubo
quienes se quejaron, comprensiblemente, por la falta de precisiones y soltaron
expresiones críticas naturales en todo debate que responden principalmente al
desespero ciudadano frente a las circunstancias de colapso económico, caos
social y agudización de la crisis política que sufre el país. Eso sí, sin
comprender -aunque muchos sin ser políticos no tienen porqué- que el evento
previsto es parte de un plan que demanda preparación y a doce días de su
realización todavía tenía aspectos sin definir, amén de la evidente dosis de
sorpresa que el mismo supone para no ir con todas las cartas descubiertas
frente a un régimen delictivo.
Aparte
del apoyo internacional, que de suyo es de una enorme importancia, Guaidó
dispone de un liderazgo indiscutible afianzado en un agudo olfato político para
decidir con gran sentido de la oportunidad y actuar con el coraje necesario
según sea la ocasión. Ha hecho un gran uso de la sorpresa como recurso
político, ha jugado con habilidad por las bandas confundiendo al régimen, se ha
movido en umbrales peligrosos saliendo airoso y ha toreado con éxito la
maledicencia de sus competidores.
III.
Preocupa
sí la persistencia de especulaciones rebosantes de mala fe y perversidad detrás
de la crítica que no logran simular su verdadero propósito de jugar al fracaso
del Presidente encargado de la República.
Haber
formulado el llamado asegurando que será “la marcha más grande en la historia
de Venezuela para exigir el cese definitivo de la usurpación”, destacando que
“el sitio de destino de esa marcha, de esa protesta, va a ser el lugar de
exigencia para que cese definitivamente la usurpación”, aclarando que es una
marcha “para terminar de traer a los que nos hacen falta para llegar al destino
que todos queremos” y además presentándola como el comienzo de la “etapa final”
de la lucha por el cese, no fue información suficiente para ciertos sectores
que, sin duda, aún recibiendo todos los detalles no iban a dejar de caerle
encima a Guaidó.
Los
apaciguadores lo acusaron de querer llevar a la multitud en marcha “suicida”
hacia Miraflores e insistieron en recordar la matazón del 11 de abril de 2002,
con el claro objetivo de desestimular la participación ciudadana en la protesta
promovida para el 1 de mayo. Ignorando, deliberadamente, que esa marcha del 11
de abril produjo un pronunciamiento militar, la renuncia de Chávez, su segundo
lloriqueo ahora en La Orchila (el primero fue el 4 de febrero de 1992) y que si
se perdió el éxito logrado no fue por culpa de los ciudadanos que pusieron el
pecho en defensa de la democracia.
La
especulación de los dialogantes denota que no prestaron atención a las palabras
de Guaidó y que si lo hicieron están jugando para el régimen, pues él no dijo
que iba a Miraflores y habló de paz y no de violencia. Pero, por si fuera poco,
en un derroche de originalidad también han pasado de plantear el “diálogo” a
proponer un “agarrense de las manos” cuando proponen sustituir el “cese a la
usurpación” por un “cese a la destrucción” que lleve a Guaidó y a la AN a
entenderse con Maduro para levantar algunas sanciones en torno a “problemas
estratégicos”, los negociados por detrás se huelen a leguas.
Los
delirantes, por su parte, entretenidos en cuestionar la ayuda humanitaria,
decidieron agitar su ruñida barajita del 187.11, ahora con la muleta de R2P,
luego de que Guaidó se la estrujara diciendo que no la descartaba pero “todo a
su tiempo” por aquello se “sin atorarse ni apendejearse”. Sin saldo en la
cuenta del apoyo popular ni liderazgo, al radicalismo delirante solo le ha restado
vivaquear como aves agoreras en la selva de la antipolítica rumiando contra
Guaidó y apostando por su fracaso.
El
inconformismo ha puesto a dialogantes y delirantes a pugnar contra lo posible y
lo real y ha estimulado la propuesta aventurera no para producir un “quiebre”
en el régimen sino en el liderazgo de Guaidó. Se van quedar con los crespos
hechos.
IV.
La
convocatoria de Guaidó, primero para el 27 de abril a juramentar a los “Comités
de Ayuda y Libertad” y la marcha para el 1 de mayo puso a dar carreras y a
inventar al Pranato usurpador al perturbar su alicaído ánimo.
El
desespero ha hundido a Maduro en un mar de contradicciones y falsas promesas,
ha terminado aceptando la ayuda humanitaria que hasta antier negaba y que los
colectivos paramilitares recibieron a tiros y en la cual miembros de los
cuerpos de seguridad meten la mano. Y pedir una ayuda ayuda a rusos, chinos e
iraníes que nada pueden hacer a su favor ni mucho menos resolver el caos
eléctrico según dicen los expertos mientras desde el mismo entorno de Igor
Gavidia se filtra que estamos próximos a un apagón de mayor extensión
geográfica y temporal que el del 7 de marzo.
El
cuadro general de caos profundiza el descontento social, presagia la
intensificación de la crisis política y anuncia el desmadre definitivo del
Pranato usurpador en breve tiempo dando mayor fuerza a la convocatoria hecha
por Guaidó y la Asamblea Nacional.
La
marcha contribuirá con los conflictos internos, de los que hablan el “sálvese
quien pueda rojo” y los rumores de que el candidato del régimen debe ser Héctor
Rodríguez y no Diosdado Cabello, que la ofensiva verbal norteamericana, al
poner su énfasis en la amenaza militar, le alborotó los enfínteres.
El
amedrentamiento paramilitar a punta de balazos de la “caballería de la
revolución”, como llama Diosdado a los Colectivos emulando las “turbas divinas”
de Tomás Borges en Nicaragua, no pudieron detener la entrada de la ayuda
humanitaria ni parar a Guaidó en el Zulia ni en Falcón. Ni podrán tampoco
impedir “la más grande marcha en la historia de Venezuela”. Guaidó seguirá
jugando con inteligencia, audacia y coraje porque tiene claro que “mano segura
no se tranca”. Vienen nuevas sorpresas.
PD: A
un un mes del secuestro de nuestro amigo Roberto Marrero seguimos exigiendo su
libertad y la de todos nuestros presos políticos. Dios te bendiga Roberto.
Otrosí:
El tema del general Hugo Carvajal no está cerrado, el verdadero móvil de la
detención por el gobierno español tiene angustiados a Maduro, Diosdado y
compañía.
José
Luis Farías
@fariasjoseluis
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