Laureano Pérez Izquierdo 21 de abril de 2019
Las tres potencias participan de la
llamada "sirialización" en América Latina. Cuáles son sus planes. El
papel de Cuba en el ajedrez de Caracas
"El
ascenso de Vladimir Putin y su clan de San Petersburgo ha sido descripto como
maquiavélico, pero se lo representa mejor con los logros de Don Vito Corleone:
la red de traiciones, el secreto y las fronteras borrosas entre lo que es
negocio, lo que es gobierno y lo que es delito. Todo está en los libros de
(Mario) Puzo". Así relató en su libro Winter is
Coming el ajedrecista Garry Kasparov a la Rusiaactual
bajo el poder del ex agente de la KGB.
Un
veterano escritor, desde el exilio, pasó el necesario tamiz de realismo mágico
por Nicolás Maduro e hizo un paralelo. Comparó
al dictador que habla con aves con Pablo Escobar Gaviria el
capo narco colombiano muerto en diciembre de 1993, quien se incorporó
fugazmente a la política y alguna vez soñó con presidir su tierra.
Quizás
sean esas fronteras entre ficción y realidad las que unen a ambos
jerarcas. Pero sobre todo, lo hace la oportunidad y la necesidad. Putin sabe
que su par venezolano depende más que nunca de sus buenas gestiones: su dinero
y su potencial poder de fuego. El caraqueño, encerrado y sin capacidad
de respuesta, se entrega al abrazo ruso.
Ironías
de un relato épico: quien desde Miraflores jura luchar
contra el imperio, permite que cruzados milenarios ingresen a sus fronteras
convirtiéndose él mismo en su vasallo. La hipoteca de Maduro para
luchar contra "el imperialismo" se torna, poco a poco en
su piedra más pesada. Y sus acreedores no sólo radican en Moscú,
sino en otros dos puntos bien alejados de Caracas: Teherán y Beijing.
Las
tres potencias ya desplegaron el mapa de Venezuela para
repartírsela a cambio de mantener en el poder al chavista. Planean convertir al
país sudamericano en su nueva Siria. Un negocio multimillonario y
una conquista geopolítica clave en América Latina.
Al
menos intentan hacerlo.
China
De
esta "sirialización" participa una potencia que no actuó
-al menos abierta y militarmente- durante la penetración ruso-iraní
en Damasco. Miraflores mantiene una deuda de más
de 20 mil millones de dólares con China, imposible
de pagar en el corto y mediano plazo. Es su principal acreedor. A cambio, Xi
Jinping recibe cientos de miles de barriles de petróleo diarios. Sin
embargo, no alcanzan -por la caída en la producción- y el compromiso deberá
reestructurarse. El precio será altísimo.
Además
de apoyo en foros diplomáticos, la administración comunista dedicó tiempo
a una campaña propagandística para exculpar al chavismo de los recientes
apagones masivos y enfocar la responsabilidad en un rival común: los Estados
Unidos. Beijing arremetió contra la Casa Blanca acusándola
de estar detrás de las fallas eléctricas mediante ciber ataques.
Llamativo:
es en el gigante asiático desde donde salen los mayores golpes digitales hacia
el resto del mundo. Admisión: ¿autoridades chinas ya
interfirieron en plantas de generación de energía de Maduro? Durante la crisis
que oscureció la nación, el gigante asiático se ofreció a
mitigar las consecuencias enviando ingenieros y ayuda tecnológica para evitar
profundizar la catástrofe que repercutió sobre la salud pública,
principalmente.
Pero
no es la única estrategia oriental por estas latitudes. Aprovecha la debilidad
económica y financiera de los estados latinoamericanos para penetrar sus
administraciones. Un plan a fuerza de dólares frescos de los cuales después
los gobiernos regionales quedan atados. Los venezolanos tardarán años
en librarse de la encerrona.
Juan Guaidó, presidente interino, convocó al gobierno
asiático a cambiar su posición. "Confío en que China, que
conoce exactamente lo que ocurre en mi país, contribuya como la gran potencia
que es, a facilitar la transición política que necesitamos". Y añadió:
"China es el mayor importador de petróleo del mundo y Venezuela cuenta
con las reservas petroleras más grandes del mundo. Solamente por estas dos
razones, la relación económica entre nuestras dos naciones crecerá, es un hecho
inevitable".
El
líder opositor debería saber, sin inocencia, que pedirle respeto
democrático a una sistema de poder centralizado resultará infructuoso
y una pérdida de tiempo. A Zhongnanhai no le preocupa
quién gestione en Caracas. Sólo le interesa cobrar sus deudas con intereses.
Y, de ser posible, quedarse con recursos naturales.
La
estrategia mandarín es diferente a la del resto que participa del
desmembrado pastel. A menudo propone negocios inyectando capital
líquido en la economía, dando vida a la corrupción y erosionando los gobiernos
necesitados.
Así
fue en Ecuador, cuando el régimen chino a través del banco Eximbank y la
empresa constructora Sinohydro prometió resolver el
déficit energético -otra vez- en tiempos de Rafael Correa y
terminó generando una deuda confiscatoria. A cambio, Jinping logró
generosísimos descuentos en petróleo que luego vendía a valor de mercado.
Un lucro que pocas escuelas de negocio en el mundo podrían imaginar. ¡Gānbēi! dijeron
y chocaron sus copas tanto en Quito como en Beijing al
cerrar el acuerdo. Porque alguien se benefició en el país latinoamericano.
En Venezuela, la
deuda es aún mayor. Sumado al préstamo con el poder central, empresas
orientales "invirtieron" 60 mil millones de dólares en los
últimos años. Todos se preguntan dónde está ese tsunami de
capital fresco.
Rusia
Ese
desprecio por las instituciones de la democracia es lo que genera la empatía
con Maduro y sus demás socios: Rusia e Irán.
Igualmente Cuba ingresa en el particular club de amigos,
aunque ahora sólo como soporte ideológico y anímico. Ninguna de esas potencias
le permitirá a la isla hacerse de algo que no le corresponda. Raúl Castro admitió algo por el estilo cuando
dijo que se acercan tiempos difíciles para los cubanos. Como si los
recientes y pasados hubieran sido fáciles. "La situación podría
agravarse en los próximos meses", dijo ante la Asamblea.
El dictador sabe que el desenlace se acerca.
En
última instancia Cuba responderá a la orden del Kremlin, el
que corre con mayor ventaja para quedarse con la mayoría de los recursos
venezolanos. Es que las deudas que mantiene Caracas con Moscú son
impagables. Putin estira la agonía de su mal pagador como un
acreedor paciente. Al final del día podría apropiarse más de lo que le
deben. Será la garantía más pesada de la historia de Venezuela.
Para
que no se distraiga, el zar le envía mensajes a su
amigo Maduro. Lo hizo por medio de su viceministro de
Finanzas Sergei Storchak, quien recordó a través de la agencia de
noticias estatal TASS que el país latinoamericano no había
cancelado la cuota de marzo de 100 millones de dólares. El
funcionario ruso pronunció una declaración que nadie supo responder si se
trató de una ironía: "El pago se hará, probablemente".
Actualmente,
gracias a la generosidad del usurpador de Miraflores, el
estado ruso puede estar tranquilo. El balance contable le da positivo gracias a su amazónica
presencia en zonas de explotación minera y refinerías de la
saqueada nación. A través de la empresa Rosneft y
su patrón, Igor Sechin controla varios de los más prolíficos campos de
extracción y destilerías en tierra venezolana. Posee el 40
por ciento de Petromonagas, de Petroperijá y
de Petrovictoria; el 32 por ciento de Petromiranda y
mismo porcentaje del Bloque Junín 6 y el 27 por ciento
de Boquerón, además de otra industria que Rusia conoce
bien, la gasífera.
Pero
pese a esta omnipresencia la producción de crudo está en sus mínimos
históricos. En 2018, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estimó
que había caído en un 37% respecto al año anterior, a 1,17 millones de barriles
diarios, el nivel más bajo de los últimos 30 años. El camino no
presentó cambios.
Las
cuentas de Rosneft no resisten análisis en la
lejana Sudamérica. Ninguna empresa que rinda explicaciones a
sus accionistas mantendría sus operaciones en un lugar inviable si no tuviera
un soporte político superior y unos planes a largo plazo. Tanto la compañía
como su director Sechin no están para derrochar fama. Ya
fueron sancionados por el Departamento del Tesoro durante el
intento de ocupación rusa de Ucrania.
También
el foco está en la minería venezolana. Más precisamente en las piedras que
atesora su Arco Minero de Orinoco, donde se concentra una de las
mayores reservas de oro y diamantes del continente. Esta área presenta una
superficie de 114.000 kilómetros cuadrados con riquezas incalculables. La
debilidad de cualquier zar.
Vasilii
Petrovich Tonkoshkurov es el otro delegado de Putin en Venezuela.
El general arribó el 23 de marzo a bordo de un Antonov An-124 junto
a otros 100 oficiales rusos. Continúan llegando. El general trajo consigo
tecnología para cuidar los bienes y capitales rusos en su nueva Siria. Es
subcomandante del Comando Principal de las Fuerzas Terrestres y
llegó a Caracas como un protector de Maduro.
Nadie creyó esa versión. Ni los propios chavistas.
Su
trabajo, junto al de Sechin, es claro: penetrar las malheridas
estructuras hasta apropiárselas, antes de que China se quede
con una porción mayor. Estas áreas son: militar, política, seguridad,
petrolera, minera, tecnológica.
El 30
de septiembre de 2015 Rusia inició su desembarco en Siria.
Un país atravesado por una guerra civil inhumana que robó la vida de más de
medio millón de personas. Lo hizo conjuntamente con Irán, el
régimen teocrático del Ayatollah Khamenei. Gracias a los carísimos servicios del comandante de la Guardia
Revolucionaria Islámica, Qassem Soleimani, aplastaron a los rebeldes que se
oponían a la dictadura de Bashar Al-Assad, heredero de una dinastía
empecinada en regir los destinos de un pueblo devastado.
Irán
La
cercanía de Moscú y Teherán con Damasco hicieron
más fácil la penetración para estas potencias. Se quedaron con la redacción de
la constitución, con puertos, pozos de crudo, energéticas y con las
telecomunicaciones. Incluso con el poder de veto ante las decisiones que pueda
querer tomar Al-Assad. Siria ya no es la misma, ni
es dueña de sus bienes.
En América Latina,
la movilización de tropas podría resultar más costosa. Así pues, la realizan a
cuentagotas. El gobierno islámico prometió -por medio de su
canciller Mohamad Yavad Zarif– el envío de
soldados de su temible Guardia Revolucionaria Islámica,
recientemente declarada como grupo terrorista por los Estados Unidos. Maduro respondería
afirmativamente. Cree que con ellos podría ganar tiempo y sumar aliados.
Esa
fuerza militar es una vieja conocida de la región. Gracias a sus artes infiltra
a miembros de Hezbollah en América Latina. Lo
hace desde hace décadas, pero en los años de Hugo Chávez el
intercambio no precisó de tanto planeamiento y clandestinidad. El
chavismo le facilitó pasaportes e identidades a sus extremistas para que
pudieran pasearse por toda la región.
Ahora,
la teocracia responde. No quiere perderse el negocio que significa para
sus arcas su vínculo con Caracas y pretende cuidar las
espaldas del dictador que dice mantener diálogos celestiales con seres
alados. Esos negocios crecen por el aire. Se los llama "aeroterror" y
fueron iniciados en los tiempos en que Chávez se abrazaba
con Mahmoud Ahmadinejad.
Los
vuelos unían ambas capitales, realizando una escala en Damasco.
Ahora, en tiempos de Maduro, la vía aérea se reactivó. Mahan
Air -la segunda compañía de transporte de Irán- realizará al menos un
vuelo quincenal. ¿Hubo una reactivación turística en Venezuela en las últimas
semanas? Sería naif pensar que cientos de iraníes
quieran conocer hoy sus playas. Los vuelos circularán repletos, pero no de
pasajeros.
Cuba
Desde
hace años, la Cuba de los Castro inyecta
volumen ideológico en el repetido discurso chavista. A cambio, desde el
continente pagan con barriles. Lo hacen nuevamente con vuelos diarios a la
isla, petróleo y hasta con la importación de médicos.
La
Habana es generosa. Gracias al Convenio Integral
de Cooperación Cuba-Venezuela firmado en 2000 entre Chávez y Fidel Castro penetró
el antiguo ejército de Simón Bolívar con sus
servicios de inteligencia en cada uno de sus escalones. Pero no sólo en las
fuerzas armadas, sino también en la economía, la administración de gobierno,
los medios de comunicación y su política exterior.
Asimismo
capacitó al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) con
sus cuerpos del G2. Lo moldeó a su imagen y semejanza. Ambas
agencias de espionaje realizan el seguimiento en tierra venezolana de todos los
opositores del régimen, de acuerdo a lo explicado por el ex miembro del Tribunal
Supremo de Justicia en el exilio, Rafael
Ortega.
Una
vez muerto Chávez, Maduro se abrazó aún más a sus
aliados. Fue así que creó el Centro Estratégico de Seguridad y
Protección de la Patria (CESPPA) para unificar la
información que sus espías -propios y castristas- reunían de los
opositores. Una Gestapo con sones de joropo. La maquinaria de
espionaje incluía expertos en ciber ataques, control de llamadas y escuchas
telefónicas. Toda esos datos no sólo eran procesados por el CESPPA, sino
además por Cuba.
Actualmente
no se conoce cuántos son los oficiales cubanos designados en el continente.
Algunos hablan de 20 mil hombres con la misión de cuidar las espaldas del
caraqueño y su círculo íntimo. Eso sí: mientras los barriles continúen
cruzando el Mar Caribe, algo que ha diezmado durante el desarrollo de la crisis.
La "sirialización" de Venezuela ha
comenzado. Las fuerzas armadas que aún continúan fieles al usurpador
observan pasar otras tonalidades de uniformes impotentes. Los inagotables
recursos naturales -de no lograr Guaidó y la oposición hacerse
con el poder antes que tarde- quedarían en manos de rusos, sirios,
chinos (y cubanos), menos de venezolanos. Ni si quiera de Maduro y sus
cómplices más cercanos.
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