Por Piero Trepiccione
Comprender la
política no es nada fácil para quien no la haya estudiado de manera
científica o haya sido un practicante de ella. Y aun así es verdaderamente
profunda y complicada de seguirle el paso. Esto, básicamente porque se trata de
una actividad humana que está intrínsecamente vinculada a la fenomenología
del poder. Hoy en día vemos series de televisión tan exitosas como “house of
cards” o “game of thrones”, por mencionar tan solo algunas, que reflejan
crudamente los sentimientos, las estrategias, los objetivos y las motivaciones
individuales que han estado asociadas al poder desde épocas muy remotas.
Pero también muestran con
claridad meridiana, las influencias y movimientos corporativos alrededor del
ejercicio de la influencia y los espacios de decisiones reservados al control
de la autoridad. Sin embargo, a pesar de las enormes audiencias que han
logrado, no han podido ser asimiladas las lecciones subyacentes por los
públicos cautivos.
La política en términos
macros es un juego de poder. Las triangulaciones están a la orden del
día. Muchas veces observamos jugadas que son incomprensibles para la mayoría de
la población pero que tienen objetivos muy claros y particulares con fines
estratégicos.
En la actualidad con la
aparición mágica de las redes sociales, los actores políticos han
promovido laboratorios de inteligencia que buscan impactar, desviar la
atención, desesperanzar, diluir, dividir, movilizar, desmovilizar, agitar,
entre muchísimas otras cosas, a las poblaciones locales, nacionales y globales.
Es increíble ver cómo han
ido creciendo las inversiones realizadas en redes sociales por parte
de los comandos políticos que ven cada día más nítida la importancia de las
mismas. Las elecciones españolas de este domingo son una muestra contundente de
ello. La cantidad de anuncios contratados abiertamente en instagram,
facebook y twitter se multiplicaron por mil, pero más significativo aún, han
sido los mensajes “encubiertos” que se lanzan a la población
electoral buscando generar reacciones para crear matrices que favorezcan los
objetivos políticos.
El caso más emblemático, más
resaltante y más agudo de los últimos tiempos es Venezuela. La cantidad de
mensajes emitidos desde laboratorios de inteligencia es incomparable. Ha sido
un ejercicio permanente desde hace algunos años. Pero, lo más significativo,
han sido los impactos que se causan a diario en la población. El ejemplo más
evidente tiene que ver con la desmovilización nacional del descontento.
El gobierno ha
logrado minimizar y diluir las protestas sociales generadas por la
situación de la economía y el colapso de los servicios públicos. En Venezuela
se acumulan cientos de protestas en todo el territorio nacional, pero han sido
localizadas y controladas, gracias a la hegemonía comunicacional que impide su
difusión masiva y efecto contagio, y a las reacciones desde los laboratorios de
inteligencia que crean matrices distorsionantes de la realidad.
Política de “bots”
La población se engancha
permanentemente en temas cuyos principales promotores son “bots” o cuentas
artificiales que no representan porcentajes poblacionales sino intereses
políticos. Al propio tiempo, se conecta con visceralidades y
reacciones irracionales puestas en escena por grupos que no tienen la más
mínima idea de lo que significa la política. Solo aspiran poder pero lo quieren
de la nada promoviendo conductas desatadas de “otros” y no la de ellos
especialmente. Vale decir, se utiliza al pueblo como “carne de cañon” con
mensajes llenos de odio y muchas veces acompañados de “fake news” que son
tomadas como ciertas y no son corroboradas por la mayoría de la gente.
Al final del día, estos
reaccionantes se dejan llevar por los temas que los bots colocan en el tapete y
caen fácilmente en las trampas comunicacionales que el gobierno coloca en la
agenda pública. Los resultados: frustración, incredulidad y
desmovilización. En Venezuela, el cambio político se ha retrasado mucho
gracias a las fintas que a diario mucha gente que no comprende de política, se
come sin chistar perjudicando la gran avalancha humana que se ha venido
gestando los últimos meses. Menos mal, que muchos factores están conscientes de
ello y están corrigiendo sobre la marcha, las desviaciones y los retrasos
ocasionados hasta ahora. Tenemos que empezar a comprender la macro política.
Esto nos ahorrará muchos inconvenientes.
28-04-19
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