Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 27 de
abril de 2019
En el
Credo de los Apóstoles proclamamos que Cristo "descendió a los
infiernos". ¿Qué significa esta frase? ¿Qué fue a hacer Jesús en ese
lugar?
Este
Credo, formulado en el siglo V, se refiere al descenso del alma de Cristo, ya
separada del cuerpo por la muerte, al lugar que también se llama
"sheol" o "hades". El Cuarto Concilio Lateranense, en el
1215, definió esta doctrina de Fe.
En
este caso "infierno" no se refiere al lugar de los condenados sino
que es "el lugar de espera de las almas de los justos de la era
pre-cristiana" (Ott, p. 191).
Entre
la multitud de justos allí esperando la salvación, estaba San José, los
patriarcas y los profetas, como todos aquellos que murieron en paz con Dios.
Todos necesitaban, como nosotros, la salvación de Cristo para poder ir al
cielo. (Ver Hechos 2,24; 2,31; Filipenses 2, 10, 1 Pedro 3,19-20,
Apocalipsis 1,18, Efesios 4,9)
Entre
los Padres de la Iglesia que enseñaron esta doctrina incluyen: San Justino, San
Ireneo, San Ignacio de Antioquía, Tertuliano, San Hipólito, San Agustín.
Santo
Tomas Aquino enseña que el propósito de Cristo en descender a los
infiernos fue liberar a los justos aplicándoles los frutos de la
Redención (S. Th. III, 52, 5)
El
Catecismo de la Iglesia Católica sobre esta doctrina:
Podemos
apreciarlo en los siguientes numerales del Catecismo:
Cristo
descendió a los infiernos
632: Las
frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús
"resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15,
20) presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de
los muertos.
Es el
primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los
infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con ellos
en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la
buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos.
633 :La
Escritura llama infiernos, sheol o hades a la morada de los muertos donde bajó
Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados
de la visión de Dios.
Tal
era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos
o justos, lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña
Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de
Abraham".
Son
precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de
Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos".
Jesús
no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el
infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían
precedido.
634: "Hasta
a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva..." (1 Pedro 4, 6) El
descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la
salvación.
Es la
última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo, pero
inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a
todos los hombres de todos 605 los tiempos y de todos los lugares porque todos
los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.
635: Cristo,
por tanto, bajó a la profundidad de la muerte para "que los muertos oigan
la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan". Jesús, "el
Príncipe de la vida" (Hch 3,15), aniquiló "mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud" (Hb 2, 14-15).
En
adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del
Hades" (Ap 1,18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se
doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2, 10).
"Un
gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran
soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está
temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y
ha despertado a los que dormían desde hace siglos ... En primer lugar, va a
buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida.
Quiere
visitar a los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la
muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que
está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él ... Y, tomándolo de la mano, lo
levanta diciéndole:
Despierta,
tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo".
Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que
habían de nacer de ti ...
Despierta,
tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la
región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los
que han muerto". (Antigua homilía sobre el grande y santo Sábado: PG
43, 440. 452. 461).
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