Por Andrés Cañizález
El nombre de Jon Lee
Anderson tiene ya tres décadas vinculado a América Latina. Se trata de un
reputado periodista estadounidense con varios libros dedicados a guerrillas,
iconos de la izquierda y guerras posteriores al 11 de septiembre de 2001. Tiene
Jon Lee una gran capacidad para hacer semblanzas periodísticas.
Durante varios años Anderson
no sólo ha escrito sobre América Latina para prestigiosos medios de
su país y de América y Europa, sino que también formó parte del equipo de
maestros de capacitación de la Fundación del Nuevo Periodismo
Iberoamericano, uno de los legados de Gabriel García Márquez.
Su paso por la FNPI le
permitió enseñar, dar talleres y charlas, interactuar con periodistas de
América Latina. Hoy no pocos de los discípulos de Jon Lee están de luto por el
giro que han tomado los mensajes de éste al referirse al tema venezolano.
No ha hecho Jon Lee un
periodismo objetivo, no es ese su sello personal. Pero ha traspasado los
límites de lo que puede entenderse como su visión personal, con una ya no tan
velada intención de salvar al chavismo-madurismo en materia de opinión pública.
Las posiciones públicas de
Anderson pasaron a tener abiertamente un tono de burla. Han sido escritas
con una socarronería fuera de lugar, ya que al justificar la crisis que
padecemos millones de venezolanos, sencillamente deja de cumplir con un
precepto básico de cualquier periodista: ponerse en los zapatos del otro,
especialmente del que sufre.
No es la primera vez que
este periodista hace alguno de sus comentarios irónicos sobre situaciones que
afectan a millones, pero su más reciente mensaje del domingo 16 de junio a mi
juicio sencillamente pasó la raya:
Una traducción libre de su
mensaje: así que ¿entonces los apagones eléctricos no son evidencia exclusiva
del fracaso del socialismo y del “castrochavismo” venezolano?! La carita que
tiene el tuitt, de alguien que cometió una travesura no tiene traducción
obviamente. Jon Lee cree que se la comió, como decimos en Venezuela.
Jon Lee y el derecho de
pontificar
No le conozco personalmente
a Anderson, pero pude cultivar amistad con algunas figuras del periodismo
liberal estadounidense, vinculados ellos al igual que Jon Lee a los nombres
emblemáticos del periodismo de ese país. Se trata del star system y
como estrellas se sienten en derecho de pontificar sobre lo que
ocurre en otros países.
“Chávez me parece del
carajo, tremendo tipo, pero yo no soportaría que fuese presidente de Estados
Unidos”, así me resumió uno de estos duros del periodismo gringo la ambivalente
relación que sostenía él, como Anderson, con los regímenes antimperialistas
tipo Cuba y Venezuela. A diferencia de Jon Lee, aquel periodista ya veterano
guardó las formas y cuando escribió sobre Venezuela se dedicó a escribir lo que
vio. Por esa sencilla razón me reservo su nombre.
Podríamos analizar hasta
análisis antropológicos sobre lo que puede significar que unos intelectuales
aplaudan las dictaduras, o las justifiquen, precisamente cuando no padecen en
carne propia sus secuelas, cuando no viven las consecuencias cotidianas. Sobre
esto la historia cubana tiene mucha tela que cortar.
Pero al igual que aquel
periodista veterano que conocí en Washington, Jon Lee está atrapado en
el prisma de su anti-Trumpismo. Está viendo a Venezuela con los
anteojos de su justificado rechazo a la administración Trump, eso le hace
perder de vista muchas cosas, incluso le llevan a hacerle una tapadera a la
trama de corrupción por 23.000 millones de dólares que el régimen de Maduro
debía destinar al sistema eléctrico.
18-06-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico