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jueves, 15 de agosto de 2013

SOS


Por Lissette González, 06/08/2013

Pasan los días y la cotidianidad se llena con los ajustes que toca hacer en estos tiempos en los que el colegio de los hijos aumenta 35%, la comida aumenta 40%, la lista de útiles escolares (sin contar los uniformes, que eso será cuando se acerque el inicio de clases) es igual a tu quincena y en medio de este marasmo, tu sueldo solo aumentará 10%. Las estrategias de adaptación incluyen: sobrevivir más allá de lo prudente con lentes rallados y vencidos, que el carro pase siete meses sin aire acondicionado, decir adiós a la señora que cuidaba a tus hijos por las tardes, que el mercado empiece a tener cada vez menos artículos no indispensables (otro descubrimiento es cuánto puede variar el concepto de indispensabilidad cuando la plata no alcanza), que no haya viaje de vacaciones y tampoco plan vacacional.

Esa es la agenda de la gente. Sus problemas cotidianos tienen que ver con la inflación, el desempleo, la escasez, pésimos servicios de agua y luz, congestión vehicular, insuficientes y caros servicios de transporte público y, la guinda de la torta, una aterradora inseguridad, a cualquier hora y en cualquier lugar. Mientras tanto, la dirigencia del oficialismo persigue corruptos de poca monta y lanza conocidos artistas y peloteros sin experiencia alguna en militancia política o gestión pública a las alcaldías de las capitales del país. La dirigencia opositora cierra filas ante los atropellos al diputado Richard Mardo, anuncia la inscripción de los candidatos que ganaron en las elecciones primarias a las próximas elecciones regionales llamando a votar masivamente y se inician las tensiones electorales con el anuncio del MAS, que irá a las elecciones regionales con la tarjeta del partido y no la unitaria. El ultraescualidismo se rasga las vestiduras por la partida de nacimiento de Nicolás Maduro, cuestiona a Capriles por vendido o cobarde que no “cobra” su victoria del 14-A y llama a tomar la calle, excepto cuando la protesta es convocada por la Mesa de la Unidad. No sé qué piensan ustedes, pero para mí este panorama sugiere que los venezolanos estamos solos con nuestros problemas, parecemos simples espectadores de una mala función en un teatro o, peor aun, alrededor de un ring de boxeo en el que un peso mosca reta a un peso pesado por el título y además el réferi es como Shakira (sordo, ciego, mudo).

Parecemos espectadores en el juego de otros, no los protagonistas ni los principales interesados en el desenlace. Ninguno de los actores políticos en pugna nos ofrece alternativas frente a nuestras penurias. No nos muestran proyectos, ni siquiera promesas. Los ciudadanos deben apoyar a los líderes que convocan a marchas y yo creo que debería ser al revés: los dirigentes políticos deben apoyar las luchas populares por la inseguridad, los servicios públicos o el presupuesto justo para las universidades y darles a estas demandas, legítimas, cauce político. Que los problemas sociales adquieran visibilidad política. Que los políticos representen nuestros intereses y discutan en torno a los problemas sociales y económicos, que la gente sienta que votar por la opción a A o B supone un cambio importante para su futuro.

Ambos sectores están concentrados en su lucha por el poder: el oficialismo en mantenerse a pesar de la crisis económica y la muerte del líder carismático, la oposición en ganar nuevos espacios en su camino a convertirse en una real alternativa de gobierno. Enfrascados los líderes en esta lucha, el pueblo parece un apenas recurso del que ambos bandos se apropian con el propósito de ganar elecciones, legitimidad. De allí el vacío fuera de los periodos electorales. De allí el énfasis en las encuestas y en el marketing y no en la discusión abierta y profunda necesaria para construir un proyecto que dé respuestas no a nuestro grupo de adeptos, sino a los diversos sectores del país. Un discurso que nos ofrezca el camino hacia ese otro país que queremos y podemos ser, que nos enseñe por qué las elecciones municipales el 8 de diciembre son un paso necesario para ese futuro mejor. Si no cambian nuestros dirigentes su estrategia, veo poco probable que se logre un cambio político relevante. Y sin cambios políticos, nuestra cotidianidad será cada vez más asfixiante. Este es un llamado de auxilio a nuestros políticos, ¿aló, alguien me escucha?


Lissette González
@LissetteCGA


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