Por José Domingo Blanco, 10/04/2015
La salud en Venezuela está en terapia intensiva. Es un paciente
terminal que apenas respira. Se desvanece y deteriora con cada médico que
decide irse del país porque aquí no tiene oportunidades –por supuesto que hablo
de los médicos bien preparados, no de los integrales, esos galenos de pacotilla
que gradúa el gobierno en tiempo record-. O porque han sido víctimas del hampa,
durante sus guardias en los hospitales. ¿Cuántos casos conocemos de doctores
que son amenazados de muerte por los miembros de la banda si no salvan la vida
del malandro baleado que le llevan a la emergencia? Irónico ¿no? Ante esas
amenazas no hay juramento hipocrático que los aferre a Venezuela. Y si, además,
a eso le sumamos, la falta de insumos, de camas, de equipos, de medicinas, de vacunas
y de un sinfín de condiciones mínimas para garantizar la atención médica, la
situación pasa de drama puntual a tragedia nacional.
Esta semana, las advertencias y llamados que han hecho los distintos
gremios y las federaciones vinculadas a esta área han sido alarmantes. Pero el
gobierno actúa con la ceguera ideológica que le ha caracterizado. Se requieren
acciones inmediatas, las que un médico aplicaría a un paciente terminal que
llega a terapia intensiva. Y, por el contrario ¿qué hace Maduro? Nombra un
nuevo ministro, que al igual que los anteriores viene cargado de ideas, pero no
de soluciones. Incluso, algunas de sus propuestas me parecen hasta un chiste de
muy mal gusto, en especial en un país donde no se consigue ni una simple
pastilla de acetaminofén. Leí en un periódico, de estos gobierneros, que el
señor Ventura propone crear un nuevo sistema para que la población de escasos
recursos se registre y solicite sus medicamentos por internet, para que les
lleguen a su dispensario más cercano y así saltarse a “las grandes cadenas
especuladoras” –las cuales, a juicio de estos trasnochados, son las que
provocan la guerra económica, esa que ellos se inventaron. La verdad es que,
cuando leo este tipo de cosas, pongo en duda que soy habitante del mismo país
donde este señor, y todos los que nos desgobiernan, viven. Los problemas de la
salud y el desabastecimiento de medicamentos en Venezuela no se resuelven
haciendo que las personas de escasos recursos soliciten sus medicinas por
internet. ¡Aquí faltan divisas –que se las han robado- y mucha voluntad para
hacer las cosas bien, en aras de los demás, con el presupuesto asignado! No
necesitamos ideas muy buenas para países desarrollados, necesitamos soluciones
inmediatas para detener la mortalidad que se nos avecina.
El doctor José Olivares, médico oncólogo residente del Hospital Clínico
Universitario, me dijo una frase contundente que resume la situación “el cáncer
no puede esperar por Simadi, Sicad o Maduro”. ¡Y tiene razón! Lo he dicho y
repetido en muchas ocasiones: Chávez, a quien tanto veneran Maduro y su combo,
murió de cáncer, el tratamiento lo recibía en Cuba –vergonzoso, si me permiten
acotar-. Él, Maduro, en honor a su Comandante Eterno, debería emprender una
cruzada por una Venezuela Libre de Cáncer. ¡Qué ni un solo venezolano más muera
víctima de esta u otra enfermedad! Pero, nada. Nuestras cifras y el pronóstico
son alarmantes. Lo explica muy bien el reportaje de The Wall Street
Journal para el cual se entrevistó a más de 100 doctores, pacientes,
personal de la industria médica y ex funcionarios del Ministerio de Salud con
el que trazaron el dramático panorama.
A esto vamos a sumarle estas otras “perlitas” publicadas recientemente
en la prensa nacional:
“La producción de medicinas genéricas, a cargo del Servicio de
Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar) del Ministerio de Salud, ha disminuido
desde 2011. En los últimos cinco años no se han cumplido las metas de
elaboración fijadas para la planta, ubicada en Las Adjuntas. La Memoria y
Cuenta de 2014 del Ministerio de Salud revela que solo se fabricaron 8.035.701
de unidades de fármacos, pese a que la meta era de 18.730.000 unidades”.
Otra: “Carlos Walter, director del Centro de Estudios para el
Desarrollo, señaló que la merma en la producción y en la distribución de los
fármacos explica parte de la escasez de medicamentos que, de acuerdo con las
cifras de la Federación Farmacéutica Venezolana, ronda el 70%”.
Esta otra: “El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas
León Natera, aseguró que unos 13.000 médicos han emigrado en los últimos años y
alertó que ‘la crisis’ en el sector registra una ‘tendencia de ir agravándose
paulatinamente’”.
Una más… “El presidente de la Federación Médica Venezolana apuntó a una
supuesta ‘gran crisis epidemiológica’ sobre la cual aseguró que ‘el Gobierno ni
siquiera da información’. Aludió con ello a que los venezolanos no saben ‘lo
que está pasando con la malaria, la chikunguña, el dengue, la tuberculosis’,
así como sobre una ‘gran cantidad de enfermedades que reaparecieron’”.
Aquí les dejo esta: “Medicamentos, desde aspirinas a antibióticos y
desde insulina a anestésicos, son escasos. Todo tipo de equipos —máquinas de
rayos X, escáneres de ultrasonido y desfibriladores— suelen estar fuera de
servicio por la falta de partes para repararlos”.
Y esta última: “The Wall Street Journal indica que de las 45.000
camas en los hospitales públicos de Venezuela, sólo 16.300 están en condiciones
de servicio. Los hospitales privados, con otras 8.000 camas, han ayudado a las
desbordadas instalaciones públicas, pero también tienen problemas”.
Razón tiene el doctor Huniades Urbina, a quien entrevisté este jueves a
propósito de todas estas denuncias: “aquí hay mucho corazón opositor; pero la
mayoría tiene bolsillo chavista”, frase que, me comentó, le escuchó a Enrique
Tejera París. Yo sólo puedo agregar… “la ceguera biológica, no te deja ver. La
ceguera ideológica, te impide pensar”.
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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