Rosalía Moros de
Borregales 10 de abril de 2015
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http://familiaconformealcorazondedios.blogspot.com
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@RosaliaMorosB
Hay
momentos en la vida de cada ser humano en los que un gesto, una mirada o una
acción expresan la verdad del alma. El corazón revela el significado de las
palabras que se guardan en el silencio, el gesto traduce sentimientos que se
enlazan con el corazón del otro. En tiempos de Jesús de Nazaret ocurrió uno de
estos hechos que impactó tanto a nuestro Señor que El mismo aseveró que en
cualquier lugar del mundo donde se proclamara su evangelio la historia de esta
mujer sería contada y ella sería recordada.
Estaba
Jesús en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso. Entonces,
llegó una mujer con un un vaso de alabastro que contenía perfume de nardo puro, el cual era muy
costoso. Rompió el vaso de alabastro derramando el perfume sobre la cabeza de
Jesús. Algunos de los que allí estaban
se enojaron y pensaban: _ ¿Por qué se ha desperdiciado así este perfume? ¡Podría haberse vendido por más de
trescientos denarios, y ese dinero habérselo dado a los pobres! Pero Jesús
dijo: Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Ella ha efectuado en mí una
buena obra. (Marcos 14:1-9)
Los
vasos de alabastro fueron usados desde el antiguo Egipto para guardar perfumes
de alto valor. El alabastro es un piedra lisa, blanda, traslúcida parecida al
mármol blanco; transformarla en un recipiente era todo un arte de gran pericia.
Su contenido alcanzaba a una libra de perfume equivalente a 453 mls. Para la
época un denario era el salario de un trabajador por día y, de acuerdo a las
Escrituras, el valor del perfume de aquella mujer era de 300 denarios. De tal
manera que, el utilizar todo el perfume para derramarlo en la cabeza de nuestro
Señor suponía a los ojos de los presentes en la casa de Simón todo un
desperdicio.
Sin
embargo, para aquella mujer el traer su alabastro lleno de ese tan preciado
perfume implicaba traer lo mejor de sí al Señor. Quizá, su alma sedienta por el
camino desértico de la vida de pecado, de desamor y de dolor reconoció en el
Maestro el recipiente digno. Este acto implicó mucho más que ofrecer algo valioso
monetariamente, u algo de valor sentimental; fue un acto de la entrega de su
corazón, de la rendición de su voluntad al único que podía tomar su vida
pecadora y transformarla para convertirla en luz, tal como era El.
¿Desde
cuando no vienes ante el Maestro para rendir tu corazón?
¡Ella
trajo a Jesús su corazón en un alabastro!
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