Por: María Yolanda García
Acudir a Petare a comprar
productos que no se consiguen en automercados, no sólo es más costoso, también
implica un riesgo para la vida y la seguridad del comprador
Adquirir en Petare productos
que escasean en la red de supermercados no sólo es mucho más costoso, también
implica arriesgar la vida y la seguridad personal sin que conlleve alguna
consecuencia para los atracadores. Aún así, la gente se vuelca al lugar donde
los revendedores “fijan” otros precios a los productos regulados (el llamado
"Petaretoday"), según el criterio de la escasez: mientras más difícil
es conseguir el producto, más caro se vende.
Contrapuso se propuso
verificar cómo el Petaretoday fija, cual indicador econométrico, el precio de
la comercialización de productos regulados en el mercado negro, con más de 400
por ciento por encima de su costo original.
Para cumplir con la misión,
la periodista sale del metro y camina hacia los alrededores de la redoma de
Petare donde los buhoneros venden toda clase de artículos: hortalizas,
verduras, ropa, flores, repuestos de electrodomésticos, cosméticos y artículos
de la cesta básica, entre tantos otros.
A pocos metros de la salida
del metro, observa un mesón atendido por una mujer joven de unos 20 años, de
contextura gruesa, que revisa mensajes de texto en un celular. La reportera le
pregunta por el precio de medio de kilo de café. La joven responde "500
bolos" sin levantar la cabeza. "Te lo dejo a 450 mamita, tengo mi
puesto en frente", ofrece otro revendedor, pasos más adelante.
De lado y lado hay
tarantines en los que, como la semana anterior, se aprecian artículos como
fórmula para bebés, afeitadoras, mayonesa. Esta semana, sin embargo, hay menos
cantidad de productos.
La periodista cruza por
debajo del puente Baloa, donde se apiñan más buhoneros. Más adelante, en otro
tarantín, ve un puesto donde revenden detergente, jabones de baño y champú. Se
detiene y pregunta el precio del champú. Es de la marca que usa y no encuentra.
La tienta la idea de comparar. "350 el pequeño y 500 el grande",
informa la buhonera expectante y algo malhumorada porque la comunicadora le ha
preguntado varios precios y no ha comprado nada. La periodista mantiene su
criterio de no comprar a bachaqueros, aunque tengan oro para la casa, así que
desestima la idea y sigue.
Unos veinte metros más allá,
en dirección a la avenida Francisco de Miranda, la reportera observa una mesa
llena de pañales y acude, esta vez, para comprar cuatro bolsas, encargo de un
compañero que tiene un bebé de dos años y le pidió que le hiciera el favor.
La reportera no anota, no
graba, no toma fotos. Pero su intento de pasar desapercibida, a la postre, es
infructuoso. Antes de llegar al mesón de los pañales, siente que una mano la
agarra con fuerza por un brazo y la detienen en seco. Voltea y ve a un hombre
de unos 27 años, con cicatrices en el rostro que le dice, casi al oído:
"Me das el teléfono o te pego dos tiros". Ella baja la mirada y
observa, a la altura de su cintura, un objeto negro que parece ser un arma.
Obedece. Abre la cartera, toma el aparato y se lo entrega. El hombre lo toma y
sigue su camino, tranquilo, a través del cúmulo de gente que va y viene,
mientras la reportera se queda paralizada de miedo, impotente, preguntándose si
este será un nuevo gaje de su oficio (ser robada en pleno reporteo).
Eso también tiene el
incursionar en la Redoma y buscar productos regulados a precios del
Petaretoday. La vida pende de un hilo por esos caminos
Pañales con partida de
nacimiento
Completar la cesta básica en
un supermercado convencional, lejos de los bachaqueros y los delincuentes de
calle, se ha convertido en toda una proeza porque los productos que la
integran, difícilmente, se pueden ubicar todos en un solo sitio y en muchos
casos cuesta encontrarlos, aun recorriendo varios establecimientos comerciales.
Este miércoles en el
Excelsior Gamma, en el Centro Comercial Macaracuay Plaza, vendían dos bolsas de
detergente de 1 kilo a Bs. 32,65 cada una, ocho litros de leche descremada la
Pastoreña, a Bs 160 por unidad y dos jabones de baño a Bs. 12 cada uno.
A una calle de distancia, en
el Abastos Bicentenario, se podían adquirir 5 kilos de pollo, ya fuera pechuga
a Bs. 180 el kilo y/o muslos a un costo de Bs. 80 el kilo, así como también dos
bolsas de detergente de un kilo y dos bolsas de pañales, este último producto
se podía adquirir sí, y solo sí, el comprador portaba la partida de nacimiento
del bebé en cuestión.
En este establecimiento, se
observaban neveras y anaqueles vacíos y la carencia de los productos de primera
necesidad.
–¿Dónde puedo ubicar el
azúcar, la leche y el arroz? -–se le preguntó a una empleada que ordenaba las
colas para pagar.
–En ninguna parte, no han
llegado. La consulta acerca de productos como harina de trigo y de maíz, y
aceite, tuvo la misma respuesta.
En el Central Madirense
localizado en la avenida Francisco de Miranda, hacían largas colas para
adquirir 2 kilos de pasta –cuatro bolsas de 500 gramos cada una a Bs. 122– dos
kilos de detergente y dos de harina de trigo.
En el Plan Suárez de La
Urbina también había detergente y pañales. No se requería la partida de
nacimiento para su compra, sólo que correspondiera el número de cédula con el
día.
Pequeñas joyas llamadas
granos
Los granos, que para muchos
eran “comida de pobres”, son ahora un platillo costoso y difícil de encontrar.
Los precios de leguminosas como caraotas negras y rojas, oscilan entre Bs.
1.200 y 1.500 y no hay. En los comercios visitados se encontraron granos como
los frijoles bayos y ojo negro, pero a precio de joyería: Bs 479,85 sólo 500 gramos,
sin contar lo que hay que comprar para aliñarlos: cebolla a Bs. 500 el kilo,
pimentón a 400 el kilo, entre otras verduras.
24-09-15
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