Gladys Socorro 23 de septiembre de 2015
@gladyssocorro
Manuelito vuelve
La
calle habla. El comentario generalizado es “Manuel vuelve… y pronto”. Hay
consenso en cuanto a la necesidad de que un estratega de su calibre asuma las
riendas de su partido Un Nuevo Tiempo, y que aporte ideas en la reconstrucción
de la Venezuela que, sin duda, comenzará el próximo 6 de diciembre. ¡Y vaya que
tiene que aportar! No es un mesías, pero es un hombre que tiene una amplia
experiencia social y política, con una sólida gestión de gobierno que mostrar,
consolidada en sus períodos como gobernador de Zulia y alcalde de Maracaibo.
Pero
hay una duda que da vueltas en el ambiente: ¿por qué Rosales, después de tener
seis años en el exilio, ahora quiere regresar arriesgándose a que lo metan
preso? ¿Por qué regresa ahora si siguen mandando los chavistas? ¿Acaso las
condiciones han cambiado en algo? Todo parece indicar que para el fundador de
Un Nuevo Tiempo las cosas no están igual que antes.
De
entrada, olvidémonos de pactos con el gobierno porque no los hay. Si así fuera,
Manuel Rosales hubiese regresado a su tierra hace mucho tiempo, pero con la
lengua amarrada y arrodillado, cosa que, sinceramente, dudo que hubiese
aceptado.
Después
de seis años, quien fuera dos veces gobernador del Zulia, viene con el aval
legal y jurídico debajo del brazo. José Luis Pirela, su principal acusador el
13 de septiembre de 2004, retiró la denuncia, una vez que la misma fuera
archivada el 18 de enero de 2006 por la fiscalía 25, conjuntamente con la
fiscalía 8 del Ministerio Público con competencia plena a nivel nacional, por
considerar que “no ha sido posible determinar ilícitos penales que comprometan
la responsabilidad de los investigados”, y nuevamente reabierta en agosto de
2007 ante la cercanía de importantes procesos electorales.
Ese
año fue azaroso. Rosales, quien había apostado por el camino de los votos en
2006, se vio envuelto en una persecución que buscaba sacarlo del juego político
y evitar que la oposición arrasara en las elecciones de 2008 para la alcaldía
de Maracaibo -ganó con 60 por ciento de los votos- y que se alzara con la
gobernación zuliana, como en efecto sucedió.
El
despecho electoral llevó al entonces candidato chavista derrotado, Gian Carlo
Di Martino, de la mano con Mario Isea, a interponer una nueva denuncia, bajo el
mando del juez Eladio Aponte Aponte, de quien ya sabemos que cantó como un
pajarito desde Costa Rica, con declaración notariada y registrada, donde
asegura que el caso de Rosales se orquestó desde Miraflores, y éste tenía que
ser imputado al precio que fuera.
La
orden era clara. Había que sacar del juego a Manuel Rosales. Dicen incluso que
en el gobierno nacional se hablaba de asesinarlo, no sabemos si solo políticamente,
el caso es que entonces se coló la sentencia: iría preso a La Planta, una de
las cárceles más peligrosas del país. Rosales no tenía otra opción mas que
salir del país y proteger su vida. No sería un simple preso. Lo iban a matar.
Hoy,
después de seis años en el exilio y presentado su caso ante todas las
instancias internacionales, asesinarlo sería una torpeza oficial con
repercusiones internacionales sin precedentes. Incluso, la Interpol, tras dos
años de investigaciones, desechó su caso. En 2012 concluyó que las actuaciones
en contra de Rosales tenían un carácter predominantemente político, por tanto,
fue sacado de la lista de alerta roja internacional.
Las
cartas están echadas. Manuel Rosales está decidido a regresar a su tierra. Tras
seis años en el exilio cuenta con 60 por ciento de aceptación entre los
zulianos. La gente lo quiere y lo apoya. Los chavistas le temen. Muchas son las
fechas que se barajan entre los cercanos, mas lo cierto del caso es que,
conociendo al personaje, ni siquiera su almohada debe saber el día exacto de su
llegada.
Gladys
Socorro
Venezolana
y periodista
@gladyssocorro
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