Fernando Mires 27 de septiembre de 2015
“Un buen líder político es uno que, con los intereses de
todos en mente, ve el momento con un espíritu de apertura y pragmatismo. Un
buen líder político siempre opta por inicar un proceso en lugar de procesar
espacios”. (Papa Francisco en el Congreso de los EE UU)
Me disponía a escribir acerca de la
crisis del gobierno de Michelle Bachelet. Justo en ese momento llegó la noticia
de un nuevo terremoto en Chile. Postergué entonces el artículo para otra
ocasión. Pese a que en Chile la gente está más acostumbrada a los terremotos
que los esquimales al frío, habría sido de mal gusto escribirlo. Así, de un
minuto a otro, la persona de Bachelet dejó de interesarme. Hube de cambiar el
tema.
No es primera vez que me sucede. No han
sido pocas las situaciones en las cuales me dispongo a escribir y de pronto un
golpe de estado por allá, un atentado por acá, el fallecimiento de un prócer,
en fin, cualquier hecho se interpone entre mi mente y mis dedos. Aparte de las
pérdidas de tiempo que esas interferencias provocan, es también una de las
razones por las cuales la política es como es.
La política es “cosa viva” y por lo
mismo imprevisible y contingente. La política se decide en “el ahora” y en “el
aquí”, día a día. Si pensamos de modo político no podemos ser futuristas. Eso
no significa por supuesto que no hay que planificar, o renunciar a programas de
acción o no hacer propósitos para los tiempos que vienen. Solo se trata de no
olvidar que todos esos planes, programas y propósitos no son más que simples
probabilidades.
La historia del futuro no ha sido
escrita como piensan todavía algunos marxistas, exponentes de la ideología más
futurista y por lo mismo más metafísica que haya sido producida durante la
modernidad. El tiempo verbal del futuro no es el futuro sino el condicional.
Gracias a Dios. Si el futuro estuviera prescrito, la vida política sería la
cosa más aburrida del mundo. Es por eso que quien ha decidido pensar de modo
político debe estar preparado para vivir de acuerdo al principio de la
contingencia. La historia no persigue ningún objetivo final. Ella se va
haciendo como resultado de nuestras acciones, muchas erradas; otras no tanto.
¿Por qué escribo estas frases? Quizás
debo explicarme: Las escribo después de haber leído un artículo donde por
millonésima vez encontré citada –como si fuera un gran golpe de autoridad- la
famosa frase de George Bernard Shaw: “Un político piensa en las próximas
elecciones, el estadista en las próximas generaciones”.
El artículo de marras, escrito desde una
posición conservadora, es una crítica a Ángela Merkel por su actitud mantenida
frente al éxodo que viene de Siria. Según su autor, Merkel solo piensa en las
próximas elecciones y no en las próximas generaciones. Razón por la cual he
decidido confrontarme no con el autor, sino con la premisa del artículo: la
famosa frase del famoso G. B. Sh.
Y lo diré de una vez por todas: la
famosa frase que hizo famosa G. B. Sh. es una de las estupideces más grande que
he leído en mi vida.
De acuerdo al artículo -es solo uno
entre varios escritos según el mismo tenor– la canciller Merkel, en aras del
bienestar de las futuras generaciones de Alemania, debería haber erigido
alambradas y muros para que no penetren a su país las actuales geneneraciones
de sirios (e iraquíes y afganos). Debería haber enviado en su contra a la
policía, con perros de presa y bombas de gases para que las actuales
generaciones de jóvenes alemanes hubieran visto como reacciona el Estado frente
a gente que huye de una guerra en la cual participa la propia Alemania.
¿Y si las futuras generaciones se
toman de nuevo la cabeza a dos manos cuando se enteren de la mendacidad de las
actuales generaciones que no hicieron nada por ayudar a tantas familias que
huían de la guerra? ¿Otra vez las futuras generaciones deberán avergonzarse de
las generaciones anteriores como se avergüenzan hoy día después de que estas
hicieron estallar dos guerras mundiales con sus consecuentes millones de
muertos caídos en nombre -así dijeron los políticos antes de
1914 y antes de 1939- de las futuras generaciones?
Merkel, al abrir las fronteras sentó un
ejemplo de decencia política, seguido después por otros gobiernos de Europa.
Demostró, arriesgando el máximo, que nadie puede ser leal con las futuras
generaciones si no se piensa, en primer lugar, en la mantención de la solidez
moral de las generaciones presentes.
El gran estadista –y Merkel es una gran
estadista – es el político que en primer lugar piensa en las actuales
generaciones y no en un futuro lejano que nadie sabe como será. Y por supuesto,
como toda política, Merkel también piensa en las próximas elecciones. La
política de Ángela Merkel –así como la de Barack Obama – no es futurista. Es
existencial. Como existencial y no futurista fue el rol asignado al líder
político por el Papa Francisco en su extraordinario discurso pronunciando en el
Congreso de los EE UU: “Un buen líder político”– dijo el
Papa – “es uno que, con los intereses de todos en mente, ve el
momento con un espíritu de apertura y pragmatismo. Un buen líder político
siempre opta por inicar un proceso en lugar de procesar espacios”.
G. B Sh. en su famosa frase que hoy
citan y citan con devoción tantos columnistas (de derecha o izquierda, da
igual) intentó establecer en cambio una diferencia radical entre el político y
estadista. ¿Pero quién le dijo a G. B. Sh. qué el estadista no es un político?
El estadista es un político que actúa desde el Estado. Nada más. En ese
sentido, Hitler y Stalin Castro y Pinochet también fueron estadistas.
La famosa frase de G. B Sh. sugiere que
pensar en las próximas generaciones es algo superior a pensar en las próximas
elecciones. ¿Otra vez hay que decirlo?: Hitler y Stalin, Castro y
Pinochet nunca pensaron en las próximas elecciones sino, desde la locura de
cada uno, en las próximas generaciones. Hitler en un milenario Tercer Reich,
Stalin en el comunismo mundial, Castro en el socialismo continental y Pinochet
en una república sin políticos. Todos ellos fueron futuristas. En nombre de una
ideología del futuro desvalorizaron al tiempo presente y con ello a los seres
humanos que lo habitaban.
No ha habido tirano que no haya
imaginado ser portador de grandes visiones futuras. Pensar en las “futuras
generaciones” ha sido siempre coartada de tenebrosas dictaduras. Al
final, pese a sus crímenes, imaginan todas que “la Historia las absolverá”.
Helmuth Schmidt, el ex canciller
socialdemócrata alemán, sin dudas un gran político y mejor estadista,
preguntado una vez acerca de cuales eran sus visiones, respondió: ¿Visiones?
Los que tienen visiones deben irse a la psiquiatría”. Creo que esa podría ser
una excelente respuesta a la famosa frase proclamada por G. B. Sh.
La frase correcta de G. B. Sh. debería
haber sido la siguiente: “Un político que no piensa en las próximas elecciones
no merece ser un estadista”.
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