Por José Guerra
¿De verdad en el gobierno
pensaban que con el cierre de la frontera disminuirían las colas? ¿Todavía les
sorprende que esa medida no haya hecho mella en la escasez? La propaganda
oficialista ha querido presentar las largas colas para comprar todo tipo de
bienes como un fenómeno excepcional (un “periodo especial”), fruto de
circunstancias excepcionales (una “guerra económica”), que amerita de medidas
excepcionales y sobre todo de la comprensión del sufrido pueblo. La realidad es
diametralmente opuesta: las colas constituyen un fenómeno que ha sido estudiado
hasta la saciedad por los economistas, siempre son fruto de controles absurdos
impuestos por gobiernos tóxicos, nunca disminuyen con la imposición de mayores
controles y, más dramático aun, solo desaparecen cuando dichas políticas
erradas son abandonadas o el sistema sencillamente colapsa.
La gente clama por la
eliminación de las colas y eso es algo perfectamente factible, solo que para
ello hay que entender que, en el caso venezolano, las colas obedecen a tres
causas interconectadas: el inevitable fracaso del modelo económico socialista,
la consolidación de un mecanismo mafioso de asalto a los dineros públicos y las
peculiaridades de una izquierda trasnochada a la que paradójicamente le da pena
asumir su barranco comunistoide.
En un primer nivel, el más
fundamental, las colas son expresión directa del tipo de colapso en las
capacidades productivas al que siempre conduce el errado modelo de controles.
Dicho colapso es independiente de la debacle en la renta petrolera y es
producto de la política de ataque sistemático al sector empresarial,
sometimiento de la masa obrera y eliminación progresiva de las libertades
económicas. Como resultado, el cúmulo de bienes disponible en la economía no
alcanza para todos, no importa como Usted lo corte, lo pique, lo raye, lo
empaquete, lo reparta. Es por ello que la eliminación de las colas pasa por una
rectificación en lo económico que elimine los controles absurdos, que revierta
las expropiaciones y que implemente las más elementales reformas orientadas a
reactivar el aparato productivo nacional.
En un segundo nivel, las
colas son agravadas por el mecanismo mafioso diseñado para enriquecer a la
cúpula gobernante. Se estima que, en el mejor de los casos, apenas la mitad de
los dólares destinados a importaciones se materializa efectivamente en insumos
y bienes finales, y el resto se lo embolsillan. Además, al inventario de bienes
regulados efectivamente disponible hay que restarle lo desviado por las mafias
que trafican a gran escala y, por último, al inventario que finalmente llega a
los anaqueles toca restarle lo que se llevan quienes hacen su cola y compran
para revender. Lo poco que queda es lo que toca repartir entre los consumidores
finales a golpes y empujones. Es por ello que para eliminar las colas, además
de reactivar el aparato productivo, hay que desmontar el nefasto control de
cambio que pulveriza buena parte de los ingresos petroleros.
En un tercer nivel, y esto
sí que es algo novedoso, las colas en Venezuela son innecesariamente agudizadas
por la manera que esta izquierda trasnochada quiere aplicar un cruel ajuste
pero “sin que la vaina se vea muy comunistoide”. La ciencia económica ha
demostrado concluyentemente que asignar bienes escasos mediante un mecanismo de
colas es lo más ineficiente e injusto que se pueda concebir, pues en las colas
no solo se impone la ley del más fuerte sino que se destruye un enorme caudal
de horas productivas.
Es así como todas las experiencias socialistas serias han
establecido raciones de consumo por persona, que si bien constituye una
solución inferior al mecanismo de mercado, es sin duda superior al mecanismo de
colas. ¿Por qué entonces en Venezuela no hemos adoptado una cartilla de
racionamiento por la calle del medio? Porque, aunque Usted no lo crea, en el
Alto Gobierno piensan que semejante medida se vería como muy cubanoide. Es por
ello que para eliminar las colas, además de reactivar el aparato productivo y
desmontar el control de cambio, hay que darle una lección histórica a ese grupo
de políticos tránsfugas que se apoderó del Psuv. No es política, es economía.
27-09-15
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