Por: Margarita López Maya
Pueblo somos todos los
miembros de una comunidad política. En democracia tenemos los mismos deberes y
derechos. Sin embargo, en el discurso populista se hace uso del término pueblo
de una manera diferente, en una acepción más restringida se entiende al pueblo
exclusivamente como plebe.
La plebe es una parte del
pueblo, constituida por los que se consideran no privilegiados, no tomados en
cuenta, los alejados del poder, los más pobres. En el discurso populista la plebe
reclama para sí ser el único pueblo legítimo, produciendo una escisión
antagónica en la comunidad entre pueblo entendido como plebe y los demás, un
bloque de poder muchas veces llamado oligarquía, los ricos, o los poderosos.
Un líder populista articula
en su discurso las demandas insatisfechas que se han ido acumulando entre esos
sectores plebeyos. En Venezuela fue muy evidente a fines del siglo pasado,
cuando la profunda y global crisis que padecimos fue creando la cadena de
equivalencias de la que habla Laclau en La razón populista, que produjo una
contradicción fundamental expresada como “el pueblo versus el bloque en el
poder”. Esa contradicción no pudo procesarse dentro de nuestro sistema
político, produciendo una ruptura populista.
El triunfo de Chávez en 1998
inició una etapa de política populista, unas relaciones entre sociedad y Estado
crecientemente fuera de la institucionalidad democrática representativa.
Dieciséis años después nos encontramos con las viejas instituciones de la
democracia liberal en escombros y las nuevas de la democracia participativa sin
ni siquiera cristalizar. Para llenar el vacío, Maduro intenta un régimen
militarista, personalista y patrimonialista, que ha terminado por ser anomia
pura, lo más parecido a lo que Hobbes llamó el “estado de naturaleza”, un país
sin ley.
Es hora de cerrar este ciclo
y movernos hacia una transición democrática este diciembre. Reunir a la plebe
con el pueblo para ir a una muy necesitada reconciliación. El voto de cada uno
es muy importante para que el mensaje de cambio sea nítido; pero más importante
aún es la disposición de dirigentes y factores de poder de comprometerse con el
camino de construcción de un Estado moderno y de Derecho. Regresar al pacto
constitucional de 1999.
28-09-2015
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