Por Ricardo Escalante, 24/09/2015
Los puntos de vista divergentes son inevitables y enriquecedores en
todo movimiento político democrático, pero las cosas cambian de tono cuando se
ponen de por medio la inquina o los intereses particulares. Las mezquindades
anulan la visión de conjunto.
Así, decir que ahora en la MUD todo marcha sobre rieles sería
infantil. La desdichada afirmación de que hay que salir del confort
para ir a la Venezuela profunda -hecha por Henrique Capriles-, solo puede
entenderse como un ataque directo contra Leopoldo López y por mampuesto contra
María Corina Machado y Antonio Ledezma, a menos que Capriles ignore el sentido
de las palabras. ¿Confort de López?
Tal vez con ingenuidad movida por afán presidencial, en el discurso del
gobernador de Miranda hay cierto tufo de coincidencia con el peor gobierno de
la historia venezolana, que se ensaña con un preso de conciencia. Digo
esto sin ser o haber sido simpatizante del prisionero o de su proyecto político
y porque, además, las manifestaciones opositoras del sábado pasado (convocadas
por López) ocurrieron en toda Venezuela y no solo en Chacao. Es verdad que no
fueron tan grandes como las del 2002, pero tampoco tan malas como algunas convocadas
por la MUD.
Pero bueno, en descargo de ese joven Capriles, con una carrera política
no exenta de méritos, pudiéramos pensar que su aprendizaje es un proceso que no
madura con carburo. Le tomará un buen tiempo superar su catajarra de meteduras
de pata, para que pueda dibujar lecciones duraderas y útiles al país. La
declaración causa de este artículo viene a recordar, por ejemplo, cómo en su
condición de abanderado de la oposición, Capriles atacaba por igual y sin
sentido a sus aliados y al chavismo. Su discurso es enjundioso en
contradicciones.
Características de grandes políticos de todos los tiempos han sido la
paciencia y el olfato para actuar en el instante preciso, es decir, para no
adelantarse pero tampoco quedarse atrás. Y, de la misma manera, un principio
básico de las buenas refriegas políticas es no atacar en forma desmedida y con
ventajas, porque el desespero por madrugarle a los demás cae mal y se paga con
desprestigio. Por eso, Capriles no debería olvidar las enseñanzas de
Maquiavelo y las anécdotas de Julio César, el gran dictador democrático.
Tomado de:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico