Prensa UNT 23 de septiembre de 2015
@PartidoUNT
Fernando Camino, expresidente de
Fedeagro, aseguró que la “caótica” situación en que se encuentran los centrales
azucareros estatizados, solo tendrá solución cuando el Gobierno se desprenda de
estas factorías y las ponga en manos privadas, mediante negociaciones
transparentes con cañicultores y trabajadores, quienes desde hace tiempo
aspiran encargarse del manejo directo de las plantas.
A su juicio, si el Gobierno ha fracasado
en la gerencia de estas empresas, no tiene sentido que no le dé oportunidad a
los “dolientes” del negocio para que gestionen su actividad económica. Recordó
que los centrales son instalados para procesar caña de azúcar y no para refinar
azúcar importada como sucede actualmente en las factorías estatizadas, porque
“a los burócratas de Caracas no les importa la molienda” de materia prima.
“Esta es la razón por la cual el año
pasado, los centrales del Gobierno dejaron en el campo 500 mil toneladas de
caña que no pudieron procesar. La malversación de los recursos de estos
centrales es de tal magnitud, que aún existen deudas con los cañicultores y trabajadores,
correspondientes a la zafra pasada”, indicó.
El también asesor agroalimentario afirmó
que la CVA-Azúcar se ha convertido en un “oligopolio” inoperante, ante lo cual
es necesaria la descentralización de los centrales para convertirlos en empresas
regionales manejadas por los cañicultores y trabajadores, puesto que la
centralización de las plantas “es lo que ha producido más escasez, mayor costo
del azúcar y la disminución de las áreas de siembra”.
Camino explicó que cuando las factorías
trabajan a un 40% de su capacidad, dejan de aportar azúcar al mercado,
disminuyendo la oferta del producto a nivel del consumidor y generando un
“mercado irregular” a través del cual es vendido a un precio superior al que
está establecido por el Gobierno.
Además, destacó que la “ineficiente”
actividad de los ingenios, propicia que parte de la producción del campo se
pierda o quede diferida. “Esta irregularidad causa desaliento en el cañicultor,
trayendo como consecuencia la reducción de las áreas de siembra y el estímulo
para que el Gobierno aumente las importaciones. A final de cuentas, el gran
perdedor es el consumidor, que tiene que hacer horas de cola cuando llega el
azúcar a los comercios, o pagar bien caro el producto a los revendedores”,
acotó.
MARÍA BEATRIZ PARILLI
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