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sábado, 26 de septiembre de 2015

Viajando por el interior, por Miguel Méndez Rodulfo




Miguel Méndez Rodulfo 26 de septiembre de 2015

La semana pasada estuve de viaje por el interior del país; concretamente por el oriente. Visité en vehículo privado y en transporte público, Puerto La Cruz, Barcelona, Cumaná, Ciudad Bolívar, Puerto Ordaz y Upata. Camino al oriente observé cierto movimiento de material, conos en la vía y obreros, en el tramo Guarenas-Guatire, en el metro tren, obra que estuvo paralizada desde 2013; al día siguiente de la elección de abril, ya se detuvieron los trabajos, que ahora se han reiniciado y que seguramente se detendrán el 7 de diciembre. En PLC- Barcelona, la obra que está en movimiento es el sistema de buses de transporte rápido (BTR), para lo cual se está habilitando un carril específico (tal como se hizo en la Av. Nueva Granada de Caracas) en la avenida Intercomunal. La misma obra se está replicando en Puerto Ordaz. Como se puede observar, en todos los casos dichas obras molestan en tránsito vehicular, sobre todo en la horas pico, pero se hacen notar y ese siempre ha sido el objetivo del gobierno: engañar a la gente haciéndoles creer que hay mucho trabajo público, cuando la verdad es que son obras de ocasión, destinadas a crear percepciones de laboriosidad y eficiencia. El caso es aunque antes les funcionó la jugada, ahora la gente no se traga el cuento.


El centro de Puerto La Cruz, de Barcelona y de Cumaná es un verdadero laberinto de buhoneros, puestos de comida, fritangas, peatones caminando por las calles porque las aceras están ocupadas, tráfico endemoniado, muy mal servicio de transporte público, colas inmensas en los supermercados, abastos, cadenas de farmacias, etc. Esas importantes ciudades lucen abandonadas, sucias y desamparadas, para desventura de sus pobladores. Cumaná que se apresta a cumplir 500 años en noviembre, que es la Primogénita del continente, luce más descuidada que nunca en su historia y ni siquiera por el aniversario se ha hecho nada por remediar tal indolencia. Esto contrasta más por cuanto en Caracas, gracias a Dios, luego de más de una década de desastre propiciado por el propio gobierno, se puso orden y se limpió ese caos; sin embargo, el desprecio del régimen por las regiones es tal que nada han hecho por el oriente. Los anaqueles de los supermercados de esas ciudades están muy vacíos, mucho más que en Caracas. En Ciudad Bolívar y en Puerto La Cruz, el agua se va a las 7 de la noche.

El carro por puesto que me trasladaba de Puerto La Cruz a Cumaná, fue detenido en una alcabala y el militar solamente pidió que abrieran la maleta de un agente viajero que llevaba un muestrario de mercancía. Sólo pudimos seguir previo el pago de dinero. Luego nos diría el agente que alguien del terminal de PLC avisaba a la alcabala de su maleta y que eso ya había pasado varias veces. En el terminal de Ciudad Bolívar, una joven mujer me comentaba dolida, que era viuda con una niña de 3 años; su marido había sido asesinado de 4 disparos, en una bodega, por funcionarios policiales que estaban bajos los efectos de la droga. Estos uniformados resultaron ser vecinos, habían cometido otros hechos semejantes y ella ni siquiera pudo poner la denuncia. Me dijo que ella tuvo que irse a trabajar al “88”, campamento minero cerca de la frontera con Brasil y Guyana, y me comentó que el sindicato del gobierno se apropia de la producción de oro de los mineros, cuando le viene en gana, despojando a estos trabajadores del producto de su dura faena. Todo ello con la anuencia de la Guardia Nacional. Lo que por otra parte, palpé es que hay un hartazgo de la gente contra este régimen y hay una masiva intención de votar. Las encuestas reflejan la realidad: el gobierno solo cuenta con el apoyo de 20% de los venezolanos y cada vez es más claro que las clases “C” y “D” le han retirado su simpatía al gobierno.

Miguel Méndez Rodulfo
Caracas, 25 de septiembre de 2015

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