Por Eddie Ramírez, 22/09/2015
Para obtener una victoria contundente el 6D es necesario: 1- Conquistar
a quienes en el pasado han votado por el oficialismo, 2- Convencer a los
renuentes a votar, 3- Disuadir a los candidatos sin opción de triunfo a que se
retiren y 4- Cesar las descalificaciones entre los nuestros.
1-La gran mayoría de quienes votaron en el pasado por el oficialismo
están convencidos de que este gobierno es un fracaso, pero todavía muchos no se
sienten atraídos por otra opción. Para conquistarlos hay que convencerlos de
que la alternativa democrática tiene un plan para solucionar los problemas de
escasez, alto costo de la vida, desempleo e inseguridad y que está dispuesta a
ocuparse de la situación de quienes tienen menos.
Ciertamente las elecciones no se ganan por vender planes muy
elaborados, sino por ofrecer soluciones sencillas. Entre otras cosas hay que
predicar que desaparecerá el desabastecimiento porque se respetará la propiedad
privada; que las divisas que hoy se destinan a subsidiar a empresas quebradas
del Estado, a empresas de maletín de enchufados del gobierno y la Lotus, se
otorgarán a los industriales competentes y honestos para que adquieran en el
exterior insumos necesarios para producir y para que importen rubros que no se
producen en el país.
Que para crear empleos se garantizará seguridad jurídica al sector
privado y se privilegiará la contratación de empresas venezolanas para la
construcción de obras de infraestructura. Que se eliminarán los operativos
policiales tipo OLP que violan los derechos humanos de los habitantes de los
barrios, pero que no habrá impunidad para el hampa y se establecerán controles
sobre la tenencia de armas. Aunque hay muchos policías corruptos, al igual que
en otros sectores, la mayoría no lo son, pero ameritan tener mejores
condiciones socio-económicas. Que habrá planes sociales para proteger a los
menos favorecidos, mientras se logra incorporarlos al mercado de trabajo.
2-Entre quienes dicen que no votarán hay toda una gama. Unos pocos
tienen la esperanza de que los militares puedan actuar en respaldo a la
Constitución. Ello es posible, pero poco probable. Lo único cierto es que hay
un evento electoral frente al cual hoy la alternativa democrática es clara
mayoría. Otros se muestran reacios a votar por la desconfianza en un CNE que
descaradamente favorece al oficialismo. Remediar lo del ente electoral no es
posible, ya que fue diseñado para que los rojos tengan todas las ventajas y,
además, se presta a trampas cuando no hay testigos y hay abstención.
Para convencer a los renuentes a votar es necesario garantizar que esta
vez sí habrá testigos en las Mesas de votación y que dispondremos de la mayoría
de las actas antes de que el CNE anuncie los resultados. Reconozcamos que en el
pasado muchas Mesas se quedaron sin testigos porque los partidos no cumplieron
con las cuotas prometidas y, además, a veces rechazaron las ofertas de la
sociedad civil. Ojalá esta vez nos beneficiemos de la presencia desinteresada
de quienes son independientes, que pueden complementar a los militantes.
3-En varios circuitos no se lograron candidaturas unitarias para
enfrentar a los rojos. En algunos no corremos riesgos de perder diputados, pero
en otros sí. No tiene sentido discutir quiénes fueron los culpables de que no
se lograran acuerdos. La situación obliga a conversar y que alguien tenga que
ceder. En esos pocos circuitos en peligro los candidatos y los partidos
postulantes deberían aceptar someterse a encuestas y que quienes no resulten
favorecidos se retiren. ¿Es mucho pedir?
4- Lamentablemente algunos opinadores políticos contrarios al régimen
son propensos a descalificar en base a percepciones personales a varios
dirigentes. Unos descalifican a Henry Ramos, a Julio Borges y a Capriles,
llegando a tildarlos, sin prueba, de colaboracionistas y de oposición
oficialista, solo por el hecho de que a veces dan declaraciones o fijan
posiciones con las que no se está de acuerdo. Otros atacan a María Corina, a
Leopoldo y a Ledezma por el hecho de haber planteado la necesidad de realizar
acciones pacíficas de calle.
Entendamos que es diferente derrotar electoralmente a una dictadura
clásica, que a un régimen totalitario que cuenta con fanáticos que predican una
utopía. El primer caso es más sencillo, mientras que los totalitarismos han
requerido duras jornadas de lucha, sin las cuales no habría habido elecciones
limpias. Ello obliga a nuestra dirigencia a tender puentes con la Fuerza Armada
y con algunos dirigentes rojos, pero principalmente a movilizar al pueblo. En
el pasado, ante la oferta del gobierno de una auditoría completa, que después
no cumplió, Capriles tuvo razón en no convocar a la calle para evitar una
masacre, ya que el resultado fue estrecho y, además, no había tanto descontento
popular. Hoy, la situación es diferente y es necesario hacer saber que estamos
dispuestos a correr todos los riesgos en defensa de la decisión del electorado.
Como en botica: Magnífico que Capriles haga sus recorridos “casa
por casa”, pero ha podido asistir aunque fuese quince minutos a la concentración
en favor de Leopoldo. No hacerlo se presta a interpretaciones que no lo
favorecen. Es justicia que Antonio Ledezma sea puesto en libertad. General
Padrino López, usted tiene el deber moral de investigar si es cierto que la
capitán Laided Salazar está siendo torturada. La novela de Fernando Martínez
Mottola que sugerí leer se llama La mala racha. Ya el distinguido autor
debería iniciar otra con el título de La buena racha, que es la que se
avecina. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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