Luis Ugalde 25 de septiembre de 2015
Se cosecha con creces lo que se sembró
con generosidad y acierto. El tiempo de cosecha es de júbilo, mientras que el
de siembra está marcado por el trabajo, la incertidumbre y la esperanza. La
Biblia nos brinda hermosas imágenes de siembra y de cosecha de nosotros con
Dios. El salmo 126 celebra el regreso de la esclavitud judía en Babilonia: “Al
ir iban llorando cargando la semilla y al volver vuelven cantando trayendo la
cosecha”. Luego de 16 años de “revolución” es tiempo de cosecha, pero quienes
buscan los frutos regresan frustrados, porque no sembraron sino palabras, o
cizaña de muerte en lugar del trigo de vida.
CRIMEN EN EL BARRIO
En los barrios más pobres vivir cuesta
doble y cada día avanza más el dolor de la muerte de muchos de sus jóvenes y la
agonía del desabastecimiento, de las colas y de la inflación, que asalta y se
lleva parte del salario de supervivencia.
El gobierno sembró armas y alentó
poderes delincuentes, pensando que eran sus aliados defensores de la
“revolución” contra la “burguesía”. Hoy proliferan colectivos mejor armados que
los policías y que, en su pretendido territorio soberano, no reconocen más
poder que a sí mismos. Se trató de ocultar esta mala siembra con un mal pacto
en “zonas de paz” entre el poder de los malandros y el del Estado. Invento de
palabras y frases para ocultar realidades y predicar la revolución verbal:
zonas de paz, OLP (Operación de
Liberación y Protección de Pueblo) y Vivir Viviendo llamaron las zonas de
guerra, de represión, desamparo y edificios con ojos de Chávez donde se vive
muriendo.
Apoyaron el nacimiento de barrios en
lugares indebidos, en terrenos inseguros y sin futuro. Ahí se crearon consejos
comunales chavistas e incluso se edificaron casas con apoyo gubernamental. La
gente tiene necesidad de vivir en paz y seguridad y levanta su precario rancho
donde pueda y lo va mejorando. Ahora muchas de estas zonas están atrapadas
entre bandas delincuentes envalentonadas con armas largas y apoyo de sectores
del gobierno; pero otras instancias del Ejecutivo y de la Fuerza Armada, con
razón, no están dispuestas a permitir que sigan creciendo los poderes de la
delincuencia. Y la gente inocente en medio entre dos fuegos. Nos referimos –por
ejemplo– al modo como zonas de la Cota 905 o de los barrios El Cují o La
Ensenada en la orilla de la Panamericana fueron asaltadas por el gobierno a
tiros entre medianoche y madrugada. Estúpido tratar de disfrazar los hechos
diciendo que esos barrios estaban llenos de paramilitares colombianos y eran
puntas de lanza del golpismo imperial.
Provea –una seria organización no
gubernamental de derechos humanos, con larga experiencia y reconocimiento
nacional e internacional– nos dice que de 4.000 detenciones de los últimos
operativos 3.600 fueron arbitrarias. Se habla de decenas de ejecuciones
extrajudiciales, como la vista con horror en videos indiscretos y oportunos.
Hay un centenar de policías y militares asesinados en lo que va de año, realidad
brutal e inaceptable. Son las terribles consecuencias de una mala siembra.
Las viviendas del kilómetro 4 de la
Panamericana están fuera de lugar y no debían haberse fomentado y se justifica
su reubicación, al igual que la detención de malandros en algunos apartamentos
del Plan Vivienda. Pero es totalmente inaceptable que a las 3:00 de la
madrugada lleguen a El Cují o a La Ensenada (para poner un ejemplo) y saquen de
mala manera a toda la gente, sin reconocimiento de bienhechurías, ni
reubicación y sin posibilidad de salvar sus enseres. Nosotros mismos vimos cómo
trepaban las máquinas destruyendo hasta los cimientos viviendas que eran el
trabajo y todo el ahorro, de más de 10 años, de sus dueños.
Se
sembró una política que ha dejado mal y en inferioridad de armas a la
policía, se invitó a la gente a invertir lo poco que consiguen en sitios
inapropiados y ahora, al sentirse desbordados y retados por los indebidamente
armados, se aplasta a la gente con OLP, que no son de liberación, ni protección
del pueblo, en zonas que no son de paz.
Tenemos que defender a los pobres, que
en los últimos 25 años han construido más viviendas que el Estado y la empresa
privada sumados. Respetarlos y defenderlos, exigiendo y brindando una ubicación
adecuada, valorando sus organizaciones y esfuerzos, apoyando con trabajos de
infraestructura sus mejoramientos y haciendo trabajo permanente para su
seguridad, con educación, organización y presencia policial firme y respetuosa.
Se sembró mal y se cultivaron males, los vientos de demagogia trajeron
violencia y desesperanza; por no hacer labor educativa integral –escolar y
extraescolar–, el crimen en los barrios es la cosecha de una mala siembra.
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