Por Leopoldo López
PRISIÓN
DE RAMO VERDE, VENEZUELA – El 12 de febrero de 2014, la élite inepta y
represiva que gobierna Venezuela ordenó mi arresto por conspiración, incendio,
incitación a la violencia, daño a la propiedad pública y otros crímenes. Más
tarde, esa misma semana, después de dos sorpresivas visitas del presidente de
la Asamblea Nacional a la casa de mi familia, me sugirieron que buscara refugio
en una embajada extranjera.
En cambio, decidí entregarme el 18 de febrero de 2014, para
afrontar el juicio que el régimen había planeado. Tomé esa decisión plenamente
consciente de los riesgos que enfrentaba y de las posibles consecuencias de un
proceso motivado políticamente, con un Poder Judicial comprometido. Por eso,
cuando el 10 de septiembre de 2015 la jueza Susana Barreiros -una simple
marioneta de esos gobernantes que buscan defender sus riquezas y privilegios-
me sentenció a más de 13 años de prisión, no tenía ningún arrepentimiento por
la decisión que había tomado. Fui condenado con el absurdo argumento de que usé
“mensajes subliminales” en mis discursos sobre la no violencia para inspirar
violencia durante las protestas de febrero de 2014.
“NECESITAMOS
QUE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL PUGNE POR NUESTROS DERECHOS”
Ahora estoy en confinamiento solitario en una celda de 7 x 10
pies (2 x 3 metros) que no tiene más que una cama, un inodoro y una pequeña
repisa para mi escaso cambio de ropa. No tengo permitido escribir, y el único
libro que me dejan tener es la Biblia. Ni siquiera tengo una lámpara o una vela
cuando oscurece. Si bien todo esto ha sido muy duro para mi familia, ellos
entienden que las grandes causas requieren grandes sacrificios.
Estoy convencido de que nuestra causa es justa: la liberación
del pueblo de las dolorosas consecuencias de un sistema de gobierno que ha
fracasado económica, social y políticamente. Nuestra economía es la de peor
rendimiento en la región: el PIB caerá un 7% en 2015 según las previsiones, y
sufrimos la inflación más alta de mundo. Esta inflación nos ha llevado una
devastadora escasez de bienes esenciales y ha destruido la producción
doméstica, incluida la industria petrolera. La desesperación creada por estas
condiciones, en conjunto con las difundidas fallas de las fuerzas del orden, ha
hecho de nosotros uno de los países más violentos del mundo, con cerca de 25
mil asesinatos en 2014 solamente.
El líder opositor pidió el apoyo de la comunidad internacional
Lo que es peor, hemos perdido nuestra democracia. El Gobierno
persigue a quienes piensan diferente y usa la represión para mantenerse en el
poder. El juicio en mi contra fue pensado para enviar el mensaje a todos los
venezolanos que pelean por un país mejor de que, a menos que desistan y cedan
ante el régimen, serán los próximos. Nuestro Gobierno quiere aplastar nuestras
aspiraciones y hacernos creer que esta lucha no tiene esperanzas. Quiere que
nos rindamos. Pero no podemos darnos el lujo de rendirnos, porque el que se
cansa, pierde.
Estamos trabajando para una Venezuela en la que los derechos
sean garantizados para todos, incluso el derecho a vivir dignamente. Queremos
cambios regulares en el poder a través de elecciones limpias y libres, para que
los venezolanos puedan coexistir pacíficamente sin importar su ideología.
“NECESITAMOS
CAMBIAR EL SISTEMA REMOVIENDO DEMOCRÁTICAMENTE AL GOBIERNO”
En la economía, queremos un modelo que permita a todos
beneficiarse del crecimiento -especialmente aquellos que tienen menos. Queremos
promover las industrias locales y alentar la inversión privada para incrementar
la producción y generar empleo–. Queremos incrementar la producción de petróleo
y usar los ingresos para diversificar nuestra economía, en lugar de usarlos para
comprar votos. Y queremos proveer la educación de calidad necesaria para que
todos los venezolanos prosperen.
Nuestros planes son ambiciosos, pero tienen el apoyo de
millones. Para que Venezuela se mueva hacia adelante necesitamos antes que nada
cambiar el sistema con la remoción democrática del partido que nos gobierna.
Las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre presentan una oportunidad.
Pero para triunfar en los comicios tenemos que unirnos. Una alianza opositora,
la Mesa de la Unidad Democrática, ya se ha formado, pero necesitamos expandirla
a todos los miembros de la sociedad que quieran un cambio.
López pidió por la liberación de los presos políticos
No podemos hacer esto solos. Les agradezco sinceramente a todos
aquellos alrededor del mundo que nos han defendido. Ese apoyo nos da fe, pero
esos esfuerzos no pueden terminarse hoy. Necesitamos que la comunidad
internacional pugne por nuestros derechos democráticos ante los abusos del
Gobierno de Venezuela, condenando la represión y promoviendo la solidaridad en
los asuntos de derechos humanos en la región. Necesitamos que las Naciones
Unidas incorporen estos temas en la agenda del Consejo de Derechos Humanos. Y
necesitamos que la Organización de Estados Americanos invoque su carta
democrática para discutir nuestra situación urgente.
Hay que ejercer presión sobre el Gobierno para que permita que
haya observadores de la OEA y de la Unión Europea en las elecciones de
diciembre, algo que no ocurre desde 2006. Su independencia e imparcialidad se
necesita ahora más que nunca para asegurar que nuestra oportunidad de cambio no
está comprometida.
“NECESITAMOS
QUE LA OEA INVOQUE SU CARTA DEMOCRÁTICA”
Finalmente, el Gobierno de Venezuela tiene que terminar con la
infundada descalificación de los líderes opositores para las próximas
elecciones. Los diez a los que les prohibió postularse, incluidos los diez ex
gobernadores Manuel Rosales y Pablo Pérez, los líderes opositores María Corina
Machado y Carlos Vecchio, y yo mismo. El régimen debería liberar a los 76 prisioneros
políticos, incluidos los que están bajo arresto domiciliario, como el alcalde
de Caracas, Antonio Ledezma, y el ilegalmente destituido alcalde de San
Cristóbal, Daniel Ceballos.
Una elección no puede ser libre ni justa cuando a aquellos que
piensan diferente no se les permite postularse o están tras las rejas.
25-09-15
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