MANUEL FELIPE SIERRA 25 de septiembre de 2015
Cuando estudiante en la Universidad
Simón Bolívar fue uno de los promotores del movimiento “Fórmate y lucha” que
combinaba la reivindicaciones políticas con un esfuerzo por el mejoramiento de
la calidad de la enseñanza. Como ingeniero eléctrico cumplió importantes
funciones en CORDIPLAN, como ministro de Transporte y Comunicaciones y
presidente de la CANTV. En los últimos años, sin descuidar sus compromisos
profesionales, se ha mantenido atento al proceso político venezolano, es
columnista del diario El Nacional y acaba de publicar la novela “La mala racha”
que refleja el trágico dilema de los venezolanos entre irse y quedarse en el
país. Estas son sus reflexiones.
Tu
primera novela “La mala racha” está en la calle, ella refleja la preocupación
general que viven los venezolanos en estos tiempos. Cuéntanos la idea y la
historia de esta incursión en la narrativa.
Si, el
dilema del que trata la novela es algo de lo cual venimos hablando, es si irse
o no irse del país, esto se plantea Matías Romero que es el protagonista de la
novela. Y yo creo que es una pregunta que está rondando en el ambiente, que se
inserta dentro de este contexto político y social en que vivimos, y paradójicamente,
pensé que recurriendo a la ficción tendría más libertad – que a través de un
ensayo objetivo y científico- para expresar este dilema humano que hoy vivimos
en el país. Porque al final la decisión sobre irte o quedarte no es una
decisión absolutamente racional, existen elementos racionales como la
posibilidad de trabajo, la seguridad personal que es algo que impulsa a muchos
a irse o a los padres para que sus hijos se vayan como el tema del actual
ingreso económico. Pero también están todos tus afectos, tus amigos, tus
familiares, el clima, tus costumbres, el hecho de cómo te sientes tú en el
extranjero. Ya es un tema común que algunos digan, por ejemplo, que vas a un
supermercado y puedes elegir cualquier marca de cualquier producto, ello es
verdad, pero aquí tienes en cambio el afecto de tus amigos, de tus familiares,
de las personas con la que compartes ilusiones y trabajo.
Este
es un dilema que se hace cada vez más común en sectores de la clase media.
Claro,
este es el dilema que se plantea entre Matías Romero y su esposa Elena, donde
ella quiere irse a Miami y él quiere quedarse en Venezuela, y ello genera una
situación muy particular, pero que es muy actual, por eso estuve actualizando
la novela hasta el día en que entró en imprenta. Yo estoy seguro de que los que
la lean van a sentir que están en la mesa de su casa manteniendo una
conversación diaria y familiar propia de estos momentos.
Esta
situación es consecuencia de un megacrisis, que no sólo tiene que ver con el
tema económico, sino que prácticamente invade la vida de todos los venezolanos.
El razonamiento más frecuente es que es consecuencia del fracaso de un modelo
político y económico. ¿Cuál es tu visión sobre el asunto?
Sin
duda es un modelo fracasado que se vendió, una falsa ilusión, para mí una
absoluta mentira. Pero tenemos que ver que muchas personas en el país pusieron
sus esperanzas en ese modelo fracasado, equivocado y falso. El hecho cierto es
que una proporción muy grande del país tuvo una esperanza y durante años vivió
esa esperanza. Y ella ha desaparecido por completo en estos días; hoy en día
nadie en Venezuela cree en ello. Uno lo siente en la calle, lo siente cuando
habla con la gente, y lo vemos en las encuestas, un 90% del país no cree en
eso, y yo digo que ese 10% restante no son lo que creen en eso, sino lo que se
benefician de eso, son el 10% de la población que está vinculado a los
beneficios de este régimen. Pero hoy en día esa esperanza se ha convertido en
una desesperanza, al caer en cuenta la gente que hubo un engaño, porque
yo creo que hoy ese 90% que se está manifestando contundentemente en todas
partes, está pidiendo un cambio, porque ya aquí no hay proyecto, ya aquí no hay
ilusión, y lo que estamos viviendo es una gran tragedia que se manifiesta en el
día a día de la gente. Cuando se va a un hospital y no consigues los insumos,
cuando se va a un supermercado y no tienes alimentos, cuando se buscan los
útiles escolares y no se encuentran por ningún lado, o cuando no puedes salir a
la calle por el riesgo a ser robado o asesinado a cualquier hora del día y en
cualquier lugar.
Ciertamente,
esa parece ser la tendencia que registran los sondeos de opinión en función de
las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
Exactamente,
hay un clamor por un cambio, y el 6 de diciembre tenemos una oportunidad para
propiciar ese cambio y es una oportunidad para hacerlo por un método pacífico y
sin violencia, y además dentro del marco de la democracia, ya que aquellos que
siguen creyendo en este proyecto de buena fe y aquellos que ya no creen en él,
tenemos espacio para convivir en un mismo país, bajo unas normas democráticas
como debe ser en pleno siglo XXI.
RETROCESO Y DETERIORO
Está
el problema económico, pero también la crisis del país tiene un componente
moral y espiritual, sin descartar el deterioro de la estructura física, un tema
que tú manejas como exministro de Transporte y Comunicaciones. Venezuela
durante varios años fue un ejemplo para toda América Latina por su vialidad,
por la modernización de sus carreteras, de las vías, de la construcción. Hoy la
impresión para muchos es que Venezuela está viviendo un estado de postguerra,
con su infraestructura gravemente destruida.
Es un
problema integral que se manifiesta por donde tú te metas, en la economía
estamos viendo que se ha destruido toda la capacidad productiva. Además del
problema monstruoso de una devaluación poca veces vista, cuando uno no sabe el
precio al que está el bolívar en estos momentos debido a que cambia por hora, y
eso manifestado también en la contrapartida de la inflación, del
desabastecimiento. El fondo de todo esto es que se atentó contra la propiedad
privada, aquellas empresas que se expropiaron ninguna funciona, todas están en
el suelo; en el campo tantas tierras que producían y ahora no lo hacen, y debemos
importar para poder comer, para poder tener medicinas, estamos importando todo,
prácticamente todo en estos momentos. Con un mensaje, con una voz falsamente
nacionalista lo que se ha hecho es destruir la capacidad nacional. Ahora al
lado de esto se ha destruido la infraestructura, el caso de la carreteras lo
conozco bien, fuimos un modelo en América Latina con nuestro sistema vial, eso
hoy en día todo está en el suelo, no se ha construido ni un metro más de
autopista ni de carretera. En el caso de las telecomunicaciones, el cual es un
tema con el que estoy más familiarizado, también fuimos la punta de lanza en
cuanto a modernización, y hoy en día vamos en un acelerado retroceso.
Cuánto
pesa la destrucción de la infraestructura física y también el deterioro de las
telecomunicaciones en relación con los avances que se registran en el resto de
mundo.
Nuestra
realidad es que vivimos un franco deterioro de todo, nuestra realidad es que el
avión viene en picada. Ahora en esto hay cosas que se pueden revertir muy
rápidamente y muy fácilmente, creo que Venezuela tiene suficiente mano de
obra adentro y fuera del país, y hablando del dilema de la novela, toda
esta capacidad humana que tenemos en el exterior encontraría oportunidades de
rehacer el país muy rápidamente. Y si algo podemos ver en países vecinos es que
este tipo de cosas se pueden revertir, a pesar de que hoy vemos un poco negras
las cosas, eso puede convertirse en una oportunidad para que vuelva la
inversión extranjera, para que venga la inversión de venezolanos que tienen sus
recursos en el exterior y que vuelva el mismo recurso humano.
Todas
las encuestas revelan una caída en la popularidad y la evaluación del gobierno,
sin embargo ello no se refleja proporcionalmente en la fortaleza de los factores
críticos y opositores.
Vamos
a ser sinceros, yo creo que no, al menos no con la misma fuerza que se refleja
en las encuestas. Para ponerlo en palabras sencillas, es mucho más rápido el
proceso por el que se está desmoronando el gobierno en términos de popularidad,
que la velocidad que lleva la oposición en captar el descontento. Efectivamente
yo creo que allí hay un desfase. Pero como he dichos antes, creo que ideas y
proyectos de lo que hay que hacer en un futuro, además de liderazgo existe por
todas partes, no sólo en el área política, sino en muchas otras, y los mejores
ejemplos son todos estos jóvenes profesionales que vienen surgiendo, y esta
sustitución generacional que viene ocurriendo, y yo, que soy una persona de 60
años, veo con mucho agrado y optimismo, ver a estos muchachos jóvenes
lanzándose a la arena política, en un momento donde hay muchos peligros y están
dispuesto a luchar por ese porvenir, y estoy seguro que en un futuro esto va a
engranar con el sentimiento de un voto castigo y un reclamo al gobierno.
TENDENCIA IRREVERSIBLE
Te
tocó ejercer importantes posiciones en un momento donde el país se abría a la
descentralización. Hoy el cuadro es totalmente distinto, háblanos un poco de
esa expectativa que se malogró, que tuvo logros importantes, que consolidó la
experiencia democrática por un tiempo, y abrió la puerta a nuevos liderazgos.
Yo
pienso que el tema de la descentralización no es un capricho, sino una
tendencia irreversible, y yo creo que esto hay que verlo realmente a fondo.
Esto ocurre porque hoy tenemos unos caminos de información y de difusión de
conocimiento que no existían hace 30 o 40 años a través de todo este mundo
tecnológico, la manera de tu relacionarte, incluso dentro de padres e hijos;
cuando tú hablas con tu médico, ya el médico no es aquel sabio que los sabe
todo, ya que al buscar la información en internet ya eres capaz de discutir
sobre tratamientos y procedimientos con él. Ya lo profesores no son aquellos
sabios pegados a un pizarrón, ahora los estudiantes pueden discutirle a los
profesores ya que tienen mayores mecanismos de información. Porque las
sociedades son así, se nutren de esa información y ya las instituciones a nivel
mundial ya son organizaciones mucho más horizontales de lo que eran antes, son
más descentralizada en la toma de decisiones, porque ya no tienes un jefe en la
cúspide que decide todo lo que ocurre abajo, ya te encuentras con empleados que
te rebaten las ideas porque no eres el único que sabe. Todos sabemos más,
porque todos accedemos a internet, a redes sociales, podemos entrar y ver los
medios de forma digital, por ello el mundo centralizado ya no existe, el mundo
centralizado quedo atrás, y no solamente en la política, también en la familia,
en las clínicas, cualquier institución tiende a la descentralización. Aquí han
tratado de colocar un sistema centralizado que va contra las tendencias
mundiales, contra lo que es el mundo actual y lo que será el mundo futuro, y
cuando tu chocas contra eso te desmoronas, dejan de funcionar las cosas, porque
estas negando una realidad.
Por
cierto que el reciente libro de Moisés Naím, “El fin del poder” aborda este
tema.
Exactamente,
el libro de Moisés habla de eso, de la pérdida del poder, en el fondo de este
libro está ese planteamiento que ahora es mucho más difícil mantenerse con
aquellas hegemonías porque la gente sabe más. En Venezuela se dio ese gran
cambio en los años 90, yo creo que el presidente Pérez fue muy claro en eso,
propició un cambio político importante al trasladar facultades a las
gobernaciones y a los gobiernos locales a expensas de su propio poder; él se
debilito como Presidente cuando transfirió todas estas competencias, como era
el término del momento a las gobernaciones y alcaldías, porque, bueno, era lo
que venía, y ojala hubiésemos seguido por ese camino.
Por
supuesto que eso cambió con el modelo chavista que es por definición
centralista y hegemónico.
Durante
los 15 años del Presidente Chávez eso cambió, por razones que todos conocemos,
por la naturaleza del movimiento, pero también Chávez tuvo un gran liderazgo
que le permitió concentrar el poder, y eso fue un grave error que nos llevó a
este doloroso retroceso.
Dentro
de los partidos políticos también se da este proceso de descentralización.
Así
es, dentro de los partidos políticos también se da esta descentralización,
partidos políticos que se empeñan, tanto del gobierno como de la oposición, en
mantener unas estructuras centralizadas y personalistas están destinados al
fracaso. Hoy en día con la difusión del conocimiento ya nadie se cala eso, ya
nadie se cala ese “sabelotodo” al que tienes que admitirle la verdad absoluta e
incuestionable, ya que todos accedemos a esa verdad a través de los medios de
comunicación.
Ahora,
sin duda ante este cuadro que estamos viendo, Venezuela pareciera que caminara
en sentido contrario. Con todos estos cambios en América Latina, el país se
está quedando como en una isla, aislada y atrasada.
Ese es
el fracaso de este régimen, que choca contra la realidad del mundo, que va
hacia sistemas más descentralizados, más democráticos, porque la democracia es
descentralización, es poner las decisiones en manos de más y más gente. Cuando
la gente no sabía escribir y cuando las mujeres no podían votar, ello era una
atrocidad, pero eso quedó atrás. Hoy en día es mucho más que leer y escribir,
hoy en día el ciudadano común puede hablar con su hijo de temas con el mismo
conocimiento, y el algunos temas los adultos pueden ser sobrepasados, ya que la
nuevas generaciones manejan algunas cosa mejor que uno, esto quiere decir que
la relación entre padre e hijo ya no puede ser de la misma manera. Y la
democracia es lo que te permite eso, ya permite que todos opinemos, que sean
puestos en perspectiva todos los puntos de vista. Y este gobierno ha pretendido
luchar contra esa realidad tan contundente a nivel mundial.
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