MaDenisse Fanianos de Capriles Mie Septiembre 23, 2015
En su
reciente visita a Cuba el Papa Francisco fue a visitar al dictador Fidel
Castro. En algunos medios (sobre todo afines a este gobierno) se refirieron a
un encuentro muy cordial donde el Papa y Fidel hablaron sobre temas ecológicos.
Lo que
no reseñaron esos mismos medios fue el regalo tan especial que el Papa
Francisco le hizo al anciano Fidel Castro.
Pienso
yo que ese regalo el Papa lo escogió con una muy pensada intención, porque no
es un regalo cualquiera. No es una imagen del Vaticano, ni una moneda
conmemorativa de nada, ni un juego de estampillas, ni un rosario, ni un mapa,
etc. (regalos que son costumbre regalar en los encuentros diplomáticos del
Vaticano).
El
Papa Francisco escogió para regalarle a Fidel Castro (quien ya cada día está
más cerca de su juicio particular) un libro y dos CDs con homilías y canciones
del Padre Armando Llorente, el sacerdote jesuita español que fue su maestro de
escuela y que pidió la conversión de su alumno Fidel antes de morir.
Dicho
sea de paso que en Cuba son muy pocos los que conocen la historia del Padre
Llorente y mucho menos quienes han podido leer su libro, porque ese Padre está
borrado de la historia cubana y el libro censurado en la isla.
Según
reseña el portal católico www.aciprensa.com el Padre Llorente fue profesor de
Fidel Castro en el Colegio de Belén de La Habana, donde el líder cubano estudió
cuando tenía 16 años de edad.
Señala
este portal que: “En el año 2007, en una entrevista para la agencia Efe desde
Miami donde se exilió el sacerdote ante la persecución del régimen castrista a
la iglesia, éste señaló que si "en algún momento de lucidez" Fidel
Castro lo llamaba o pedía encontrarse con él, estaba dispuesto a ir
"inmediatamente" para confesarle.
"Lo
primero que haríamos sería darnos un abrazo tremendo, reírnos recordando las
aventuras que tuvimos juntos, que fueron innumerables y muy bonitas" y
después le diría: "Fidel, ha llegado el momento de la verdad", declaró
a Efe.
El
sacerdote aseguró que conservaba el anhelo de absolver a Castro si pedía
"perdón públicamente, porque sus pecados no son sólo personales"; y
se arrepentía "de todo el mal que ha hecho".
El
Padre Llorente recordó a Efe que los años de escuela fueron los más felices de
Fidel porque hasta entonces "no se había sentido querido por nadie",
estaba lleno de "complejos y traumas" por saberse el hijo de una
relación extramatrimonial de su padre, Ángel Castro, con Lina Ruz, quien
trabajaba en su casa como sirvienta.
En
diciembre de 1958, el Padre Llorente llegó a la Sierra Maestra haciéndose pasar
por ganadero, para entrevistarse con Castro durante la revolución. "Él me
confesó que había perdido la fe, y yo le respondí: 'Fidel, una cosa es perder
la fe y otra la dignidad'", recordó.
En
esos años, el Padre Llorente ayudó a establecer en la isla la Agrupación
Católica Universitaria (ACU), un movimiento juvenil de inspiración jesuita,
fundado en la década del los años 30.El sacerdote debió abandonar Cuba en 1961
por el acoso del régimen de Castro contra la Iglesia Católica y estableció ACU
en Estados Unidos.
Vivió
en Miami hasta su muerte el 28 de abril de 2010, a la edad de 91 años. El
Arzobispo de Boston, Cardenal Sean O'Malley, dijo sobre él que: "Era un
maestro elocuente de la espiritualidad ignaciana y la vida del
Evangelio".”
Sinceramente
les digo que cuando yo vi la foto del encuentro del Papa Francisco con Fidel
Castro, y me enteré de esos regalos tan especiales que el Papa le llevó, me
pareció ver como una visita de extremaunción.
Dios
quiera que a Fidel le de tiempo de leerse el libro, de escuchar las canciones,
de llorar con dolor sus pecados, de confesarse con un sacerdote y de pedir
perdón públicamente como le pidió el Padre Llorente. Todo eso antes de morir.
No se
si le dará tiempo, porque el tiempo es muy corto. Y no sé si la soberbia se lo
permitirá, porque dicen que el peor pecado es la soberbia, y más en los hombres
que se creen todopoderosos.
Yo le
pido a Dios que le alcance el tiempo y que el Espíritu Santo le regale
humildad, por el bien de su alma.
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