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lunes, 21 de septiembre de 2015

El sometimiento de los más pobres de la población, a través de la alimentación, por Fernando Camino Peñalver


Fernando Camino Peñalver 17 de septiembre de 2015

Desde el año 2002,  hemos venido advirtiendo sobre las nefastas consecuencias de las leyes aprobadas por Hugo Chávez mediante la primera ley habilitante, concedida irresponsablemente por la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional. Nos referimos específicamente a un paquete de leyes, creadas para intervenir todas las actividades económicas de los circuitos agroalimentarios, desde las unidades primarias de producción (fincas, hatos, conucos, pesca industrial y artesanal) hasta llegar al humilde consumidor.

Esta idiotez ideológica y la “viveza” de una boliburguesía importadora, propició la intervención del sector privado productivo, tal como quedo escrito luego, en los lineamientos fundamentalistas del “Plan de la patria”: «…el control del Estado, de todas aquellas actividades con valor estratégico, para el desarrollo del país, promoviendo nuevas formas de generación, apropiación y distribución del excedente económico. Así como de la renta petrolera». Más claro no canta un gallo rojo.

Para la “sala situacional cubano-chavista”, la actividad con mayor valor estratégico es el sector agroalimentario o sector productor de alimentos, ya que interviniendo este importante sistema de producción privado, “matan dos pájaros con un solo tiro”. Por una parte con la apropiación y la ruina de las unidades de producción primarias, se desataba el desempleo en el medio rural y por la otra, se iniciaba el sometimiento de los sectores más pobres de la población, a través de la alimentación.

Al desatarse el desempleo en el campo, el chavismo “colonizó” la zona rural mediante el populismo y la dádiva representada en las misiones y en los créditos sin garantía de pago. El consumidor fue sometido, con la creación de una red de distribución, para suministrar alimentos subsidiados, en su mayoría de origen importado.

Esta maniobra política le dio resultados, pudiendo conquistar la votación rural, que le fue adversa en las elecciones de gobernadores y en las presidenciales del año 1998. Y con los pobres de la población urbana, que fueron cautivados por la abundancia de comida barata, en los mercales y pedevales. Lo que no calculó el régimen, fue el hecho económico de la caída de los precios del petróleo a nivel internacional. Esta situación los ha puesto en serios aprietos ya que ellos compensaban la falta de producción nacional con alimentos importados.

La destrucción del sistema de producción privado de alimentos, está generando una brutal escasez, imposible de ser cubierta con importaciones, ya que los menguados recursos en divisas no alcanzan y el gobierno, a mediano plazo, tendrá que escoger entre importar o pagar la amortización de la enorme deuda externa, contraída innecesariamente en los años de bonanza petrolera.

Otra grave consecuencia de la enorme caída de la producción nacional, es el descomunal aumento de los precios, que en el sector de alimentos ya supera más del 200% de inflación. Es una elemental consecuencia económica, que cuando la demanda supera la oferta, los precios de los pocos productos que se consiguen aumentan, y no hay regulaciones ni controles que los contengan, todo lo contrario, se incentiva un mercado paralelo que alienta un nivel de desacato a las regulaciones, trayendo como consecuencia mayor aumento de los precios.

Si en nuestro país, al momento que se aprobaron esas leyes inconstitucionales, y se aplicaron las destructivas medidas contra el sector privado de la producción, hubiese existido una separación y autonomía de los poderes públicos, no estuviéramos padeciendo la situación antes comentada. Pero como dice el dicho popular, “nadie escarmienta en cabeza ajena”, lo que hemos sufrido ya ha convencido a un 80% de la población, sobre la necesidad de un cambio de rumbo, afortunadamente se ha conformado una mayoría sólida, incluyendo a la engañada población urbana y rural, que quiere otra forma de vida. Este cambio va a iniciarse el 6 de diciembre. Con el poder del pueblo, expresado en una Asamblea Nacional autónoma e independiente, vamos a cambiar el rumbo torcido de este gobierno.

Fernando Camino Peñalver

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