Por Jesús Alexis González, 21/09/2015
América Latina, se encuentra en una situación parecida
(pero más devastadora) a la denominada “década
perdida 1980-1990” lapso durante el cual no hubo crecimiento económico , al tiempo de mostrar un deterioro
de los principales indicadores económicos internos tal como que en 1983
disminuyó el PIB en un 2,8%, empeoró el paro económico, se aceleró el ritmo de
la inflación hasta un 66%, el producto por habitante cayó algo más del 9% con
respecto a 1980 haciéndose equivalente al alcanzado ¡en 1977! con obvio efecto sobre el retroceso del nivel de vida al
disminuir el ingreso nacional por habitante en un 12%, mientras que la entrada
de capitales aumentó solo un 7% mucho menor al 23% registrado en promedio entre
1978-1981. Es de resaltar, que la significativa disminución de los flujos
financieros a la luz de la caída
vertical del ingreso neto de capitales (aunado a la recesión internacional)
que empezó a disminuir en 1979 y seacentuó durante 1982-83, propiciando el impago de la deuda externa habida
cuenta que hasta 1981 estuvo recibiendo un volumen de capitales que excedía
ampliamente a la suma de amortizaciones de capital e intereses, lo cual
permitía pagar el servicio de su deuda
mediante los nuevos préstamos e inversiones recibidas.
En la América Latina del presente, el Estado empresario que aupado por la
tendencia creciente del precio de las materias primas y por la “bondad” (¿?) de las instituciones
financieras mundiales se permitió imponer un populismo donde el crecimiento económico fue posible gracias a un
creciente gasto publico impulsado por una irracional política monetaria,se encuentra en entredicho so pena de
revivir la indeseable década perdida antes referenciada. Las perspectivas de
crecimiento de la economía Latinoamericana reflejan un retraso, siendo que en este 2015 se estima crecerá un ¡0,4%!
y apenas un ¡1,9% en 2016 con evidente caída del PIB ; todo elloapuntalado por los
efectos asimétricos inducidos por el descenso en precio del petróleo, y a unos 4 años previos de desaceleración de
la demanda interna, menor demanda
externa, endurecimiento del mercado
financiero internacional, cuentas fiscales deficitaria, altas tasas de
inflación, moderado crecimiento de EEUU (motor del crecimiento de la economía
mundial) de un 2,7% en 2015 y un 2,8% en 2016, y muy especialmente por la ralentización de la economía China; o lo que es lo mismo
el crecimiento económico chino se
volverá más lento y se desarrollará con menor rapidez al reducir su velocidad.
La economía China, se estima crecerá en 2015 un 6,8% (en
el I Semestre creció un 6,3%) frente a
un 7,4% en 2014 (el peor desde 1990), y en un¡6%! durante el lustro 2015-2019 siempre y cuando se acometan
reformas estructurales para apuntalar el
sistema de mercado como opción obligante para procurar un crecimiento
económico sostenido en el futuro hasta llegar a depender menos de las
exportaciones emanadas de su “fabrica
global”; motivadas dichas reformas
luego de transitar por un terremoto
bursátil que bajó la actividad en un 40% desde mediados de junio provocando
pérdidas que superan 5,6 billones de
dólares; y por una devaluación de la
moneda en un 4,6% con respecto al dólar como una estrategia para mejorar la
competitividad del país en el exterior. Resulta una perogrullada señalar, que
la desaceleración de la economía China
al agotarse el modelo de apertura
impuesto hace 40 años en conjunto con una actual inestabilidad económica
que obligó a una participación de las autoridades monetarias en agosto 2015 por
unos 93.900 millones de dólares de sus
reservas internacionales, tendrá repercusiones muy negativas sobre las economías emergentes básicamente en lo
que respecta a sus exportaciones de materia prima que se han hundido por la
reducción de la demanda asiática, al flujo de capitales que prácticamente se ha detenido desde agosto 2015, al mercado laboral y al “adelgazamiento” del
fondo de financiamiento del imperio chino; en un contexto global que según la
Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) entre 1990 y
2000 los países emergentes aumentaron de
12 a 65 y se estimaba que para el 2030 aportarían
el 57% del PIB mundial. Tal acontecer, inducirá devaluaciones persistentes de su moneda con el propósito de
intentar mantener su espacio en el comercio internacional; mientras que desde
un ángulo complementario se infiere que los países emergentes petroleros serán
los que mayormente verán decrecer el porcentaje del PIB como Venezuela con un -6,1% en 2015 y -3,1%
en 2016 (onceavo productor con unos 2.623 millones de
b/d), como Brasil con -1,4% en 2015
y 1,0% en 2016 (treceavo productor con unos 2.114 millones de b/d) y como Rusia con un -3,3% en 2015 y un -0,3%
en 2016 (segundo productor con unos 10.788 millones de b/d).
En fin, la especulación
prospectiva sobre el devenir económico en el lustro 2015-2019 es suficiente
razón para que los Gobiernos instrumenten de inmediato medidas de ajuste para enfrentar
la vulnerabilidad económica con especial énfasis en el desequilibrio
macroeconómico; en caso contrario se
hará necesaria la presión de la Sociedad Civil para evitar que se destruya
el orden institucional, para que, como señaló
M. Gandhi, en un futuro cercano al mirar a nuestros hijos a los ojos no
tengamos que decirles que viven así
porque no nos animamos a pelear.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
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