Por José Guerra
Mientras en 2013 los
analistas económicos especulaban sobre cuántos millones podrían estar ahorrados
en los fulanos “fondos estratégicos” creados ilegalmente por el difunto
presidente, en el Alto Gobierno sabían que allí no quedaba nada y, ante los ya
claros signos de una prolongada debacle petrolera, se sentaron a programar el
orden en que irían incumpliendo sus obligaciones: primero le tocaría a los
proveedores locales, luego al crédito comercial internacional, luego a los
pacientes con cáncer y así sucesivamente hasta llegar al gran default social
que estamos viviendo, cualquier cosa menos restructurar la deuda externa.
Resulta ser una cruel ironía que quienes en los años ochenta se arroparon
con la consigna de la “deuda impagable” sean los mismos que hoy se aseguran de
cancelar la deuda a sangre y fuego, literalmente.
Y es que la deuda externa se
paga a sangre, en el innecesario sufrimiento de millones de familias arrojadas
a la pobreza y la desesperación. Así, Venezuela cerrará el 2015 incumpliendo la
más clara y trascendente de las Metas del Milenio trazadas por Naciones Unidas:
reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas en pobreza
extrema. No es que en ese lapso no redujimos suficiente la pobreza extrema, es
que no la redujimos en lo absoluto: ¡cerraremos el 2015 con el mismo nivel de
pobreza extrema registrado en 1990! No es casualidad entonces que en el más
reciente sondeo de opinión de Keller y Asociados (agosto-septiembre) el 89% de
los encuestados manifieste que la crisis económica y social es grave, que el
71% responsabilice de dicha crisis al oficialismo y que el 61% de los
encuestados (59% en los estratos D y E) indique que es cierta la nada ambigua
afirmación: “¿La revolución socialista chavista fracasó?”.
La deuda externa también se
paga a fuego, en lo que pasará como el mayor y más sistemático despliegue
represivo de nuestra historia, un peligroso coctel que combina la
militarización de las calles, el uso de elementos parapoliciales, la
criminalización de la protesta y el control de los medios de comunicación. En
ningún país del mundo se venden los alimentos a punta de fusil como lo vemos
hoy en todo el territorio nacional y aun así en el primer semestre del año se
registraron 56 saqueos y 76 intentos de saqueo, ¡unos 22 altercados al mes! El
siguiente paso fueron los desalojos masivos y las ejecuciones a mansalva.
“Abatidos 106 choros en dos meses” era el balance que el periódico oficialista
de mayor circulación hacía recientemente de la infame OLP (Operación LimPieza).
Estamos hablando de violaciones sistemáticas a los derechos humanos que no
prescriben y tienen jurisdicción universal.
Pudieron haber tomado otro
camino, tales como refinanciar la deuda y adoptar un mínimo de reformas
económicas, pero ello habría implicado publicar cifras y admitir el fracaso del
“modelo”, pero más importante aún para la mafia gobernante, habría implicado
olvidarse de las jugosas comisiones que acompañan la silenciosa operación de
recompra de bonos de la deuda. Pero no, ya en 2013 decidieron que en 2015
escucharíamos un golpe seco en el costillar del pueblo venezolano, el sonido
del gran default social.
20-09-2015
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