Venezuela
atraviesa la crisis política, económica, social, sanitaria, alimentaria e
institucional más compleja de su historia, dentro de un entorno económico
internacional desfavorable, exacerbado por su desmesurada dependencia del
ingreso petrolero, y la negativa gubernamental de reconocer y asumir su
existencia y gravedad.
Al mismo
tiempo, el gobierno persiste en desdeñar a la oposición democrática como
interlocutor válido y desconoce además la voluntad popular manifestada en las
elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, cuyos resultados constituyen un
inequívoco mandato de la soberanía popular.
Como
resultado de una actitud intransigente y del sistemático desconocimiento y
entorpecimiento de las funciones y decisiones de la Asamblea Nacional, se sigue
erosionando la gobernabilidad y la paz social del país, en medio del continuado
deterioro de la ya menguada institucionalidad democrática, generando con ello
mayores tensiones políticas y sociales, que ya no solo amenazan la tranquilidad
interna, sino que podrían también afectar a algunos de nuestros vecinos de la
región.
Frente a
ello, la oposición ha dado innumerables muestras de su voluntad de participar
en un diálogo con las autoridades gubernamentales, incluyendo la mediación de
actores externos imparciales confiables para ambas partes; sin embargo, la
ausencia de un claro reconocimiento del adversario, sin lo cual ningún diálogo
tendría razón de ser ni denotaría una verdadera voluntad de negociar, la ha
llevado a proponer vías pacíficas, dirigidas a tratar de superar dicha crisis,
las cuales se decantaron finalmente por la solicitud de convocar al referéndum
revocatorio presidencial previsto en el artículo 72 de la Constitución.
En este
contexto, la adopción de un nuevo decreto de excepción y emergencia económica
introduce un elemento de crispación que se añade a la escalada gubernamental de
las tensiones políticas, resultantes de las numerosas acciones antidemocráticas
e inconstitucionales.
A lo
anterior debemos señalar el peligroso y creciente papel otorgado a las Fuerzas
Armadas en dicho decreto y la realización de ejercicios militares sin
precedentes a nivel nacional, con todo lo que ello significa para una ya
sobredimensionada presencia militar en la sociedad venezolana.
Semejante
decreto no tiene justificación, pues para atacar los problemas que señala
existen las leyes ordinarias vigentes. La medida debe ser rechazada y
denunciada ante el mundo, ya que: elimina atribuciones constitucionales del
poder legislativo; criminaliza el derecho ciudadano de denunciar, cuestionar y
oponerse a los abusos del poder; suspende de hecho el ejercicio de garantías
constitucionales; desconoce las obligaciones internacionales de derechos
humanos; prohíbe la cooperación internacional que pueda ser calificada
discrecionalmente “con fines políticos” o de “desestabilización”; militariza
las cadenas de producción, comercialización y distribución de alimentos; y
promueve además métodos ilegales de control de orden público, entre otras
acciones irregulares.
Como
resultado del agravamiento de la crisis y ante la ausencia de respuestas
concretas, el pueblo venezolano manifestó recientemente su masivo apoyo a la
iniciativa del referéndum revocatorio presidencial previsto en la Constitución,
como la vía más expedita para superarla.
En vista de
todo ello, resulta indispensable establecer de común acuerdo una vía
democrática que logre superar las tensiones que amenazan la paz social del país
y abra las puertas a las oportunidades de corregir el rumbo del país. Cualquier
iniciativa de diálogo que se adelante debe tener como condición primordial la
de realizar esa consulta popular en el presente año, además de la libertad de
los presos políticos, el retorno de los exiliados y el cese del hostigamiento
judicial a la disidencia.
Saludamos
con beneplácito y agradecemos profundamente los esfuerzos realizados por la
comunidad internacional, en particular los de: la Unión Europea; el Secretario
General de la OEA; la Conferencia Episcopal Venezolana; el grupo de ex
presidentes y mandatarios de la región iberoamericana; parlamentarios;
organizaciones mundiales de defensa de los derechos humanos; y diversas
personalidades mundiales e intelectuales del mundo entero. Todos ellos han dado
muestras de su profunda preocupación por la crítica situación venezolana, al
exigir la libertad de los presos políticos, el respeto a los derechos humanos y
la necesidad de encontrar una salida democrática, constitucional, pacífica y
electoral, exigencias que desafortunadamente solo han tenido como consecuencia
la descalificación y la ofensa oficial gratuita e inmerecida.
Finalmente,
hacemos un sincero llamado a retomar los caminos del diálogo, el respeto y la
diplomacia, y a abandonar el fácil y estéril recurso al insulto y la
descalificación como métodos para relacionarse con los diferentes actores,
tanto internos como de la comunidad internacional, en aras de allanar el camino
para la búsqueda de la concordia, la paz y el progreso que tanto anhela la
nación.
Caracas, 22
de mayo de 2016
El Grupo
Ávila es una agrupación informal, constituida en el año 2005, compuesta por
diplomáticos, analistas políticos, profesores universitarios e investigadores en
las áreas de las relaciones internacionales y las ciencias sociales,
preocupados por el acontecer internacional y nacional.
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