Por Mabel
Sarmiento Garmendia
“Fui a quejarme al
liceo porque mi hijo siempre sale temprano de clases. De 10:30 am a 11:00 am ya
está en la casa. Y cuando el coordinador me explicó qué estaba pasando no supe
qué decir. Sólo me comentó: nosotros los profesores también hacemos colas y
cuando nos enteramos que llegó el camión con la harina o la pasta, salimos en
cambote al mercado”.
Doris Díaz relató ese
episodio con mucho asombro. “No pude decir más. Ni siquiera defender el derecho
a la educación de mi hijo que está siendo vulnerado. Él tenía razón, pues su
derecho a la alimentación no lo tiene garantizado. Además me dijo que a diario
le llegan docentes que le comentan que mandan a sus hijos a las escuelas sin
desayuno o que pasan el día comiendo fiado en la cantina. Me señaló que a ellos
también les pega la crisis y que se acuestan pensando en qué van a comer al día
siguiente”.
El hijo de Díaz
estudia en un liceo privado de la parroquia Coche. En ese plantel un
profesor gana entre 70 y 90 bolívares la hora. Hay quienes tienen todo el turno
completo. Otros se reparten en varios planteles de la zona para redondear el
sueldo.
En Coche cuando llega la
pasta al mercado, por ejemplo, venden el combo de dos paquetes de medio kilo
más un diablito en Bs. 1.500. El cartón de huevo está en Bs. 3.000 y el de
carne en Bs. 5.000.
Mirna Cáceres, docente de la
zona, no desmintió lo que le dijo el coordinador a la representante. Más bien
afirmó con certeza que ella -trabajando en uno público y en otro privado- no
puede comprar toda la canasta básica.
“Por eso madrugo para hacer
la cola los martes en el mercado y no voy a primeras horas a clase, y los
jueves que me toca por la cédula la hago en el supermercado. Si salgo temprano,
voy al liceo. Pero a veces no consigo nada”.
Orlando Alzuru,
presidente de la Federación Venezolana de Maestros,
FVM, dijo que la realidad que vive el gremio es ésa. “Nosotros también somos
venezolanos y, por tanto, nos afecta la crisis. Así como los niños están
faltando a las escuelas porque en sus casas no hay comida, también los docentes
se ven afectados. No solo es la inseguridad que hay en sus comunidades o en los
alrededores de los colegios, es que no pueden garantizarse las tres papas
diarias”.
Calculó que entre 30 y 40%
de inasistencia en la plantilla de maestros y profesores se registra al día en
los planteles de Caracas.
Con los bolsillos rotos
En 2015 la inflación cerró
en 180,9% y diversas firmas estiman que en este 2016 va por más de 200%, porque
el Banco Central de Venezuela no
ha divulgado las cifras.
La Canasta Alimentaria
Familiar, sólo la comida, durante el mes de abril de 2016 se elevó a 184.906,35
bolívares. Este aumento fue de 29,4% con respecto al mes anterior, equivalente
a 42.053,15 bolívares.
En la actualidad, según
el Centro
de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda)
y el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de
Maestros (Cendas-FVM), se necesita 16 salarios mínimos para adquirir la canasta
alimentaria -que en un año se disparó a 718%- para cinco miembros en el
hogar.
Alzuru no avala que los
docentes se retiren de clases, pero entiende la situación. “Es que no les queda
de otra. Sabemos que eso es grave pues atenta contra la calidad de la
educación, interrumpe los programa y afecta el calendario escolar -ya mermado
con las suspensiones de clases- pero cómo se hace para evitar esto. Los
docentes también deben garantizar la comida a su núcleo familiar”.
A partir del 1 de junio de
este año un Docente 1 pasará a ganar Bs. 18.464 sin ticket de alimentación y un
Docente VI que tiene más de 20 años de servicios, especializaciones,
postgrados y otros estudios ganará Bs. 27.381.
El grueso de los maestros y
profesores están en los rangos Docente III y Docente V que cobran mensualmente
entre 19.809 y 23.714 bolívares.
“Con esos sueldos es muy
difícil llenar la nevera y a los bachaqueros ni pensarlo. No alcanza. A
veces uno se queda hasta sin pasaje”, refirió la docente Mirian Cáceres.
Foto referencial: Cristian
Hernández
26-05-16
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